"España afianza su liderazgo digital en Europa, según el Informe del Estado de la Década Digital 2025". Así de tajante era el comunicado oficial que el Ministerio de Transformación Digital enviaba a los medios este mismo lunes. El gabinete del ministro Óscar López llegaba a esta conclusión a partir del remozado informe DESI cuyas conclusiones no iban precisamente en esa dirección: nuestro país es clara referencia en infraestructuras de conectividad y, también, en servicios públicos digitalizados, pero estamos muy atrás en lo que a modernización de pymes o talento especializado se refiere.
Así lo analizamos en DISRUPTORES, también hablando con portavoces de la propia Comisión Europea, lo que obliga a preguntarse cómo la visión del gobierno puede estar tan sesgada. Y no sólo es por escoger los únicos parámetros en que España destaca, sino por sacar pecho incluso de algunas de nuestras lagunas. Por ejemplo, el gabinete de López destaca el incremento en "habilidades digitales básicas" de la población española, muy necesario por supuesto, pero tratando de ocultar que estamos a la cola de las potencias continentales en profesionales del ramo.
Y seguimos para bingo, porque el mismo tipo de manipulación encontramos con la apuesta por tecnologías de frontera, como la computación cuántica o la IA. Desde el Ejecutivo presumen de que la Comisión Europea destaca "la ambiciosa hoja de ruta de España" en estos campos, sin mención alguna a que este mismo organismo denuncia la falta de concreción o ejecución de esos mismos planes. La realidad es, desgraciadamente para este Ministerio, muy alejada de sus alegatos: hay muchos documentos, pero por ahora son únicamente papeles. No hace falta más que ver el nivel de ejecución del PERTE Chip, uno de los mejor dotados con fondos europeos, para darse cuenta de la triste realidad.
Suele decirse aquello de que "darse cuenta del problema es la mitad de la solución". En el caso que nos ocupa, parece que el gobierno nacional prefiere taparse los ojos y presumir de sus carencias. Es obvio que España y Europa figuran en un tercer o cuarto escalón en cuanto a geopolítica digital se refiere. Es igualmente notorio que no contamos con ningún campeón nacional en materia digital y que las pocas enseñas de relevancia (como Alien Vault) acaban siendo vendidas a colosos estadounidenses. Que ninguna startup -ni siquiera la mayoría de unicornios patrios- ha conseguido consolidarse en su respectiva industria (véase el caso de Glovo y la debacle producida tras su venta a los germanos).
Somos bien conscientes de que las pymes españolas están a la cola de la madurez digital y que planes como el Kit Digital, impulsado por la entonces ministra Nadia Calviño, han generado un mercado de proveedores ávidos de construir páginas web y 'regalar' ordenadores, pero sin impacto real en los negocios de las empresas españolas. E incluso que las grandes corporaciones del IBEX (con alguna honrosa excepción) están sufriendo igual o más que sus homólogas europeas la intensa competencia de los nuevos jugadores nativos digitales y su lenta adaptación a los nuevos tiempos. O que la falta de profesionales bien cualificados en estos lares sigue siendo el enorme talón de Aquiles para lograr una transformación tecnológica que no deje a nadie atrás.
Son muchos motivos para preocuparse, pocos para estar orgullosos. Eso sí, el ministro Óscar López podrá seguir conectándose a internet desde su móvil a las mejores velocidades de Europa y desde cualquier rincón de España. No es que no sea reseñable, pero construir la autovía no sirve de nada si no hay coches circulando por ella. Y ahora mismo no tenemos ni vehículos ni conductores, pero parece que con haber cortado la cinta sobre el asfalto ya nos damos por satisfechos...