Visor de la plataforma de Esri y el Cabildo de La Palma.

Visor de la plataforma de Esri y el Cabildo de La Palma.

Canarias

El entramado tecnológico surgido de las cenizas de un volcán y que revoluciona la medición de emisiones de CO2

La compañía Esri y el Cabildo de La Palma han instalado 1.200 sensores para monitorizar la calidad del aire con una plataforma escalable a otros ámbitos en la isla.

Más información: Las cenizas del volcán de La Palma, motor de innovación dos años y medio después

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No hace falta recordar qué sucedió en la isla de La Palma el 19 de septiembre de 2021. La erupción del volcán Tajogaite trajo consigo 85 días de devastación que hizo temblar los cimientos de esta isla canaria a la que irremediablemente le iba a cambiar la vida.

Además de las obligadas tareas de reconstrucción en las zonas más perjudicadas, también fue obligado hacer un planteamiento medioambiental de la situación. El control de las emisiones de CO2 o incluso la posibilidad de predecir ciertos patrones de cara al futuro fueron aspectos que se pusieron sobre la mesa de investigadores y empresas tecnológicas.

Una de ellas, Esri, casi cuatro años después, hace balance de uno de los proyectos que están llamados a revolucionar esa gestión medioambiental.

El proyecto Alerta CO2 se implementó tras la erupción "con el objetivo de monitorizar y gestionar las emisiones de CO2 en las zonas afectadas y, utilizando la plataforma ArcGIS Online, se desarrollaron diversas herramientas para analizar datos históricos y en tiempo real, habilitando una toma de decisiones rápida y precisa".

Lo explica Borja Solís, responsable de Diputaciones y Cabildos Insulares en Esri España, quien matiza que con ArcGIS Hub se facilitó la colaboración entre instituciones, asegurando un acceso centralizado y seguro a la información.

Además, "mediante paneles interactivos y el uso de drones, se obtuvo una visión detallada del impacto ambiental: más de 1.200 sensores permiten monitorizar la calidad del aire, alertando rápidamente a las autoridades ante posibles riesgos", añade.

Las autoridades, por cierto, parecen estar encantadas con el proyecto. DISRUPTORES contacta con Juan Antonio Bermejo, técnico GIS en el Servicio de Transformación Digital del Cabildo de La Palma. "Es un sistema muy innovador de monitorización en tiempo real de las concentraciones de dióxido de carbono en Puerto Naos y La Bombilla, zonas gravemente afectadas por la erupción. Gracias a la colaboración entre el Cabildo de La Palma, el Instituto Geográfico Nacional (IGN) y el Instituto Volcanológico de Canarias (INVOLCAN) y empresas privadas como Esri España, mejoramos la capacidad de anticipación, respuesta y seguridad", admite.

Y resalta que "este sistema ha facilitado que algunas personas puedan ya volver a sus viviendas, conforme a lo establecido en el protocolo de seguridad". Es, concluye, "posiblemente la zona con mayor despliegue mundial de sensores de este tipo".

Desde Esri apuntan que la combinación de datos climáticos y ambientales ha permitido no solo evaluar la situación actual, sino también desarrollar modelos predictivos que ayudarán a anticipar posibles escenarios futuros. "Con esto, el proyecto no solo ha mejorado la capacidad de respuesta ante emergencias, sino que también ha sentado las bases para la creación de un gemelo digital, lo que permitirá optimizar aún más la gestión de este tipo de crisis en el futuro", indica Solís.

El proyecto también beneficia a la ciudadanía, permitiéndoles acceder a datos de emisiones a través de códigos QR en balizas con geolocalización. Como siguiente paso, explican desde Esri, se busca integrar variables climáticas para mejorar los modelos predictivos y la gestión de futuras emergencias. En definitiva, este sistema demuestra cómo los Sistemas de Información Geográfica, GIS por sus siglas en inglés, puede transformar la gestión de desastres naturales.

Tanto el responsable de Esri como el técnico del Cabildo analizan dos aspectos diferentes subyacentes al proyecto Alerta CO2. Por un lado, las dificultades que ha implicado su implantación y, por otro, la escalabilidad a otros ámbitos.

Con respecto a las dificultades, Borja Solís remarca que "la puesta en marcha de este proyecto se ha enfrentado a varios desafíos, tanto físicos como digitales". Al tratarse de una zona afectada por la erupción de un volcán, el acceso al terreno "se tornó complicado debido a la alta presencia de gases tóxicos; esto representó un gran reto a la hora de instalar los más de 1.200 sensores y sigue causando dificultades a la hora de llevar a cabo labores de mantenimiento".

Por otro lado, al tratarse de un proyecto de tal envergadura, "la gestión de grandes volúmenes de datos en tiempo real ha representado un desafío, ya que el sistema debe procesar información proveniente de más de 1.200 sensores, drones y modelos climáticos".

Retos y escalabilidad

Por último, la sensibilización y participación ciudadana ha sido un factor clave, ya que "la población debía conocer y utilizar las herramientas disponibles, como los códigos QR en balizas para consultar datos de emisiones en su entorno".

Por su parte, Bermejo remarca que, desde el punto de vista del Cabildo de La Palma, "la principal dificultad ha sido el reto técnico y logístico de desplegar una red tan densa y precisa en un entorno complejo y con restricciones de acceso". A esto se suman "desafíos tecnológicos" como garantizar la conectividad de los sensores en tiempo real, la interoperabilidad entre plataformas, y la necesidad de "generar herramientas accesibles para la ciudadanía".

Y añade también la complejidad relacionada con la formación a los empleados públicos. "Aunque partíamos de una base de conocimiento del proyecto La Palma Smart Island, el despliegue del proyecto supuso un nuevo reto y ha venido acompañado de un refuerzo en la formación del personal técnico y operativo del Cabildo, especialmente en lo relativo al manejo de tecnologías IoT, análisis de datos, interpretación de dashboards y respuesta ante alertas", reconoce el técnico.

La escalabilidad del proyecto también es un aspecto importante a tener en cuenta. En Esri tienen muy claro que el proyecto Alerta CO2 "podría aplicarse en múltiples contextos más allá de las zonas de riesgo volcánico".

Su capacidad para monitorizar emisiones de CO2 en tiempo real, analizar datos ambientales y facilitar la toma de decisiones "lo hace útil en diversas áreas como la gestión de la calidad del aire en ciudades, la supervisión de industrias contaminantes o el seguimiento de zonas afectadas por incendios forestales".

En entornos urbanos, "esta tecnología permitiría evaluar los niveles de contaminación y diseñar estrategias para mejorar la calidad del aire, como restricciones de tráfico o zonas de bajas emisiones". También podría aplicarse -añaden- en la gestión de infraestructuras críticas, como plantas industriales o refinerías, asegurando el cumplimiento de normativas ambientales.

Y es que, la isla de La Palma ha demostrado que "como en toda crisis se ha puesto de manifiesto la necesidad de contar con herramientas innovadoras que permitan gestionar mejor el territorio, anticipar riesgos y proteger a la población", indica Bermejo.

Iniciativas como La Palma Smart Island, "están impulsando un modelo de isla más resiliente, digital y conectada, donde los datos y la inteligencia territorial permiten tomar decisiones más justas, eficaces y sostenibles".