Olga Muñoz.

Olga Muñoz.

Opinión Humanizando la tecnología

Cuando el diseño excluye

Olga Muñoz Ramos
Publicada

Cuando pensamos en diseño, muchas veces lo reducimos a algo estético: colores bonitos, formas atractivas o tipografías elegantes. Pero el diseño, en todas sus formas, es mucho más. Define cómo interactuamos con el mundo y, de manera silenciosa, determina quiénes pueden hacerlo con facilidad y quiénes quedan en los márgenes.

Existen numerosos ejemplos que evidencian el impacto del diseño en la sociedad. Un caso emblemático es el del urbanista Robert Moses, quien en Nueva York diseñó puentes de baja altura para impedir el paso de autobuses de transporte público. Esta decisión limitó el acceso de comunidades de bajos recursos, en su mayoría afroamericanas y latinas, a zonas recreativas, contribuyendo a la segregación racial y económica.

Algo similar ocurre cuando observamos de cerca cómo ciertos productos y servicios han sido diseñados históricamente. Durante décadas, los cinturones de seguridad se probaron principalmente con maniquíes basados en cuerpos masculinos promedio. Como consecuencia, el riesgo de lesiones graves para las mujeres en accidentes de tráfico es significativamente mayor. En el mundo de la tecnología, los smartphones suelen estar diseñados para manos grandes, lo que puede dificultar su uso para muchas personas con manos más pequeñas. ¿Son detalles sin importancia o señales de que hay patrones que vale la pena revisar?

El sesgo de género en la tecnología

Si miramos el mundo digital, encontramos decisiones que, sin una intención explícita de excluir, pueden reflejar ciertos sesgos. Por ejemplo, los primeros asistentes virtuales, como Siri o Alexa, usaron nombres y voces femeninas por defecto. Algunas investigaciones sugieren que esto se debe a que las voces femeninas se perciben como más serviciales y amables. Puede parecer un detalle menor, pero plantea preguntas interesantes sobre cómo la tecnología refuerza ideas que damos por sentadas.

Algo similar ha ocurrido con muchas aplicaciones de salud, que durante años no incluyeron funciones relacionadas con el ciclo menstrual o la menopausia.

Históricamente, la medicina ha tratado la salud de las mujeres como un reflejo de la de los hombres, lo que ha llevado a una escasa representación de las mujeres en la investigación clínica y a un menor enfoque en sus necesidades específicas.

Como consecuencia, el desarrollo de herramientas digitales de salud ha reflejado esta brecha. La falta de perspectiva inclusiva en los equipos de diseño y la ausencia de un enfoque diferenciado en la investigación médica han perpetuado esta exclusión, retrasando la creación de soluciones tecnológicas realmente adaptadas a la diversidad de la salud de la mujer.

Diseñar para diferentes realidades

La tecnología, el diseño y la sociedad están en constante diálogo. Cada decisión en el proceso de diseño influye en la forma en que interactuamos con el mundo, pero no siempre consideramos a todas las personas por igual. A veces, sin darnos cuenta, ciertas perspectivas quedan fuera, ya sea por costumbre, por falta de representación en los equipos de diseño o simplemente porque se han seguido patrones establecidos sin cuestionarlos.

Si algo nos enseñan los sesgos en el diseño es que incluso las decisiones más sutiles pueden tener un gran impacto. Reflexionar sobre estos temas nos ayuda a ampliar la mirada y a preguntarnos a quién estamos teniendo en cuenta desde el inicio. En lugar de asumir que ciertas soluciones son universales, tal vez el verdadero reto sea diseñar desde la diversidad, asegurándonos de que la tecnología y el mundo digital reflejen mejor la variedad de experiencias y necesidades de quienes los usan. Esto es precisamente lo que hace el diseño UX/UI: poner en el centro a las personas, entender sus necesidades y crear experiencias que no solo sean funcionales, sino también inclusivas y accesibles.

Cuando el diseño incluye

El diseño también tiene el poder de abrir puertas en lugar de cerrarlas. Un ejemplo es el rediseño del sistema de votación en Los Ángeles, desarrollado por la consultora Ideo. En lugar de seguir con el tradicional proceso en papel, que resultaba inaccesible para muchas personas con discapacidades, crearon una interfaz táctil adaptable, con opciones de audio y texto en múltiples idiomas. No se trataba solo de mejorar la experiencia, sino de garantizar que más personas pudieran ejercer su derecho al voto con autonomía.

El equipo de Ideo refleja bien una idea clave del diseño inclusivo: "La gente no espera que la situación sea perfecta, esperan que el diseño sea sensible a su condición". Es decir, no se trata de crear soluciones infalibles o sin defectos, sino de asegurarnos de que las necesidades reales de las personas sean tenidas en cuenta. Un buen diseño no es el que impone una única forma de uso, sino el que se adapta a quienes lo necesitan.

Otro caso es el de los emojis de representación. Durante años, los teclados digitales ofrecían opciones limitadas en cuanto a diversidad étnica, identidades de género o discapacidades. Hoy, gracias a la presión de usuarios y de la comunidad del diseño comprometida con la inclusión, contamos con una variedad mucho más amplia de representaciones. Puede parecer un cambio menor, pero para muchas personas ver su identidad reflejada en algo tan cotidiano como un emoji es un recordatorio de que también se les tiene en cuenta.

Diseñar para la inclusión no es solo una cuestión de ética, es una oportunidad para crear soluciones más ricas, accesibles y equitativas. El reto no es solo evitar que el diseño excluya, sino impulsar activamente un diseño que abrace la diversidad y la haga visible.

***Olga Muñoz Ramos es Lead Teacher del Bootcamp en Diseño UX/UI en IMMUNE Technology Institute.