Las plataformas de redes sociales de las big tech, con su casi infalible arquitectura algorítmica son alimentadas por una ingente cantidad de datos, tiempo y atención personales obsequiada sin resistencia ni alarma alguna por millones de usuarios, que son guiados mayormente por su hemisferio más emocional y su circuito cognitivo de recompensa inmediata que libera dopamina, casi desconectado de la parte más racional.

Esos obsequios conforman una gigantesca máquina social de 'monetización' que, a partir de ellos, acaba generando una tasa de beneficios para esas plataformas con una rentabilidad económica superior a cualquier otro sistema de modelo de negocio anterior. ¿Ocurre esto con todas las plataformas de red social de las llamadas big tech? Pues resulta que había una excepción. Se trata de Twitter, una red social de 'microblogging' con escasos beneficios en comparación con las demás.

Eso, hasta el momento de adquirirla Elon Musk, el hombre más rico del mundo, y CEO de dos empresas espectacularmente exitosas en alardes de innovación y hazañas tecnológicas: Tesla y Space X. La rentabilidad económica absoluta no era, hasta la compra por Musk el mayor santo y seña de Twitter, sino su relevancia, influencia y prestigio 'político' y mediático. Ha llegado a convertirse en un instrumento de expresión instantánea imprescindible, sin apenas coste, para cualquier líder público.

La proyección cuantitativa de Twitter es muy baja en comparación con la mayoría de las plataformas globales. Por ejemplo, comparada con Facebook, cuyo alcance publicitario alcanza a 2.170 millones de usuarios (según el ‘Informe Global Digital 2022’ de Hootsuite & We Are Social publicado en julio de 2022). O con TikTok, cuyos anuncios llegan a 1.000 millones de usuarios adultos cada mes (el 22% fuera de China); o con You Tube, que llega a 2.000 millones; Instagram a 1.440 millones; WeChat a 1.200 millones –en su mayoría chinos–; Telegram a 700 millones; Snapchat, a 617; Doutin, a 613; Quaishou a 598; Sina Weibo, a 582; o QQ' a 564, Así que la magnitud de los 486 millones de usuarios de Twitter (incluyendo cuentas falsas y de bots) no deberían ser, en teoría, el principal objeto de deseo de alguien como Elon Musk, acostumbrado a pensar muy a lo (más) grande.

Entonces, ¿cuál es la razón de esa fijación de Musk por una red social como Twitter que le ha llevado a hacer efectiva su compra por más de 44.000 millones de dólares? Desde su anuncio en abril ha habido múltiples afirmaciones contradictorias por parte de Elon Musk en estos últimos meses, justo hasta la fecha que el acuerdo había puesto como límite. Veamos.

El CEO de Tesla denunció que la empresa Twitter ha mentido en sus informaciones al regulador bursátil estadounidense que señalaban como falsos, en años recientes, sólo el 5% de los perfiles de su plataforma. Musk aseguró que el número de cuentas falsas llega al 20%, pero no presentó pruebas sino sólo expresó intuiciones personales. Pero la cosa se ha ido complicando, ya que sus exabruptos e idas y venidas con la compra de Twitter fueron intranquilizando al mundo de la gran inversión global, que había aportado liquidez al liderazgo de Elon Musk tanto en su emprendimiento a gran escala tanto en Tesla como en SpaceX.

Elon Musk dual y desdoblado: el emprendedor genial y el nerd a lo Sheldon Cooper

Aunque el mejor método sería esperar para intentar saber lo que va a pasar con Twitter de verdad, creo que deberíamos separar las acciones que corresponden al genial empresario de las que lleva a cabo delante de todo el mundo en la red el 'personaje' que Musk ha creado de sí mismo (el 'Musk nerd'), y que a mí me recuerda mucho al tipo de personaje asperger hiper-inteligente y nerd, apasionado de la tecnología, que interpretaba genialmente el actor Jim Parsons en la célebre serie 'The Bing Bang Theory', Sheldon Cooper.

 De esta manera, tal vez comprendamos e interpretemos mejor las acciones del empresario 'Musk CEO', que actúa en la economía real, separándolas de las de su 'personaje versión nerd' ('Musk nerd') que ha creado de sí mismo e interpreta su papel en la dimensión paralela del espectáculo digital de las redes sociales.

Elon Musk dual: el 'Musk CEO' y el 'Musk nerd'. IMAGEN: A. Plasencia

Elon Musk dual: el 'Musk CEO' y el 'Musk nerd'. IMAGEN: A. Plasencia

Parece que existe una especie como de dualidad cuántica entre el personaje digital online y el empresario del mundo real en que aparentemente se ha desdoblado. Ahora, tenemos un Elon Musk 'dual'.

A veces, las acciones y retro-acciones del empresario, y de su propio personaje digital, parecen estar coordinadas y, otras, en total contradicción. El 'personaje' Musk, cuyo 'alter ego real' ejecutó pocas horas después la compra de Twitter, subió a la red poco antes un vídeo en el que ve al Musk de carne y hueso entrando con un lavabo en sus manos a la sede central de Twitter, en un gesto supuestamente humorístico–simbólico que parece pensado como el humor nerd al que nos tenia acostumbrado el protagonista de 'The Bing Bang Teory'.

Lo hizo sonriente, interpretando una especie de gag visual al que no todo el mundo acabó de 'pillar la gracia'. Pero el gag lo ejecutó como un 'nerd asertivo', de esos a los que parece no importar en absoluto lo que opinen los demás, sobre todo los bien pensantes y pusilánimes a los que siempre quieren provocar.

ras esta entrada, subió a la red el citado vídeo de su irrupción sorpresiva con una frase superpuesta: "Entra en el cuartel general de Twitter: ¡dejemos que esto se hunda!", rezaba el pie de foto del vídeo tuiteado por Musk. Con el vídeo, el multimillonario (en su forma de clon digital) se permitió un golpe de humor -que muchos no entienden–, aludiendo literalmente al título de su publicación en Twitter: "Let that sink in". Más tarde, tuiteó que había conocido a mucha "gente guay" durante su visita a la sede de Twitter.

En paralelo, ese mismo 'personaje Musk', muy hiperactivo en las redes, publicó un tuit que dice escuetamente (en traducción libre): "El pajarito ha sido liberado." Y, luego, insinúa que ha comprado Twitter para "ayudar a la humanidad". Todo ello en pocas horas.

El personaje 'Musk nerd' es asimétrico al CEO Elon Musk, que no parece muy altruista, sino más bien del estilo radical de inversores de Silicon Valley, tipo Andreessen Horowitz o Peter Thiel. No sé cómo será el futuro Twitter, pero casi seguro que, en esta impronta dicotómica el 'Musk CEO' acabará radicalizado hacia una rentabilidad a toda costa al 'Musk nerd'.

'Elon Musk nerd' entra en la sede de Twitter como elefante en cacharrería

 Entrar como elefante en cacharrería en una empresa que acabas de comprar no es muy tranquilizador, sobre todo en un momento en que el mundo de los accionistas e inversores está 'de los nervios'. Con presiones de fondo de la SEC, Wall Street y del NASDAQ, cualquier comentario ‘viralizado’ puede causar hoy una debacle o un pánico instantáneo en un valor bursátil y contagiarse a otros. Pero eso sería jugar 'con las cosas de comer'.

Por ejemplo, un pánico producido por un tropiezo en Twitter podría originar una debacle si se contagia desde Twitter a las valoraciones de las acciones del gigante Tesla del mismo Musk. Todo está relacionado y una infección viral de ese tipo se extiende hoy a la velocidad de la luz. Muy peligroso. Hay demasiado en juego.

Volvamos al 'personaje' Musk. La entrada del nuevo dueño de la empresa ha sido cual elefante en cacharrería. Primero, con la amenaza –veremos si se cumple–­ de despedir al 75% del personal; segundo, defenestrando a la cúpula gestora de la empresa sin importar los 88 millones de dólares que ha tenido que desembolsar. El 'Musk nerd' se muestra como si eso fuera una minucia, al lado de su propósito más elevado que es “ayudar a la humanidad”. Pero no todo el mundo piensa así.

La dirección del fabricante de automóviles estadounidense General Motors –el mayor anunciante en la plataforma– ha interrumpido temporalmente su publicidad de pago hasta ver cómo se suceden las cosas. El asunto no es baladí. Las ventas de publicidad representaron más del 90% de los ingresos de Twitter en el segundo trimestre de 2022.

Como Elon sabe muy bien, en realidad, el verdadero negocio de las big tech es la publicidad, así que revestido de ‘Musk nerd’, acaba de pontificar en el propio Twitter con una carta abierta dirigida a los anunciantes, en la que explica sus motivos para la adquisición de la plataforma. Es corta y escueta. Dice, traducida, así:

 "Quiero compartir personalmente mi motivación en la adquisición de Twitter. Ha habido muchas especulaciones sobre por qué he comprado Twitter y lo que pienso sobre la publicidad. La mayoría de ellas han sido erróneas.

 La razón por la que adquiero Twitter es porque es importante para el futuro de la civilización disponer de una plaza digital común, en la que se pueda debatir un amplio abanico de creencias de forma sana, sin recurrir a la violencia. Actualmente existe un gran peligro de que las redes sociales se dividan en cámaras de eco de extrema derecha y de extrema izquierda que generen más odio y dividan a nuestra sociedad.

En la búsqueda incesante de clics, gran parte de los medios de comunicación tradicionales han alimentado y atendido a esos extremos polarizados, ya que creen que eso es lo que da dinero, pero, al hacerlo, se pierde la oportunidad de dialogar."

En principio, parece un comunicado del 'Musk nerd', más que del nuevo CEO, casi con una visión del tiempo de los padres fundadores del internet utópico tipo Vint Cerf, Berners-Lee, Perry Barlow, etc. Pero me niego a pensar que el 'Musk CEO' ignora que el sesgo extremista en la audiencia de las redes sociales está causado por el diseño de su algorítmica, con la que funcionan sus 'cámaras de eco' –como él las llama– y que aceleran y multiplican la atención; manipulando la cognición humana de los usuarios, sesgándola hacia una mayor radicalidad y reacción, buscando así maximizar beneficios, sin considerar los impactos sociales negativos (que también ocurren).

Porque ese tipo de búsqueda de rentabilidad, obvia los inconvenientes sociales, la manipulación emocional o el nefasto extremismo que en los adultos consigue la citada algorítmica. Además, la forma que actúan su interfaces adictivas y las apps y sus cookies con las que buscan obtener, sobre todo en adolescentes, el máximo engagement, la mayor atención durante el mayor tiempo y, en suma, la máxima adicción.

Todo ello, es común al lado oscuro de las plataformas sistémicas de las big tech impulsadas incansablemente por algoritmos que devoran nuestros datos y metadatos con los que alimentan un comercio "contra los propios usuarios, sin ningún respeto a la verdad", como dice O'Reilly. Es ese su lado oscuro (que lo tienen).

¿Han oído hablar de QAnon? ¿O de Parler? Esta últim acaba de ser comprada por el millonario rapero Kanye West después de que, tanto Twitter e Instagram, cerraran sus cuentas por sus publicaciones antisemitas. Lo anterior lo sabemos desde 2018, cuando científicos del MIT demostraron que, en las redes sociales, debido a su estructura y algoritmia, viaja más rápido y en mayor magnitud la mentira que la verdad. Y, por tanto, es mucho mayor negocio la primera que la segunda para las plataformas globales sistémicas, que así obtienen beneficios astronómicos. Las cifras de la citada investigación son impresionantes.

En el caso de Twitter: "Las noticias falsas tienen un 70% más de posibilidades de ser retuiteadas que las verdaderas. Además, las historias verdaderas tardan seis veces más en llegar a 1.500 usuarios que las falsas. En lo que respecta a las "cascadas" de Twitter, o cadenas de retuits ininterrumpidas, las falsedades alcanzan una profundidad de cascada de entre 10 y 20 veces más rápida que los hechos". Echar la culpa, como ha hecho el 'Musk nerd' a los medios de comunicación 'tradicionales' es una completa falacia.

Sobre el asunto Twitter cada vez se están sabiendo más y más cosas. Por ejemplo, sobre las conversaciones de los chats privados previos a la compra entre el antiguo CEO Parag Agrawal, el cofundador de Twitter Jack Dorsey y el 'Musk CEO', que son muy significativas.

En aquellos chats privados, Jack Dorsey dijo –al 'Musk CEO', se supone– que "Twitter debe ser una plataforma, y no una empresa". "Necesitamos una nueva plataforma. –señaló Dorsey–. No puede ser una empresa. Por eso me fui". A lo que Elon –aquí no está claro cuál Musk de los dos– respondió que "valía la pena tanto tratar de mover Twitter hacia una mejor dirección, como hacer algo nuevo".

Dorsey, que siempre ha sido un auténtico fundador nerd y nunca ha ocultado que para él en Twitter lo más importante no era el beneficio económico o el dinero –y eso ha hecho de la plataforma lo que es hoy–, le dijo cómo en su opinión Twitter "debe ser articulado por un protocolo de código abierto, financiado por una especie de fundación que no sea propietaria del protocolo, sino que solo lo anticipa. Un poco como lo que ha hecho Signal. No puede tener un modelo publicitario."

Es probable que eso no era lo que le hubiera gusta oír al 'Musk CEO'. Tampoco lo que le dijo en otro mensaje el entonces aún líder de la gestión de Twitter. Parag Agrawal: "Trátame –dijo a Musk– como a un ingeniero en lugar de CEO y veamos a dónde llegamos". una de las primeras cosas que hizo el 'Musk CEO' al comprar la empresa fue despedirle.

El lado positivo de Twitter que no sabemos si durará

A mí me gusta Twitter. Soy usuario y es una plataforma en la que, si no eres perezoso, y actúas con cuidado, puedes acceder a información y opiniones de extraordinario valor en un mínimo de tiempo. Y puedes protegerte, además, con eficacia, de la desinformación y el spam; de las 'cámaras de eco' del odio, el ciberacoso y de la adicción.

En mi opinión, Twitter no es en absoluto un medio de comunicación del tipo mass media de McLuhan, sino un espacio horizontal de interacción con muchísima influencia tecnológica global y política que, a día de hoy, ha llegado a ser lo que es gracias a la visión de Dorsey. Confundir Twitter son un mass media es prueba de una manifiesta ignorancia sobre lo digital online.

Su lado 'bueno' que, al tiempo, también lo tiene, lo describiré con las palabras que tuiteó ayer mismo Vala Afshar, Chief Digital Evangelist de Salesforce y que comparto.

"Twitter es también: 1. La fuente de noticias más rápida del mundo; 2. Una red de aprendizaje personal; 3. Un lugar de conexiones basadas en ideas; 4. El mayor 'colegio' en comunidad del mundo; 5. Algo que despliega un contenido súper rico en contexto; 6. Es un sitio online para perfeccionar tu pensamiento; 7. Un 'pueblo' reflexivo de gente generosa, y 8. Un lugar para enseñar y ser enseñado”.

Todo esto lo suscribo. Y este tuit contestaba a otro del propio Elon Musk que decía: "Twitter es simplemente el lugar más interesante de internet. Por eso estás leyendo este tuit ahora mismo.". Pero eso no quiere decir que no tenga su lado oscuro. No hay más que leer las secciones dedicadas a esta red social en los diversos diarios. Pero es un lado oscuro que puedes mantener a raya si lo deseas y sabes hacerlo.

Dicho esto, no soy optimista sobre si este lado positivo va a durar, a pesar de esta última frase 'guay' del nuevo propietario. Creo que con su llegada acaba la época de ese Twitter abierto y gratuito –su lado positivo– en que hemos participado. Algo posible hasta ahora gracias a la visión sobre todo del equipo fundador que lideró Jack Dorsey. Pero parece que eso va a cambiar, –para empezar pagando por tu identidad garantizada–, probablemente porque, el ‘Musk CEO’ se va a acabar imponiendo al 'Musk nerd' que manifestaba querer "ayudar a la humanidad", porque "es importante para el futuro de la civilización" –­nada menos–, comprando Twitter, una empresa que nació en un Silicon Valey que hoy, probablemente, ya no existe.

En el Valle del Silicio actual –ahora en declive– el altruismo o querer cambiar el mundo con la tecnología y la innovación, son algo en franco retroceso u olvidado. Hoy allí, maximizar el beneficio es lo único que de verdad importa. Ojalá me equivoque, pero creo que Twitter y su próximo futuro van a formar parte de ese declive. Si ocurre así, será una lástima.