Después de ver las intervenciones del Foro de Davos 2025 con el lema 'Colaboración para la era inteligente', me llamó la atención la repuesta de Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo a Trump por sus declaraciones sobre aranceles, indicándole que “Captaremos el talento desencantado de EEUU”.

En un mundo en donde la inteligencia artificial (IA) se expande como el nuevo petróleo de las economías modernas, una verdad se vuelve cada día más evidente: el verdadero motor del progreso sigue siendo humano.

La tecnología puede procesar datos, automatizar procesos y generar conocimiento, pero no puede imaginar, crear o liderar. En la era de la IA, donde las máquinas son capaces de replicar muchas de nuestras tareas, la habilidad de saber utilizarla y combinarla con la creatividad, la innovación, la inteligencia emocional y la ética son lo que realmente marcará la diferencia. Este diferencial único pone el stock de talento humano en el centro de la estrategia económica y social para el futuro.

Europa ha sido durante décadas un semillero de talento. Sus universidades, centros de investigación y sistemas educativos han formado a miles de profesionales altamente cualificados y reconocidos y apreciados por otros países. Europa ha sido la cuna del talento, pero no siempre su hogar. Cuantas veces investigadores, emprendedores y creativos han encontrado mejores oportunidades fuera de nuestras fronteras, atraído por países que han sabido crear las condiciones adecuadas para su desarrollo.

El crecimiento de China en muchos sentidos ha venido porque han entendido la importancia de repatriar a sus mentes más brillantes, atraer talento de fuera, ofreciendo incentivos y creando ecosistemas que los motiven, Europa debe reaccionar. Solo con arquitectos del futuro se construye el futuro. El talento que hemos formado no solo debe tener la oportunidad de quedarse, sino que también debemos atraer a los mejores y más brillantes del mundo. Europa tiene todos los ingredientes para convertirse en un refugio global del talento, pero falta voluntad para transformar esta oportunidad en una realidad.

El talento humano no es un recurso que pueda improvisarse. Para que florezca, se necesitan entornos propicios que lo impulsen y lo retengan. Europa tiene una oportunidad única de liderar esta transición, pero esto requerirá medidas claras y ambiciosas como crear oportunidades para emprender y eso pasa por facilitar la creación de empresas, simplificar todo y asegurar el acceso a la financiación.

Igualmente, debemos invertir en formación continua y apostar por la diversidad. Además de crear un círculo virtuoso de colaboración público-privada, así como convertir la tecnología en un aliado, especialmente la IA y otras tecnologías avanzadas no deben ser vistas como competidores del talento humano, sino como herramientas para amplificar nuestras capacidades.

Hoy en día, el Talento no es solo un recurso; es un activo geoestratégico. En la economía global del conocimiento, quien domine el talento dominará el futuro. Los países y regiones que inviertan en sus personas, que valoren sus capacidades y que generen las condiciones para retenerlas y atraerlas, serán quienes lideren.

Europa tiene en su historia y en sus instituciones las bases para construir este liderazgo, pero es necesario actuar con determinación. Dejar escapar el talento formado en nuestras universidades o no atraer a los innovadores del mañana sería un error estratégico que no podemos permitirnos.

En la era de la inteligencia artificial, es fácil caer en la trampa de pensar que las máquinas son el futuro. Pero la verdadera riqueza no está en la tecnología, sino en las personas que saben utilizarla. Europa, con su tradición de excelencia educativa y su diversidad cultural, tiene una oportunidad única para posicionarse como el hogar global del talento.

Sin embargo, el talento no florece por sí solo. Requiere políticas públicas inteligentes, inversión en educación y un cambio cultural que promueva la innovación y que la valore. No podemos permitirnos que esta oportunidad pase de largo. Porque al final, las máquinas pueden aprender, pero solo las personas pueden liderar y construir su futuro. Y en esa capacidad de soñar, de liderar y de construir, reside el verdadero motor del progreso.

PD: En la era del humanismo tecnológico, cuidado con los tóxicos, trepas, troyanos y trolls y rodearos SINERGENTES que siempre suman aptitudes, equipo y valores