En un mundo hiperconectado como el actual, donde las culturas se mezclan y nunca ha sido tan fácil conocer y hacer negocios con personas de cualquier parte del planeta, la lógica diría que la colaboración y el multilateralismo cada vez deberían ser más habituales. Sin embargo, los acontecimientos recientes, desde la pandemia de covid-19, la inflación, los episodios climáticos adversos, la guerra en Ucrania y las crecientes tensiones entre potencias como China y Estados Unidos, están generando una profunda incertidumbre que pone en cuestión la estabilidad global. Afrontamos una complejidad conformada por desafíos caóticos que exigen que los territorios tengan capacidad de adaptación y de identificación de sus dependencias y fortalezas.

Estos eventos han evidenciado la fragilidad de las cadenas de suministro internacionales y la necesidad de reformular la autogestión en áreas críticas como la salud, la seguridad o las nuevas tecnologías. En este nuevo contexto con un entorno geopolítico cada vez más volátil las instituciones que nos representan han situado la reindustrialización y el desarrollo de ámbitos tecnológicos críticos como un eje de actuación prioritario.

En esta línea, la Unión Europea (UE) consciente de los desafíos a los que se enfrenta, ha trazado una estrategia para garantizar la capacidad "de actuar de manera autónoma cuando y donde sea necesario". Esta hoja de ruta prioriza los valores europeos y abraza una visión humanista de la tecnología, junto con una transición digital y verde.  El objetivo es claro, tener una Europa líder y diferenciada que tenga relaciones de iguales con cualquier otra potencia y pueda garantizar un crecimiento económico sostenible. Bajo esta premisa, durante el último semestre del 23 y el mandato de España de la presidencia del Consejo de la UE, se presentó el informe EU Resilient 2030, con el propósito de asegurar la Autonomía Estratégica Abierta (OSA) de la UE y su liderazgo global para el año 2030.

Esta búsqueda de autonomía y rediseño de dependencias genera asimismo claros riesgos proteccionistas y aislacionistas. Por el contrario, es urgente promover un enfoque basado en el multilateralismo y la colaboración con socios afines más allá de las fronteras europeas, precisamente, es el caso de España un modelo a seguir. Desde nuestra visión identificamos dos ámbitos para avanzar en la OSA: un mayor liderazgo de España en su desarrollo y potenciar la internacionalización de empresas de base tecnológica de alto crecimiento, las denominadas scaleups.

Las 'scaleups' y la competitividad

El potenciar el número de estas empresas es un planteamiento estratégico consensuado entre los veintisiete socios que se mantendrá durante la futura legislatura europea, tras las elecciones del nueve de junio. Las instituciones europeas son conscientes de que para el desarrollo de tecnologías digitales críticas es necesario el aumento de empresas de componente innovador para tener una posición global avanzada.

En este sentido, son diversas las voces que vienen señalando desde hace tiempo la relevancia socioeconómica de las startups y scaleups para el futuro de la UE y su autonomía estratégica. Estas empresas han demostrado tener el potencial de impulsar la productividad del continente, atraer inversión internacional, crear empleo y promover la innovación en sus respectivos sectores. Al apoyar a estas empresas, estaremos reduciendo la brecha tecnológica respecto a otros territorios, de ahí, la urgente necesidad de que este tejido empresarial duplique su tamaño del ecosistema para 2030.

Si queremos conseguirlo, se necesita una ambiciosa estrategia europea para startups y scaleups, que apoye la escalabilidad de las empresas y las consolide como grandes campeones tecnológicos europeos. 

En línea con los compromisos de la Europe Startup Nations Standards Declaration, la hoja de ruta pasa por proporcionar un marco normativo armonizado en la UE que avance en un mercado único real para la expansión de las operaciones de las empresas y medidas que favorezcan sus procesos de atracción de financiación y de talento durante las fases críticas de su ciclo de vida. Asimismo, es crucial facilitar los vínculos con ecosistemas de emprendimiento innovador de otras regiones del mundo.

El rol de España 

España ha demostrado ser un actor relevante en la creación de nuevas empresas, contribuyendo significativamente al ecosistema emprendedor europeo. Sin embargo, se enfrenta el desafío de hacer crecer estas empresas una vez creadas. A pesar de ocupar el sexto lugar a nivel mundial en la creación de startups, las empresas tecnológicas españolas aún no alcanzan el mismo nivel de captación de capital que sus homólogas estadounidenses ni que el de otros países europeos como Reino Unido, Francia o Alemania.

Nuestro país tiene la oportunidad de liderar esta nueva etapa en el contexto europeo, aprovechando la experiencia y el potencial innovador del ecosistema emprendedor nacional, su avanzada posición en digitalización y su conexión cultural y económica con regiones clave como Latinoamérica. Para lograrlo, es esencial crear un entorno propicio que fomente la inversión en innovación y digitalización, así como el acceso a financiación para el crecimiento empresarial.

Como forma de lograr este objetivo y contribuir a la OSA, creemos que España aún puede aumentar más su influencia y liderazgo a nivel europeo. Esta tarea no solo compete al ámbito público, el sector privado tiene que ser consciente de su rol en esta transformación europea y tener un papel activo en Bruselas, participando positivamente en la toma de decisiones y en el diseño de políticas que beneficien a toda la UE. Esta colaboración público-privada debe basarse en una estrategia común que promueva los intereses de España y de Europa en su conjunto.

Una mayor de involucración de nuestras empresas en Europa puede permitir una mejor articulación al acceso a inversión pública de la UE, estructurada a través de  planes como el programa Horizon Europe con más de 95.000 millones de euros, que a través del European Innovation Council da apoyo a innovaciones disruptivas, o la iniciativa European Tech Champions el fondo de fondos, dotado con más de 3.750 millones de euros, del que España es parte activa a través del Fondo Next Tech. Es cierto que todavía hay muchas trabas burocráticas y la necesidad de una mayor comunicación institucional, pero es el momento de que los emprendedores nacionales aumenten su influencia en el ámbito europeo y contribuyan significativamente al desarrollo económico y tecnológico de Europa.

La UE necesita contar con la participación de los gobiernos, scaleups y emprendedores para construir una Europa digital e innovadora que sepa priorizar las necesidades de las empresas de alto crecimiento para que dispongan de un sistema de incentivos adecuado, un contexto de certidumbre regulatoria y acceso a fondos públicos. Con este enfoque integral podremos fomentar un ecosistema propicio para el desarrollo de campeones europeos que ayuden a la UE mantener su posición de líder mundial y consoliden su autonomía estratégica.

***Miguel Ferrer es vicepresidente ejecutivo de Estrategia y Agenda Pública de Adigital.