Alan Gómez.
España ha sido testigo reciente de un impresionante crecimiento del sector tecnológico. En los últimos cinco años, el país ha generado un total de 220.000 empleos en este campo y en comunidades como Madrid el peso del empleo tecnológico ya representa un 10,5%, según datos de COTEC, con perspectivas de seguir creciendo en los próximos años.
Sin embargo, a pesar de estos datos positivos, España aún no alcanza la media de la Unión Europea en cuanto a empleo tecnológico, situándose dos puntos por debajo del 9,8% comunitario.
Esto se debe a que, mientras regiones como Madrid, Cataluña o el País Vasco han sabido posicionarse como polos de atracción para la inversión tecnológica, otras comunidades aún enfrentan desafíos para consolidar su ecosistema tecnológico.
No obstante, hay excepciones que demuestran que la descentralización es posible: Aragón, por ejemplo, ha logrado atraer en los últimos meses importantes inversiones de grandes tecnológicas.
Paradójicamente, a pesar de que España tenga una de las tasas de desempleo más altas de Europa, sectores como el tecnológico acumulan miles de vacantes sin cubrir. Según datos de DigitalES, actualmente hay 120.000 puestos de trabajo en tecnología que no encuentran profesionales cualificados.
La escasez de formación especializada sigue siendo uno de los principales retos para la transformación digital del país, agravado por la falta de vocación en disciplinas STEM, lo que dificulta aún más la incorporación de nuevos talentos al sector.
Desde la Unión Europea se ha marcado el objetivo de formar en España a más de 1,5 millones de personas en tecnología en los próximos cinco años, y es nuestro deber asumir este reto y encontrar estrategias efectivas para incentivar a los jóvenes a optar por carreras tecnológicas.
En este sentido, la formación y la orientación profesional que reciben los jóvenes juegan un papel fundamental, ya que acerca la tecnología desde edades tempranas y ayuda a sensibilizar acerca del impacto que tiene y puede tener en otras áreas.
La tecnología no es un sector aislado o un elemento único, sino que es un eje transversal que impulsa el desarrollo de todas las áreas de nuestra sociedad. Su impacto va mucho más allá de la industria tecnológica: transforma la salud con la telemedicina y la prevención con inteligencia artificial, revoluciona el deporte con el análisis de datos y la optimización del rendimiento, redefine la economía con la automatización y la digitalización de procesos, impulsa el arte con la creación digital y la inteligencia artificial generativa, e incluso reconfigura la educación con herramientas de aprendizaje personalizadas y realidades inmersivas, por nombrar algunas áreas de gran impacto.
Dicho de otro modo, apostar por la educación tecnológica no solo significa cubrir vacantes en empresas del sector, sino también preparar a los profesionales del futuro para que integren la tecnología en cualquier ámbito y contribuyan a una sociedad más innovadora, eficiente y equitativa.
En esta línea, semanas como esta, dedicadas a la educación, permiten a los alumnos conocer de primera mano la variada y diversificada oferta académica de nuestro país. AULA es, para muchos, la oportunidad de tomar contacto con nuevas disciplinas, con expertos del sector y con las múltiples posibilidades que ofrece la tecnología en el ámbito académico y profesional.
Este espacio, en conjunto con las jornadas de puertas abiertas y eventos educativos, permiten a los jóvenes tomar decisiones con fundamento, resolver dudas y descubrir cómo sus intereses pueden conectar con el mercado laboral, teniendo en cuenta factores claves como las tasas de empleabilidad.
La falta de talento tecnológico no es solo un desafío para las empresas, sino una cuestión clave para el desarrollo del país. En un mundo cada vez más digitalizado, es fundamental que la educación y la orientación profesional evolucionen al mismo ritmo, ofreciendo a los jóvenes las herramientas necesarias para aprovechar las oportunidades del futuro. Apostar por la formación tecnológica no solo ayudará a cerrar la brecha de talento, sino que también permitirá construir una sociedad más competitiva, innovadora y preparada para afrontar los retos del mañana.
*** Alan Gómez Gorrasi es director académico en IMMUNE Technology Institute.