Ayer le pedí al ChatGPT que me contara un chiste y me contestó: "Claro, aquí tienes uno: ¿Por qué los pájaros no usan Facebook? Porque ya tienen Twitter". Debe ser una de las peticiones más comunes, se nota que no usé la versión de pago GPT4 y en la versión GPT3 aún no sabe que Twitter ya no tiene pájaro y ahora se llama X.

Entonces, le dije: "Ese es muy malo, prueba otra vez" y me respondió: "¡Mis disculpas si el chiste anterior no te hizo reír! Aquí va otro intento: ¿Por qué el libro de matemáticas se quejó con el diccionario? Porque tenía demasiados problemas. Espero que este te haya sacado una sonrisa". 

Una de las cosas que llaman la atención de las aplicaciones de las inteligencias artificiales tipo ChatGPT es su amabilidad y su corrección en las formas. Dan las gracias y piden disculpas mostrando más humildad que los propios humanos y, ahora, sentido del humor.

Hasta la fecha, para reírnos en internet utilizábamos iconos o expresiones escritas como XD o LOL (Lots of Laughs, reírse a carcajadas) sin poder verificar si eran el reflejo de la cara de la persona o no. Ahora, estamos en otra fase en donde son las maquinas quienes pueden reírse, hacernos reír y saber qué y cómo nos hace gracia alguna cosa.

El humor computacional es una rama de la lingüística computacional y la inteligencia artificial que utilizan las computadoras en la investigación del humor y que es capaz de generar juegos de palabras y bromas. La inclusión de estos generadores y posteriores inteligencias artificiales (IA) en robots está generando nuevas posibilidades.

El reconocimiento de las emociones o la tecnología de las emociones es ya una realidad y cada vez dará más la impresión de que los robots sonríen, aunque no sienten de la misma manera ni entiendan los textos nuevos que crean. Los robots de compañía son ya capaces de ser empáticos con el entorno y hasta de mostrar sentido del humor en el momento adecuado y reírse con tipos de risas diferentes en función de la situación, aunque realmente no lo sientan (como tantos humanos). 

Las nuevas tecnologías están permitiendo el diseño de nuevas aplicaciones basadas en el humor, por ejemplo, analizar datos sobre la risa también permite formular una hipótesis sobre por qué las personas se enamoran de alguien porque nos hace reír y, por tanto, nos relajamos, nos hace sentir que estamos a salvo y eso genera la confianza o el amor según con quién. Si nos reímos con un robot, podemos establecer un vínculo de confianza y esto nos fidelizaría a una marca, por ejemplo.

En la última Conferencia Mundial sobre Robots celebrada en Pekín se mostraron androides hiperrealistas con una apariencia y expresiones de lo más humanas. Ya les hemos visto bailar, dibujar, cantar y, por supuesto, entretenernos, también contando chistes. De la misma manera que Kasparov jugó con el ordenador de IBM Deep Blue al ajedrez en 1997, recientemente, se celebró en Brooklyn una batalla de chistes entre el comediante Matt Maran y una versión de Sarah Silverman impulsada por ChatGPT, con un resultado en cuanto a la calidad de los chistes más que bueno por parte de la IA.

La amenaza que la IA pueda suplir, suplantar o reemplazar a los actores y guionistas, ha provocado la huelga de actores y guionistas de Hollywood, incluyendo a los comediantes. En algunos casos puede que reemplace algunas actividades, pero, sobretodo, la IA puede servir para ayudar a redactar, crear avatares o empatizar para crear confianza. Eso sí, difícilmente puede crear un vinculo igual que un humano ni tener la capacidad de improvisar o controlar el entorno.

La risa es una expresión emocional no verbal que se produce ante una situación ridícula pero inofensiva y que nos hace emitir ruidos como mecanismo de liberación y es, por eso, por lo que calma el estrés o la tensión de una situación generando alivio. La risa, a menudo, depende del contexto y la conexión entre el comediante y la audiencia y esto es difícilmente programable. La comedia prospera con la novedad, la improvisación y la sorpresa y, si no, que se lo digan a los guionistas y presentadores de El Hormiguero o los de Minoría Absoluta, cualidades que son un desafío para que la IA las replique.

Si una cosa provoca la risa es la espontaneidad, el carisma o la capacidad de comunicación, por eso es difícil que un robot cómico pueda sustituir el salto de chiquito de la Calzada, el humor inteligente de Buenafuente, el descaro de Pepe Rubianes, la ironía de Wyoming, el carisma de Eugenio con el "Saben aquel que dice, …el ChatGPT" o el desternillante monologo de Leo Harlem sobre la tecnología, donde el sentido del humor artificial es de lo más humano.

PD: En la era del humanismo tecnológico, cuidado con los tóxicos, troyanos y trolls y rodearos de Sinergentes que siempre suman aptitudes, conocimiento, equipo y valores.