CTIC RuralTech.

CTIC RuralTech. Noelia Hernández

Centros tecnológicos POR DENTRO

Dentro del valle asturiano de Peón: así ha convertido esta aldea su legado indiano en un ‘sandbox’ de innovación rural

DISRUPTORES visita el centro tecnológico CTIC RuralTech donde se ha creado una red de sensores, simuladores climáticos y una comunidad energética para favorecer la I+D+I en el mundo rural.

Más información: Los centros tecnológicos elevan su papel como motor de la I+D+I española con un retorno de 8,5 € por cada euro invertido

Gijón (Asturias)
Publicada

Las claves

La aldea asturiana de Peón ha transformado su legado indiano en un centro de innovación rural, combinando tradición y tecnología.

CTIC RuralTech, un centro tecnológico en Peón, impulsa la investigación y desarrollo con instalaciones como un simulador climático y una comunidad energética local.

El centro trabaja en proyectos de recuperación del patrimonio local y ha sido reconocido como Pueblo Ejemplar en los Premios Princesa de Asturias 2023.

La luz del amanecer pinta un paisaje de extensos prados verdes, salpicados de caserías y rodeados de bosque. De un lado, pronunciadas colinas; del otro, se puede atisbar el mar, el Cantábrico.

Aunque es octubre, el sol luce con fuerza. Los habitantes del lugar admiten que año tras año el verano se prolonga demasiado, sobre todo en estas latitudes, donde la temperatura media en esta época ronda los 13º C y ya empiezan a contabilizarse más días de cielos encapotados que despejados.

Hoy, el termómetro duplica ese valor mientras el autobús encamina una carretera estrecha y serpenteante para sortear la orografía. El destino es Peón, una aldea que ronda los 300 habitantes del concejo de Villaviciosa, a 15 kilómetros de Gijón.

Entre las casas de los vecinos destacan dos de estilo indiano. Una de ellas alberga una escuela y la otra un laboratorio donde se unen tradición, innovación y tecnología para abordar los actuales retos del medio rural, incluidas las consecuencias del cambio climático.

Llegamos a CTIC RuralTech, la sede rural de este centro tecnológico asturiano.

La innovación, un vecino más

La historia de esta peculiar instalación empieza cuando Ramón Álvarez de Arriba, emigrante de Peón en Cuba, dejó en 1920 los recursos necesarios para crear una escuela de agricultura en su tierra natal.

El propósito era que la gente de la zona dispusiera de una “escuela práctica donde aprender a trabajar el campo con las últimas tecnologías de su tiempo”, cuenta el director de CTIC, Pablo Coca, al reducido grupo de medios a lo que guía, incluido DISRUPTORES - EL ESPAÑOL.

En 2019, este centro tecnológico tomó el testigo con la idea de tener un laboratorio de investigación con impacto en todo el valle. Lo que el propio equipo denomina “valle extendido”. “No queríamos que el centro se quedara dentro del vallado, sino tener un ámbito de experimentación más allá de los 17.000 m² de este terreno, con dos prioridades: acercar a sus habitantes los beneficios de la tecnología y hacer comunidad”, resume Coca.

Querían ser un vecino más. Entre sus primeras actuaciones pusieron en marcha la escuela rural para alumnos de Infantil y Primaria, donde ahora estudian cerca de 20 niños y niñas. A la llegada del grupo de periodistas están disfrutando del momento del patio en una gran pradera.

El valle “extendido”

Mientras se oyen las risas y voces de estos pequeños estudiantes, continúa la visita para conocer las tres instalaciones singulares que alberga CTIC RuralTech. La primera es un simulador climático instalado en cuatro contenedores marítimos, donde se monitoriza el estado del suelo y se ponen a prueba diferentes cultivos y procesos.

Los investigadores pueden programar distintos escenarios y, a través de sensores, controlar variables como la temperatura, la humedad o la luz. Aquí han trabajado, por ejemplo, con una empresa de fresas de Llanes para optimizar su cadena de producción.

La segunda es la comunidad energética local. Una instalación fotovoltaica de 88 paneles y una potencia pico de 35 kW que suministra electricidad al centro tecnológico, a la escuela y a seis viviendas con diferentes perfiles: ganaderos, vecinos permanentes y otros eventuales.

El piloto, según cuenta uno de los investigadores, incorpora un sistema de baterías para almacenar los excedentes de energía y seguir usándola durante las horas sin luz o en picos de demanda. Con esta pequeña planta solar también están explorando técnicas de aislamiento y paquetes de energía descentralizada aplicables a edificación, para lo que ya están colaborando con el estadio de arquitectura García Ramos.

Parte de las instalaciones de CTIC RuralTech.

Parte de las instalaciones de CTIC RuralTech. Noelia Hernández

La tercera de estas instalaciones es probablemente la joya de la corona, lo que hace posible ese “valle extendido”, una especie de sandbox de innovación rural. Se trata de una estación que a través de una red de sensores recoge datos ambientales y productivos para explotarlos con analítica y modelos de IA.

Uno de los objetivos es “entender el comportamiento del clima en esta zona y anticipar decisiones”, concreta el director del centro tecnológico. Entre esos datos figuran los de explotaciones ganaderas y su entorno, con los que han creado un gemelo digital de rebaños de cabra en Somiedo, “una herramienta que abre la puerta a nuevos modelos de negocio ligados a la gestión inteligente del territorio”.

Tradición con futuro

En ese acercamiento a los vecinos del valle, el centro tecnológico ha impulsado pequeñas iniciativas, Entre ellas, un proyecto en el que mayores y jóvenes han trabajado juntos para recuperar y digitalizar patrimonio material e inmaterial del valle, como hórreos, molinos y canciones.

Una apuesta por la innovación social que les valió el reconocimiento como Pueblo Ejemplar en los Premios Princesa de Asturias 2023.

“Trabajamos en el ámbito de la tecnología y la innovación rural con un equipo de 12–15 personas”, apunta Fidel Díaz, director de I+D de CTIC. “Cada piloto tiene un propósito concreto para ser aplicado y no quedarse sólo en el laboratorio”.

Un siglo después de que se pusiera en marcha aquella escuela práctica de agricultura, soñada por aquel vecino indiano que emigró a Cuba, Peón ha recuperado ese propósito de poner la tecnología al servicio de las personas que lo habitan y de formar a aquellas que algún día lo harán.