Laboratorio de Beonchip.

Laboratorio de Beonchip. Beonchip.

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Microtecnología para acabar con la experimentación animal y desarrollar nuevos fármacos o compuestos químicos

Con células del paciente reproducidas en un entorno controlado, Beonchip define la medicina del futuro: más eficiente, ética, rápida y a menor coste.

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La experimentación animal tiene los años contados. Lo cierto es que siendo como es, un estándar, cambiar ese paradigma puede llevar mucho más tiempo del que nos gustaría, por lo que reducirla y retrasarla hasta que la tecnología ponga de manifiesto que definitivamente ya no es necesaria, empieza a ser urgente.

En esta batalla está inmersa la primera empresa española dedicada al organ-on-chip, una tecnología que permite reproducir las condiciones que tienen las células de un ser vivo de manera controlada en un laboratorio. Dichas células viven en un entorno muy complejo, con estímulos mecánicos, químicos y eléctricos, así como mezclas de estructuras en 2D y 3D.

Y trabajan con multitud de funciones de órganos diferentes.“Cada cliente es capaz de generar un modelo propio utilizando diferentes tipos celulares. En los proyectos colaborativos, tanto europeos como nacionales, es donde podemos estar más cerca del desarrollo de estos modelos de tejido o de órgano”, traslada la cofundadora y CEO de Beonchip, Rosa Monge a DISRUPTORES - EL ESPAÑOL.

En la actualidad, tienen predilección por un proyecto al que han denominado Unlooc, en el que lideran la generación de una plataforma para recrear la barrera hematoencefálica (la estructura protectora que separa la sangre de los tejidos del cerebro y la médula espinal, regulando el paso de sustancias entre ambos).

“Al final del proyecto seremos capaces de tener una herramienta compatible con la industria farmacéutica donde se podrán testar fármacos y ver el nivel de penetración que tienen en este tejido cerebral”, explica Monge.

Dispositivos fabricados por inyección de plástico español

Su equipo, formado por nueve profesionales multidisciplinares entre los que predominan las ingenierías (diseño, mecánica, biomédica, química, física y biología), está dedicado al desarrollo de su propia tecnología, con partes de los dispositivos patentados.

“También damos lugar a tratamientos químicos para modificar las superficies de los plásticos que utilizamos, y que a su vez facilitan que podamos definir con mucha exactitud dónde queremos colocar las células. Estos dispositivos se fabrican por inyección de plástico en nuestro país, ya que algo que también valoramos en la compañía es tratar de mantener el tejido industrial que nos rodea, atrayendo y fijando talento en el territorio nacional”, apunta.

Beonchip tiene muchas miradas puestas encima por parte de investigadores biomédicos de instituciones de investigación, tanto del ámbito público como privado, así como universidades, centros tecnológicos y empresas de biotecnología. También se dirigen a empresas CRO (Contract Research Organizations), quienes realizan ensayos para otras farmacéuticas y cosméticas.

Aunque inicialmente se puede pensar que éste es su cliente objetivo, su CEO muestra que les resulta muy complicado acceder a él y, sobre todo, que la tecnología no está lo suficientemente madura como para que, de momento, se planteen integrarla en su flujo de trabajo habitual.

Si atendemos a los retos, el más inmediato pasa por la estandarización. “Hasta ahora, no había directrices y cada desarrollador había ido tomando decisiones acorde a sus necesidades o a su experiencia, pero sin un rumbo común.", advierte la investigadora.

"Ya llevamos unos años trabajando en generar grupos de interés en las diferentes agencias de normalización de los países y también a nivel europeo para regular de alguna manera el desarrollo de esta tecnología y que podamos seguir unas normas comunes”, añade la cofundadora de Beonchip.

De la universidad a la empresa

Hace más de nueve años, apostar por crear una compañía basada en una innovación que no era, ni mucho menos, de gran consumo, fue un acto de valentía por parte de esta empresa maña. Pero además, es el fruto del trabajo de más de cinco años de investigación desde la Universidad de Zaragoza, reivindicando que la transferencia es posible, y evidenciando que la científica es una carrera de fondo que puede ayudar a facetas e ideas emprendedoras, pero nadie ha formado a estos perfiles para ello.

“Cada vez con más frecuencia, la creación de spin-off o startups se plantea como una posible salida a los doctores que nuestro sistema está formando y que no va a poder absorber. Pero no es un paso directo, es más bien un salto al vacío, porque o bien tienes una red económica y emocional que te sustente, o se hará muy complicado dar ese cambio de rumbo en la vida", apunta Monge.

Quien a su vez confiesa que "emprender e investigar tienen en común la vocación, la resiliencia y el inconformismo, pero hay que saber canalizar cómo pasar de un lado a otro”.

Precisamente, en Beonchip ya planean saltar de España a EEUU y Asia, para continuar creciendo en clientes, productos y colaboraciones, hasta reforzar sus posiciones como la empresa referente en el organ-on-chip.