Hay algunos términos que resultan complicados de traducir del inglés, idioma universal hoy en día, al español. O, siendo honestos, simplemente parecen sonar mucho mejor en la lengua de Shakespeare que en la de Gil y Carrasco. Uno de tantos casos que caen en este saco es el de 'The Readiness Paradox'. O en el más humilde castellano, la paradoja de la preparación.

He de reconocer que no había escuchado hablar de este concepto hasta el momento, a pesar de estar relativamente extendido; incluso siendo objeto de comentarios de analistas y consultores como Tarek Z. Aoun (Meirc) y de investigadores académicos (Hyun Jung Park junto a Yining Zhang en 2022). Sin embargo, mi serendipia con este concepto llegó en un encuentro a los pies del nudo viario de la M30 con José Fernández Valor, Director Consult Partner en Kyndryl.

La reticencia a usar el término en español también guarda otra explicación: su traducción da lugar a un inesperado e indeseado equívoco. Y es que existe otra paradoja de mismo nombre en nuestro idioma, pero distinto en inglés ('Preparedness paradox') cuyo significado es completamente diferente: la percepción errónea de que una consecuencia desagradable ha sido poco grave y no haría falta invertir tanto en su prevención, cuando ha sido esa preparación la que ha evitado males mayores.

Pero en lo que nos concierne a efectos de esta verborrea que llena esta columna, entenderemos la paradoja de la preparación como el escenario (tan inverosímil como real) en que los directivos de tecnología se muestran confiados en su tecnología, a sabiendas de que tiene los días contados.

¿Es posible que alguien presuma de unos sistemas y despliegues cuya obsolescencia es inminente y bien conocida? Pues aunque parezca absurdo, de ahí la paradoja, es lo que está sucediendo actualmente en el panorama TIC: el 90% de los directivos cree que su infraestructura de TI es excelente, pero solo el 39% piensa que puede gestionar los riesgos futuros. 

Así lo defiende un estudio de la propia multinacional que compartía Fernández Valor. Y esa confianza inicial puede hacer que los CIOS se encuentren con un desafío mayor de lo que se hubieran imaginado, abrumados por la complejidad del reto que se avecina (máxime si tenemos en cuenta la integración de más y más tecnologías exponenciales) y de la necesidad de priorizar inversiones. En otras palabras: corremos el riesgo de pasar de la paradoja a una doble parálisis.

Como humanos, somos proclives a sobreestimarnos y a creer ciegamente en nuestro potencial, también del de las máquinas que hemos construido (metafóricamente hablando en este caso). Pero hacerlo hasta tales puntos, jugando contra el reloj y contra la casa en un casino cuyas ruletas no dejan nunca de girar, suena a aventura descabellada. Una suerte de ilusión de control que debe enfrentarse cuanto antes con el pragmatismo.