Álvaro Pineda, CEO de iC-Málaga y presidente de AESEMI.
Tras la pandemia de la covid, la crisis de los chips puso a los semiconductores en el centro de las políticas industriales. De pronto, sin causa aparente, se rompieron las cadenas de suministro a todos los niveles, los teléfonos echaban humo. En medio del caos nadie parecía poder cumplir con los plazos de entrega para con sus clientes.
Al final, el tsunami terminó llegando al consumidor que sufría retrasos en su vehículo, lavadora o televisor. Este fue el momento en que se hizo evidente la dependencia que nuestra economía tiene de países como Corea y Taiwán. Nos dimos cuenta de que durante las últimas décadas Europa y Estados Unidos habíamos casi abandonado la producción de los chips que están presentes en la mayoría de los productos electrónicos
Algo más tarde, cuando Europa se propuso atraer grandes inversiones en fábricas de silicio, fuimos conscientes de que también habíamos dejado de hacer los deberes en tema del diseño de chips, mientras que Estados Unidos sí tenía una industria de diseño de chips potente.
La realidad nos enseñó que sin un ecosistema de grandes marcas y empresas que diseñen y comercialicen chips, no es fácil atraer la tan ansiada inversión en fabricación.
Es un tópico, pero es verdad que detrás de toda crisis se esconde una oportunidad. Gracias a esta crisis se puso en marcha la Ley Europea de Chips, el Chip-Act, y el PERTE Chip en España. Los no iniciados aprendimos que las fábricas de chips son las Fabs, lugares donde se fabrican estas típicas obleas como tortillas que contienen miles de chips cada una.
Aprendimos también que las Fabless son las encargadas del diseño de los chips y del back-end, que para entendernos significa comprar esas obleas, cortarlas, testearlas, encapsular y comercializar los chips para que se puedan usar en los aparatos.
También aprendimos que hay unas tecnologías de silicio muy especiales que llamamos de última generación, que son necesarias para aplicaciones como el 5G, la supercomputación o la IoT, pero que también los semiconductores son más que chips de silicio y que hay tecnologías emergentes como la fotónica integrada o computación cuántica y nuevos materiales como el Grafeno o el Arseniuro de Galio.
Y con la crisis de los semiconductores nació también AESEMI, la Asociación Española de la industria de los Semiconductores. Nunca hasta entonces el sector se había ocupado de sí mismo en España.
Con el Chip-Act se puso el acento en atraer Fabs y en no perder el tren de las nuevas tecnologías. Como sabemos, lo de traer Fabs resultó más difícil de lo que se esperaba. En nuevas tecnologías, sin embargo, España está haciendo un buen trabajo en áreas estratégicas como la fotónica integrada, la supercomputación y el desarrollo de nuevos materiales.
Se ha conseguido además atraer algunas inversiones clave, pero también se ha evidenciado la dificultad de la Administración para que los fondos disponibles tengan esa capilaridad en el reparto que el modelo productivo español, formado en gran parte por pymes, requiere.
Con la crisis de los chips la Administración tomó conciencia de la importancia de los semiconductores y desde entonces hay personas trabajando, dedicadas y preocupadas para que el sector tenga un futuro en nuestra sociedad.
Y qué decir de las Cátedras Chips, menudo mes de agosto pasaron en la Universidad aquellos auténticos enamorados del sector. Con el impulso de la Administración muchas Universidades se volcaron en colaborar con las empresas en la formación de estas Cátedras Chips. Hay esperanza en el sector.
El año pasado se organizó en Valencia el primer encuentro de las Cátedras Chips de España. Tuvo lugar en el segundo Congreso Nacional de la Industria Española de los Semiconductores que organizaron AESEMI y VASIC (Valencia Silicon Cluster).
Esperemos que, como se comentó allí, los fondos y la burocracia sean más ágiles y efectivos, se asegure la continuidad de las cátedras más allá de los cuatro años y, sobre todo, que haya más, muchas más en el futuro.
El PERTE Chip se acerca ya a su fin y, tras el Informe Draghi presentado el año pasado a la Comisión Europea, ha quedado claro que la inversión inicial prevista es insuficiente. Es necesaria una mayor inversión y además sostenida en el tiempo.
En el mundo de los semiconductores todo necesita tiempo, crear esta industria es una carrera de fondo. Actualmente hay en toda Europa grupos trabajando para impulsar un segundo EU Chip-Act 2.0. Aquí, el Spanish Working Group of Draghi’s Report, liderado por VASIC y apoyado por AESEMI, que también tuvo su primer encuentro en la segunda edición de CHIPNATION, trabaja activamente en impulsar este EU CHIP ACT 2.0.
Personalmente creo que es importante que la política industrial y la política de semiconductores no vayan separadas. Su fuerza es sólo cuando van juntas, cuando el desarrollo de chips semiconductores se integra en la I+D de la industria.
Es prioritario por ello reforzar las capacidades de diseño de chips y el procesado de obleas (back-end) y acercarlo a los diferentes sectores de la industria. Esto me apunto para la carta a los reyes del CHIP ACT 2.0, porque de dos cosas estoy seguro: sin Fabless nuestra industria será cada vez menos competitiva y sin Fabless no habrá Fabs.
***Álvaro Pineda es CEO de iC-Málaga y presidente de AESEMI.