Hace unos días volvió a ser noticia el racismo en un campo de fútbol, algo que no por recurrente es menos hiriente. Durante este tiempo, he visto y oído muchos debates entre amigos, en persona o en redes sociales, y he expresado mi opinión al respecto. 

Pero, antes de compartirla, creo que es importante recordar lo que significa la palabra. Según la RAE, "racismo" se define como: 

  • Creencia que sostiene la superioridad de un grupo étnico sobre los demás, lo que conduce a la discriminación o persecución social.
  • Ideología o doctrina política basada en el racismo.
  • Discriminación basada en el racismo. Actos, episodios de racismo.

Viendo estas actitudes llego a la conclusión de que vivimos en nuestras burbujas y perdemos de vista que el mundo es un lugar diverso por definición. Creo que somos un país racista porque aquí no hemos convivido demasiado con distintas razas, credos… hasta hace relativamente poco; pero eso no es excusa para mirar hacia otro lado, para ignorar el problema. La discriminación es un reto pendiente al que nos enfrentamos, algo muy perjudicial para el desarrollo de las personas, pero también una gran pérdida de talento.

Cuando hablamos de ESG, y de una de las múltiples piezas que la componen relacionadas con este tema, DEI, nos damos cuenta de la importancia de las políticas de diversidad, equidad e inclusión en el lugar de trabajo. Pero da la impresión de que no le estamos dando la suficiente relevancia fuera del lugar de trabajo.

Muchas veces hablamos de sesgos conscientes, de sesgos inconscientes y de su importancia a la hora de desarrollar la inteligencia artificial. Igual deberíamos pensar en términos de racismo consciente y de racismo inconsciente. Es posible que si asumimos que muchas actitudes que se aceptan porque “siempre se ha hecho así” o porque “es tradición” no son correctas, consigamos avanzar como sociedad y eliminar progresivamente el racismo y otras muchas discriminaciones injustificables en los años 20 del siglo XXI.

Justificar la actitud, diciendo que Vinicius provoca a la afición. Ahí tomo las palabras de Jürgen Klopp, que el otro día, cuando le preguntaron sobre el tema, contestó de manera directa y precisa: “No hay nada que justifique el racismo. Nada. Y punto.”

Otro entrenador muy admirado por los futboleros, Pep Guardiola, respondía lo siguiente a una pregunta sobre este tema: "El racismo no es un problema de un lugar en específico, sino en todo el mundo. Creemos que nuestro país e idiomas son mejores que otros, pero cuanto más viajas y conoces te das cuenta de que todos somos lo mismo".

Cuanto más me pregunto sobre este tema, más cuenta me doy de lo inconscientes que somos. No pienso solo en los sesgos al programar (incluida la IA Generativa), sino en otros menos visibles como el de los fármacos (también son racistas porque excluyen distintos grupos de los ensayos clínicos con los que se prueban).

Hablamos mucho de crear una agencia para controlar el desarrollo de la IA. Pero es igual de urgente evolucionar a un nuevo capitalismo que ponga a las personas y al planeta en primer lugar. Algunas personas lo llaman capitalismo regenerativo y creo que el nombre puede ser muy acertado si nos sirve para regenerar los principios básicos de la sociedad, de la humanidad. Seamos conscientes de que lo que cantaba Manolo García con El último de la fila en "Insurrección" es una verdad absoluta, “Nadie es mejor que nadie, pero tú creíste vencer”. No nos creamos mejor que nadie, porque todos estamos hechos de carne y huesos.