
Imagen de recurso de inteligencia artificial adaptativa.
Los top semanales del Índice de la Digitalización: IA adaptativa y prótesis personalizables con una app
El Consenso de Tendencias analiza informes internacionales sobre convergencia tecnológica e infraestructuras inteligentes.
Más información: Wake Up Box: la nueva herramienta para el 'reskilling' permanente de los líderes empresariales
Si un coche autónomo dirigido por IA pudiera aprender del entorno en tiempo real, es decir, del tráfico, el estado de las carreteras y los coches que pasan por su lado, podría adaptarse a ese entorno para conducir mejor. Si un robot industrial pudiera aprender del estado actualizado de los procesos en los que colabora, podría adaptarse a las necesidades y ayudar a resolver problemas en tiempo real. Es decir, que la combinación de capacidad -por el entrenamiento algorítmico previo- y flexibilidad -por la observación y comprensión del entorno en presente- supondría un paso de gigante.
Esa adaptación al entorno para tomar mejores decisiones es la base de la IA adaptativa, la que se adapta por sí misma a las normas y comportamientos de su contexto y que ya preparan universidades y empresas. Es una de las novedades que se analiza esta semana en Wake Up BOX, la herramienta de reskilling que aloja el índice de digitalización Inndux 500 y la visión semanal de los últimos informes internacionales agrupados en el Consenso de Tendencias.
La acelerada evolución de lo que entendemos por inteligencia artificial está actuando como vector de cambio tecnológico y estructural, y no al contrario. Y en este contexto, una nueva y enorme potencia requiere de un proceso de convergencia tecnológica que pueda encauzar esta fuerza, además de infraestructuras, tanto físicas como digitales, resilientes y con capacidad ampliada, como refleja el informe de Tendencias Tecnológicas de Wake Up BOX.
Mientras, seguimos viendo aplicaciones de vanguardia de tecnologías como la IA, la cuántica o el blockchain, que salen del campo de la investigación para aterrizar en campos tan diversos como las prótesis médicas, el guiado de vehículos de defensa o incluso la trazabilidad del mejillón.
La era del metaaprendizaje
Se llama metaaprendizaje al aprendizaje sobre el propio aprendizaje. Ese aparente trabalenguas es la base técnica de la IA adaptativa, la inteligencia que aprende a aprender, es decir, que puede adaptarse por sí misma a las normas y comportamientos de su entorno o su contexto en tiempo real, sin depender exclusivamente de un entrenamiento previo cerrado.
En este sentido, la Escuela de Ingeniería Tandon de la Universidad de Nueva York, en colaboración con Google DeepMind, está desarrollando sistemas adaptativos capaces de entender y ajustarse al comportamiento humano en tiempo real. El proyecto trata de enseñar a la IA a “aprender a aprender” para permitir que los algoritmos puedan adaptarse a situaciones imprevistas, a diferencia de los modelos actuales, que siguen reglas fijas.
Un antes y un después en sectores como la conducción autónoma, el transporte, la robótica asistencial y los entornos laborales colaborativos. Es obvio, sin embargo, que la perspectiva de una IA “tomando sus propias decisiones” no está exenta de retos éticos y de seguridad, así que sus promotores aseguran que el equipo incorporará mecanismos de control y pruebas con intervención humana para garantizar un desarrollo responsable.
La inteligencia al servicio de la realidad de sectores diversos. Como el de la medicina, otro de los campos donde se centran las disrupciones incluidas esta semana en el top 10 del índice Inndux500. En concreto, con un nuevo material que, en sistema inteligente que facilita adaptar las prótesis según las necesidades del paciente en cada momento.

Prótesis diseñadas por el Imperial College de Londres,
Se trata del Roliner, un material adaptable desarrollado por investigadores del Imperial College de Londres, que responde a uno de los principales problemas de las prótesis: que, a pesar de su personalización, pueden resultar incómodas porque tienden a tener una forma rígida que no se adapta a los movimiento o cambios del organismo. Roliner permite ajustar en tiempo real la forma, volumen y rigidez del encaje protésico mediante una app móvil, lo que además de permitir que el usuario esté más cómodo, reduce el riesgo de llagas y complicaciones. Además, no solo se puede aplicar en prótesis sencillas, sino también en exoesqueletos, equipos de protección y hasta en dispositivos usados por astronautas.
Cuántica más allá del GPS y blockchain para el mejillón
No solo en el sector de la salud, la transformación tecnológica hace surgir nuevas intersecciones entre tecnologías y usos imprevistos. Como la que relaciona la cuántica y los dispositivos de navegación gracias a la startup australiana Q-CTRL. Esta empresa desarrollado la tecnología cuántica Ironstone Opal, que promete sustituir al sistema GPS y a los satélites, puesto que se basa en sensores cuánticos que tienen la capacidad de detectar variaciones en el campo magnético terrestre.
De este modo, se eliminan los inconvenientes típicos del GPS, tales como la pérdida de señal o la interferencia externa, ya que la forma de funcionar de Ironstone Opal se basa en un escaneo del campo magnético terrestre, complementado por un software basado en IA que filtra el ruido ambiental para obtener más precisión. Está inicialmente pensado para el sector de la defensa, aunque tiene aplicaciones en industrias como la agricultura de precisión o la logística.
Pero si de cruces imprevistos entre tecnologías y sectores hablamos, destaca el del blockchain y el mejillón gallego. El Consejo regulador de denominación de origen Mejillón de Galicia ha puesto en marcha dos medidas pioneras para proteger la calidad de su producto estrella. Por un lado, aplicando técnicas de biotecnología, el proyecto Seafood-ID controla y analiza la dieta de los moluscos, similar en las diferentes rías gallegas, lo que garantiza su procedencia.
Pero, además, junto a la empresa NTT, se ha desarrollado el proyecto Theros, un sistema de trazabilidad basado en blockchain con el que se puede integrar toda la cadena de valor del mejillón, bien por entrada manual de datos o bien por conexión a los sistemas ERP de las empresas. Desde la batea hasta la llegada del producto, fresco o procesado, al supermercado: todo queda registrado mediante la información de las compañías, pero también integrando las lecturas correspondientes a sensores IoT de temperatura, movimiento en el transporte o humedad, entre otras cosas.
La convergencia tecnológica rompe las burbujas
Aunque las innovaciones son muchas y muy diversas, la de la tecnología no es una evolución acumulativa, sino una recombinación estructural de capacidades, sistemas y prioridades, como introduce el Consenso de Tendencias, descargable en Wake Up BOX, que esta semana aborda las principales tendencias tecnológicas reflejadas en estudios internacionales.
Y la primera de estas es la convergencia tecnológica, que da paso a una nueva era en la que la próxima ventaja competitiva no vendrá de acumular más herramientas, sino de combinarlas mejor. De este modo, las organizaciones más avanzadas orquestan capas tecnológicas complementarias como IA, datos, automatización, materiales, energía y cloud en sistemas interoperables, modulares y adaptativos.
Todo ello, además, en un momento en el que la inteligencia artificial ha dejado de ser una solución aislada para convertirse en un componente estructural de las organizaciones. Ya no se trata solo de modelos de lenguaje o algoritmos predictivos, sino de la integración de infraestructuras inteligentes, que pueden aprender, adaptarse y operar con autonomía. Aunque, ojo, uno de los principales retos de estas nuevas infraestructuras sigue siendo la gestión del dato no estructurado, que representa ya más del 80 % del volumen total de datos empresariales. Datos, software, IA… pero también arquitectura, tangibilidad.
Si la narrativa tecnológica ha bebido durante años de lo intangible, las recientes disrucpiones demandan también una mayor potencia de lo físico. Chips, sensores, materiales avanzados, centros de datos, robótica, energía distribuida y dispositivos conectados forman parte de una nueva generación de sistemas físicos inteligentes que cambian las reglas del juego. Como en la IA adaptativa aplicada a robots o a coches autónomos, como en la tecnología aplicada a las prótesis, lo físico y lo intangible, exoesqueleto y cerebro, se dan la mano.