Viendo el contexto geopolítico mundial se me pasó por la cabeza que estamos viviendo un momento en el que hemos pasado de cacarear todo el día palabras como sostenibilidad, medioambiente y gobernanza a intentar que no se note mucho que las personas y las empresas seguimos teniendo consciencia, que nos seguimos preocupando por el planeta y las personas que habitamos en él. De ahí la idea de silencio verde de mi columna de hoy.

Desafortunadamente, lo negativo, las desgracias, las catástrofes siguen teniendo mayor impacto mediático que las cosas positivas. Por eso los populistas, los que quieren promover leyes para entorpecer el camino a la igualdad, los que creen que ayudar al prójimo es un error… hacen mucho ruido y tiene mucho impacto en redes sociales, por ejemplo.

Le he preguntado a Gemini (la potente IA de Google) para ver cuán original era mi idea y me ha dicho que el "Silencio Verde" en 2025 no es un término único y universal. Su significado depende del contexto en el que se utilice. Puede evocar una sensación de paz natural, referirse a avances tecnológicos en sostenibilidad, identificar una marca o producto, o nombrar un evento o lugar específico. Como podéis ver no lo ha asociado a mi idea, a la de que la persecución actual está haciendo que el greenhushing cada vez esté más de moda. Por si queréis refrescar el concepto, escribí sobre el mismo en una de mis columnas hace un par de años, 'Blanqueo y etiquetado ecológico'.

Por suerte, el mundo es muy grande y aunque algunos piensen que Estados Unidos es América o que la representa en su conjunto, la realidad es que el mundo es muy diverso y hay mucha gente que no comulga con esas ideas.

Leyendo un informe de South Pole confirmo que mi percepción es una tendencia preocupante, que el greenhushing, la reticencia de las empresas a comunicar públicamente sus objetivos climáticos, va en aumento. Si esto lo llevamos a nuestro continente vemos que esta tendencia se ve moldeada por un entramado complejo de políticas gubernamentales, el auge de las grandes tecnológicas y las tensiones geopolíticas globales.

Europa ha sido pionera en la lucha contra el cambio climático, con iniciativas como el Pacto Verde Europeo (que establece objetivos ambiciosos de reducción de emisiones), la Directiva de Informes de Sostenibilidad Corporativa (CSRD), el Mecanismo de Ajuste en Frontera por Carbono (CBAM) o las Políticas Nacionales de Transición Energética. Sin embargo, el greenhushing plantea un desafío a esta ambición. A pesar de las regulaciones cada vez más estrictas, muchas empresas europeas están optando por la cautela en su comunicación climática.

Las grandes empresas tecnológicas con sede en Europa, o con una fuerte presencia en la región, tienen un impacto significativo en el panorama del greenhushing por el consumo energético de los centros de datos, por el importante debate sobre la regulación de la IA, por la presión de los inversores y el escrutinio público. Por una parte están bajo una creciente presión de los inversores y el público para que demuestren su compromiso con la sostenibilidad; por la otra, el temor a las críticas y al escrutinio, especialmente en áreas como el consumo de energía y el uso de recursos, podría llevarlas a ser más selectivas en su comunicación.

Un ejemplo concreto podría ser el debate en Alemania sobre la eliminación gradual del carbón y el impacto en la industria automovilística, el cual ilustra cómo las consideraciones económicas y políticas nacionales pueden influir en la comunicación climática de las empresas. Otro ejemplo podría ser la controversia sobre el consumo de agua de las instalaciones de Amazon Web Services (AWS), de Microsoft y de muchos otros players en Europa, el cual muestra cómo el escrutinio público puede llevar a las empresas tecnológicas a ser más cautelosas en su comunicación sobre sostenibilidad.

Entiendo que la gente, las empresas y los gobiernos tengan sus miedos, porque todos los tenemos, es muy humano. Pero es necesario que superemos el Silencio Verde, que garanticemos que sigamos siendo líderes en la acción climática. Necesitamos seguir mejorando en la claridad y la coherencia regulatoria, en el apoyo a la transición energética, en fomentar el diálogo abierto y la transparencia y en tener una mayor colaboración público-privada.

El greenhushing en Europa es una señal de alerta. Si bien la región tiene la ambición y las políticas para liderar la lucha contra el cambio climático, la complejidad del panorama regulatorio, la influencia de las grandes tecnológicas y las tensiones geopolíticas pueden estar erosionando la transparencia y la comunicación. Superar este silencio requiere un compromiso renovado.