El barrio de Matinha, en la capital lusa, creció de forma intensa a lo largo del siglo pasado como zona industrial ligada a la producción de armamento. Una vez clausuradas esas empresas, las naves que dejaron vacías a la orilla del río Tajo se volvieron muy codiciadas tanto por inmobiliarias de lujo como por firmas que buscaban grandes espacios para sus negocios. Una de esas industrias intensivas en espacio y a la que le venía de perlas la resistencia de esos viejos edificios era la de los centros de datos.

Por eso, la energética EDP instaló en uno de esos complejos un centro de datos que, años más tarde, acabaría en manos de la compañía ONI y, ahora, de sus dueños españoles Gigas. Inicialmente pensado para servicios de telecomunicaciones, fue ampliando sus miras hacia la nube pública y las propuestas de 'colocation' (instalación de equipos de terceros en sus instalaciones). Un abanico cada vez más amplio que ha conllevado sucesivas ampliaciones, la última de ellas conocida esta misma semana tras una inversión de tres millones de euros.

D+I - EL ESPAÑOL se desplazó hasta este centro de datos para conocer de primera mano los detalles del mismo. Hablamos de una instalación de cinco salas, con una superficie instalada total de 2.000 metros cuadrados con capacidad para más de 500 racks que prestan servicios a la propia nube de Gigas, a 120 proveedores de telecomunicaciones, consultoras tecnológicas y algunos grandes bancos portugueses. Por espacio no será: el edificio permite duplicar la actual capacidad, para lo que ya se ha comprometido una inversión adicional de dos millones de euros para los próximos dos cursos.

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Estos dineros van destinados no tanto a adecuar las sales en sí, que al final no resultan más que grandes espacios vacíos donde colocar servidores, almacenamiento y switches, sino a crear las condiciones básicas en que estos sistemas pueden funcionar de manera óptima y, lo más importante, ininterrumpidamente.

Es por ello que, tras la reciente ampliación, el CPD de Gigas en Lisboa cuenta con dos acometidas a sendas estaciones transformadoras de la red eléctrica, además de dos generadores adicionales de combustible con 800 y 1000 kVA de potencia y una autonomía de 4,2 días cada uno. A sumar un conjunto de baterías redundantes que pueden aumentar en otras seis horas cada grupo el funcionamiento de los sistemas en caso de que se interrumpa la corriente convencional. 

Más allá de la electricidad, también se ha mejorado el sistema de refrigeración de las salas. Ahora mismo, el centro de datos luso cuenta con tres chillers de 514 kW y seis radcoolers de 270 kW. En cuanto a la conectividad, esta instalación dispone de tres entradas de fibra óptica, además de conexiones satelitales, móvil y de microondas. Especialmente reseñable es su conexión directa con el centro de datos de Gigas en Madrid, por medio de un anillo de 100 Gbps que une también Vigo, Badajoz y Oporto.

Miras puestas en el mercado español

Tal y como detalla Diego Cabezudo, CEO y cofundador de Gigas, la experiencia con este centro de datos propio en Lisboa está resultando muy positiva, tanto que sopesa aventurarse de igual modo en España, su mercado nativo aunque ahora ambos países estén prácticamente emparejados en importancia para la empresa (48% de los ingresos provienen de Portugal, por el 40% de nuestro país).

"No descartamos abrir un CPD propio en España o comprar alguno ya existente, en ese sentido estamos abiertos a oportunidades que podamos ver. Tenemos ya la escala y el volumen suficiente para justificarlo", indica a preguntas de D+I - EL ESPAÑOL. Hasta ahora, empero, el foco de Gigas había sido el de aprovecharse de las capacidades de otros centros de colocation para colocar sus equipos, con el fin de acelerar la creación de una extensa red de centros de datos en España, EEUU y Latinoamérica.