Alan Gómez.

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Opinión Humanizando la tecnología

IA en Educación: lo que ganamos y lo que podemos perder

Alan Gómez Gorrasi
Publicada

¿Es posible que, al usar inteligencia artificial para aprender, pensemos menos?

Un estudio experimental liderado por Nataliya Kosmyna, investigadora del MIT Media Lab, sugiere que sí. En esta investigación, se analizó la actividad cerebral de estudiantes que redactaban ensayos utilizando tres métodos distintos: solo su conocimiento, un buscador tradicional o un modelo generativo como ChatGPT. ¿El resultado? Quienes usaron IA mostraron menor esfuerzo cognitivo, menor capacidad de recuerdo inmediato y una menor sensación de autoría sobre sus textos.

¿La conclusión? La IA puede potenciar drásticamente nuestra eficiencia y automatizar procesos complejos, sí, pero también puede inducir a un posicionamiento más pasivo en los procesos de aprendizaje.

Por ello, el verdadero desafío para la educación no reside en integrarla sin medir las consecuencias, sino en el desarrollo de un marco educativo que promueva su uso con criterio, de forma consciente y que fomente el ejercicio de nuestras propias ideas.

Esta tensión entre eficiencia y automatización por un lado, y pensamiento crítico y reflexivo por el otro, pone sobre la mesa una pregunta urgente para el mundo educativo: ¿cómo formar y evaluar en un contexto donde la IA ya está presente, pero sus efectos apenas empiezan a entenderse?

Frente a esta pregunta, las instituciones educativas no deben quedarse de brazos cruzados. Lejos de una prohibición generalizada, diversas universidades de referencia, como la Universidad de Leeds, están asumiendo una gestión activa de la IA generativa, integrándola en el ámbito académico con el objetivo de enriquecer y transformar los procesos de enseñanza y los de aprendizaje, desde un enfoque ético y responsable.

En este sentido, muchas de estas instituciones han comenzado a definir diferentes escenarios de uso para sus estudiantes, a menudo clasificados según el nivel de aplicabilidad de la IA:

- Prohibición total. En evaluaciones que buscan medir el conocimiento puro o habilidades esenciales, donde el objetivo es el desarrollo autónomo del estudiante. Esto incluye, por ejemplo, tests de clase, laboratorios y prácticas, o evaluaciones basadas en debates, especialmente cuando se busca evaluar habilidades de lenguaje oral y escrito, la comprensión y el pensamiento crítico independiente.

- Uso permitido con requisitos. En contextos donde la IA es un recurso de apoyo y amplifica habilidades específicas. Aquí, el alumnado tiene permiso para usar herramientas de IA generativa en un rol asistencial, bajo la especificación del tutor y los requisitos de la evaluación. Es crucial que el estudiante siempre cumpla con requisitos de citación y reflexión sobre cómo la herramienta fue utilizada y cómo influyó en el desarrollo del trabajo.

- Integración obligatoria. Para tareas donde el aprendizaje implica directamente el dominio de las herramientas de IA. En estas evaluaciones, el uso de la IA generativa es una herramienta primaria y explícitamente parte de la tarea y los resultados de aprendizaje. El alumnado debe demostrar su capacidad para usar estas herramientas de manera efectiva y crítica para abordar problemas complejos, emitir juicios informados y generar soluciones creativas. Aquí, el uso de la IA y la evaluación crítica de sus resultados forman parte explícita de la evaluación.

Esta aproximación diversificada busca no rechazar la inteligencia artificial, sino integrarla en un ecosistema que protege la integridad del proceso de aprendizaje. Así, se convierte en la vía para transformar la evaluación y el aprendizaje, fomentando un sentido crítico sobre el uso pertinente de estas herramientas y evitando la reducción de la implicación cognitiva y la dependencia acrítica. De este modo, se impulsan las competencias transformadoras del alumnado, capacitándolos para aprender sin IA, con IA y sobre la IA.

Nos encontramos en un momento clave: la inteligencia artificial irrumpe en la educación con un potencial enorme, pero también con riesgos que apenas empezamos a dimensionar. El reto no es solo adoptarla, sino aprender a usarla estratégicamente para potenciar el pensamiento crítico, la creatividad y la autonomía.

Estamos ante una oportunidad histórica: si usamos la IA con inteligencia pedagógica, no solo evitaremos que piense por nosotros, sino que nos enseñará a pensar mejor. Porque el verdadero avance no será sólo tecnológico, sino también humano.

*** Alan Gómez Gorrasi es director Académico en IMMUNE Technology Institute.