Manuel Fuertes, CEO de Kiatt.

Manuel Fuertes, CEO de Kiatt.

Opinión TRIBUNA

El futuro se financia hoy

Manuel Fuertes
Publicada

A lo largo de la historia, el conocimiento, la ciencia y la tecnología han cambiado nuestra comprensión del mundo. Desde aquel descubrimiento casual del fuego, la máquina de vapor, internet o la invención de tejido cardíaco sintético, la ciencia ha sido el impulsor de los grandes avances que definen nuestra civilización y mejoran infinitamente nuestra calidad de vida.

El futuro, indiscutiblemente, está ligado a este triunvirato, pero no habrá tal mañana sin el poder transformador del capital, ya sea público o privado, que generará nuevos ecosistemas de innovación, impulsará la investigación y acelerará la transferencia tecnológica. Este ha sido el tema central del Science Summit, celebrado recientemente en Sevilla con motivo de la cuarta edición de la Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo de Naciones Unidas.

El objetivo principal de la cumbre es cerrar la brecha entre la ciencia y la financiación para el desarrollo, garantizando que los conocimientos científicos más avanzados orienten el desarrollo y la implementación de políticas globales sostenibles e inclusivas. Cabe destacar que todos los participantes coincidieron en que la ciencia y la tecnología representan la llave para abordar desafíos globales complejos.

Desde mi experiencia en transformar la investigación científica en negocios de alto impacto social en los que invertir de forma rentable, creo necesaria la reflexión y el debate sobre cómo emplear el capital y redefinir nuevos modelos de actuación, especialmente en los países en vías de desarrollo.

Si analizamos el sector público, necesitamos políticas y mecanismos de financiación que ayuden a impulsar los ecosistemas de transferencia tecnológica. No se trata únicamente de crear mejores incentivos fiscales, que también son importantes, sino de construir relaciones de confianza y asociaciones a largo plazo entre gobiernos, inversores privados y científicos. El capital es importante, por supuesto, pero también el ecosistema que facilita su llegada y difusión.

Por ejemplo, en Chile existe una ley de incentivo tributario para impulsar la inversión privada en investigación y desarrollo, que permite deducir hasta el 52% del gasto en I+D. En tan solo cinco años, esta ley certificó más de 1.200 proyectos de investigación con la transferencia tecnológica muy presente. Sin irnos tan lejos, en nuestro país se promueven también medidas de impulso a la investigación, como las bonificaciones de la Seguridad Social para investigadores.

Existen otras medidas a adoptar como las fast-tracks, que ya se ven en Canadá o Singapur, para tecnologías emergentes, que agilizan la validación o aprobación de proyectos, con el consecuente ahorro de tiempo y costes.

También existen programas de cofinanciación no reembolsables para proyectos con alto componente tecnológico o la compra pública innovadora, donde el estado es el cliente para desarrollos tecnológicos con un alto componente de riesgo.

Cabe destacar también la experiencia de China. Allí se han instaurado altos incentivos para que el talento que se ha marchado a formarse y lanzar sus carreras profesionales fuera de sus fronteras vuelva con el conocimiento para impulsar la economía asiática.

Inversión privada y pública, clave para evitar el valle de la muerte

Aunque suene a película del Oeste, conocemos por Valle de la Muerte el gap entre una idea científica con proyección y su aplicación práctica. En esta etapa serán estratégicos los instrumentos de financiación híbridos y privados como los inversores ángel o los fondos de capital semilla públicos. Este podría ser el caso, por ejemplo, del fondo The Engine, promovido por el MIT, que apuesta por tecnologías que no suelen entrar en las inversiones de Venture Capital. En Europa también tenemos programas interesantes como EIC Accelerator, que une subvenciones y capital en startups con base científica.

Por otro lado, existen programas diseñados para que las universidades y las empresas vayan de la mano, impulsando el conocimiento. Este es el caso de la Zona Franca canaria, ideada para impulsar la inversión, el comercio y la actividad económica. En ella, la Universidad tiene un gran peso.

Inversión privada sí, pero con valores y respeto a las culturas

Si queremos desbloquear la inversión privada en los ecosistemas científicos del Sur Global, necesitamos acercar el capital a la ciencia y alinear ambos con las verdaderas necesidades de la sociedad, sin amenazar sus culturas y valores.

El Sudeste Asiático, África y América Latina pueden liderar el camino mediante el desarrollo de nuevas formas de colaboración ciencia-finanzas, más ágiles, inclusivas y conectadas con los valores y culturas locales. Los mercados emergentes cuentan con la energía, el talento y, a menudo, la flexibilidad para experimentar con modelos que los mercados más consolidados tienden a resistir.

Será crucial que los gobiernos extranjeros comprendan que el desarrollo de otras economías no es una amenaza para las ya establecidas, sino una oportunidad. Por eso, es necesario alcanzar acuerdos con las autoridades fiscales de los países desarrollados para que no perciban los incentivos fiscales en economías en desarrollo como una amenaza; esto ha sido, en mi experiencia, uno de los principales factores disuasorios para inversores como nosotros, a la hora de acogernos a ventajas fiscales de otros países donde no tenemos matriz.

Y una parte crucial para los inversores privados, que me gustaría destacar especialmente, es el análisis del impacto a largo plazo de desplegar determinadas tecnologías en poblaciones que quizá no estén preparadas para adoptarlas a una velocidad mayor que los países donde esas tecnologías se originaron. Debemos ayudarles a escribir su futuro en línea con sus valores. No se trata solo de financiar proyectos, sino de invertir con consciencia y responsabilidad.

Si logramos esto, la ciencia, la tecnología y las finanzas pueden, juntas, contribuir a construir un futuro más resiliente, digno y sostenible. El verdadero progreso no se mide solo en avances, sino en cómo estos se integran con los valores que nos definen como sociedad.

*** Manuel Fuertes es CEO de Kiatt.