‘Hasta el infinito... ¡y más allá!’  es una de mis frases favoritas. Me encanta por el personaje que la creó, Buzz Lightyear (Toy Stories.Pixar Animations Studio), y por lo que expresa, una ambición sin límites, además de una inocencia y bondad infinitas.

Si pensamos en el infinito y miramos al espacio, lo primero que encontramos son los satélites, y muchos. A finales del año pasado, según datos de la oficina de Naciones Unidas para Asuntos del Espacio Exterior (UNOOSA), 8.029; aunque no todos están operativos, pues se calcula que aproximadamente la mitad ya no están en funcionamiento.

Quiero hablar hoy de los satélites porque hacen una labor increíble que desconocemos. Sin ellos las comunicaciones, la geolocalización, los pronósticos del tiempo, la defensa o muchos avances científicos que hoy consideremos normales no serían posibles, serían ciencia ficción.

Pero, además, estamos en un momento muy interesante en el desarrollo de los servicios satelitales, consiguiendo nuevos hitos inimaginables hasta ahora. Un ejemplo de ello es la posibilidad de llevar internet a todos los rincones del planeta o fotografiar el planeta en tiempo real, obteniendo una imagen continua de toda la Tierra que nos sirve para evaluar y controlar la deforestación, ver la situación de las cosechas, hacer seguimiento de construcciones de infraestructuras, y cien mil usos más que queramos imaginar.

Si alguno se está preguntando porqué es importante conseguir la cobertura geográfica del 100% del territorio, la respuesta es muy sencilla. Primero porque todavía hay lugares donde viven personas sin cobertura de banda ancha de alta velocidad y, segundo, porque hoy no solo nos comunicamos las personas, también lo hacen las máquinas. Máquinas que pueden ser tractores, sistemas de regadío situados en zonas sin cobertura o robots en polígonos industriales; y todos ellos necesitan conectividad, dado que sin conectividad no hay digitalización y sin digitalización no hay progreso.

Creo que unos de los programas financiados por el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia que puede crear más desarrollo y cohesión social es el que lleva por título “UNICO”, que significa programa de Universalización de Infraestructuras Digitales para la Cohesión.

Su objetivo, según dice la convocatoria de ayudas, es mejorar la vertebración y la cohesión social añadiendo “la universalización del acceso a la banda ancha ultrarápida en todo el territorio, permitiendo así mejorar la funcionalidad y la calidad de los servicios digitales necesarios para la completa transformación digital y, con ello, aumentar el bienestar y la calidad de vida de los ciudadanos”. Poco más se puede añadir.

El pasado 22 de marzo el Gobierno presentó el PERTE Aeroespacial con el objetivo de movilizar 4.533 millones de euros entre 2021 y 2025, con una contribución del sector público de 2.193 millones de euros. Su finalidad, según comunicó el Gobierno en su presentación, es mejorar nuestras capacidades en el sector aéreo y espacial, el control medioambiental, las comunicaciones cuánticas y la seguridad en la cooperación internacional, posicionando al sector espacial en el mapa europeo del uso comercial del espacio.

Una oportunidad para que España avance en el sector aeroespacial en Europa, donde según el ICEX ocupamos la quinta posición, con una facturación de más de 11.0000 millones, que representa el 1,5% del PIB español y un 6,8% del PIB industrial y que, además, crea un empleo de calidad (47.600 personas) e invierte en I+D, hasta 9% de la facturación.

España no está mal dentro de Europa, pero tenemos que ser ambiciosos y como dice nuestro amigo Buzz Lightyear, ‘hasta el infinito… ¡y más allá!’ ¿Por qué no podemos ser número uno?

*** Francisco Hortigüela es director general en Ametic.