La tecnología ha avanzado mucho desde los primeros días de internet. ¡Pero mucho, eh! Cuando la Web 1.0 surgió en la década de los noventa… ¡del siglo pasado!, dio a los usuarios acceso a información digital con capacidad de búsqueda y comercio electrónico básico, pero, para que nos vamos a engañar, era lenta, engorrosa y desorganizada.

La Web 2.0, que inició su andadura con la llegada del siglo XXI, y que continúa en la actualidad, se caracteriza por los contenidos y la conectividad. Un sinfín de plataformas, aplicaciones y dispositivos móviles nos facilitan la interacción con los demás, la transmisión de contenidos, la compra, el trabajo y el juego con un simple clic o un deslizamiento.

Ahora estamos en la cúspide de una nueva era que se definirá por quién controla los datos. Los titanes tecnológicos que han dominado el ecosistema de la Web 2.0 han hecho una fortuna con el seguimiento y la monetización de los datos de los usuarios. Los ingresos anuales combinados de Alphabet, Amazon, Apple, Facebook y Microsoft rondan los 1,2 billones de dólares, según los informes de beneficios de 2021, un salto de más del 25% desde el inicio de la pandemia en 2020. Sí, sí, es mucho dinero.

Hasta ahora, los usuarios no se han beneficiado de que sus datos sean recopilados, vigilados y vendidos, y la opinión pública no está satisfecha con el statu quo. Según una encuesta de Pew Research Center, la mayoría de los estadounidenses (81%) considera que tiene muy poco o ningún control sobre los datos que las empresas recopilan sobre ellos, y el 79% está muy o algo preocupado por el uso que las empresas hacen de éstos.

La Web 3.0, o web3 para los amigos, está llamando a la puerta y está preparada para cambiar el panorama de la propiedad de los datos y devolver el poder a los usuarios.

Un nuevo modelo de datos para la web3

En la Web 1.0 o 2.0, toda la información relacionada con nuestras interacciones con el contenido online es almacenada por el proveedor. Nosotros, como usuarios, no tenemos la propiedad de estos datos personales recogidos durante nuestro viaje por la red.

La Web 3.0 se centra en hacer que la información personal vuelva a ser privada. Se basa en un movimiento creciente para dar a los usuarios el control sobre la propiedad de sus datos y su monetización. Y lo hace animando a las personas a decidir cómo quieren recoger y almacenar sus datos, y si quieren venderlos y cuándo, en lugar de que las empresas los recojan gratuitamente y saquen rédito de ello.

En su esencia, la Web3 es un sistema de inclusión voluntaria, que va mucho más allá de los onerosos acuerdos de términos y condiciones que todos hemos aceptado y ninguno leído. En un futuro más cercano de lo que imagináis, podremos personalizar nuestras preferencias personales para nuestros datos, ya sean universales o específicas. ¿A qué me refiero? Pues por ejemplo:

  • Configuración universal: decidiremos que no queremos que ninguna empresa de ningún dominio rastree nuestros datos y estableceremos nuestra configuración universal como privada.

  • Configuración específica: podremos decidir que estamos dispuestos a vender nuestra información en determinados ámbitos de nuestra vida. Por ejemplo, establecemos preferencias para rastrear y monetizar toda la información de nuestros viajes de negocios y de placer: cómo llegamos, dónde nos alojamos, qué hacemos. Pero no queremos compartir ninguna información relacionada con el entretenimiento, las compras o las noticias, así que optamos por mantener todos esos datos en privado.

Nuestro perfil individual identificará lo que se puede y no se puede hacer con nuestros datos a través de smart contracts (contratos inteligentes) respaldados por blockchain, permitiendo a los anunciantes o intermediarios agregar nuestros datos a cambio de un pago a través de una cámara de compensación. De hecho, la Web 2.0 ya ha optimizado una eficiente estructura de mercado de subasta holandesa, en la que el precio más alto de algo que se ofrece, como por ejemplo, datos o palabras clave, se determina después de que se hayan aceptado todas las ofertas.

Y ahora viene el lío

Los gigantes tecnológicos actuales aún no pagan por los datos de los usuarios, que les generan un enorme valor, pero estoy convencido de que se verán obligados a cambiar sus modelos de negocio para seguir siendo relevantes ante la llegada de la Web 3.0. La gente ya está cambiando, y las nuevas startups que ofrecen a los usuarios opciones para tener el control y vender sus datos personales, entre las que quiero destacar a la española MyDataMood, están dando a la gente un lugar hacia donde ir, no de dónde huir.

Si empresas como Facebook, Amazon, Google y Netflix se resisten a este cambio, probablemente verán cómo sus márgenes se deterioran con el tiempo y les tocará hacerse algunas preguntas difíciles como por ejemplo…

  • ¿Queremos intentar mantener unos márgenes altos para una parte del negocio cada vez más pequeña?

  • ¿Estamos dispuestos a aceptar márgenes más bajos y tratar de mantener nuestra posición prácticamente omnipresente que tenemos?

  • ¿Cómo podemos evolucionar para ser los intermediarios que paguen por los datos personales en la web3?

  • ¿Qué otros servicios de valor añadido podemos ofrecer a los usuarios?

Por cierto, ¿tendrá algo que ver con todo esto el anuncio de la salida de Sheryl Sandberg como COO de Meta? No olvidemos que se dice fue la responsable de convertir Facebook en una máquina de hacer dinero a través de la publicidad. ¡Ah! y ya que estamos, enhorabuena a nuestro ‘paisano’ Javier Olivan como nuevo COO y 2º de a bordo.

Las empresas de tecnología tienen la oportunidad de evolucionar y pagar por los datos que crean valor, contenidos y audiencias. Cuando se den cuenta de que ya no pueden obtener datos valiosos de forma gratuita, y ya se están dando cuenta, podrán optar por desarrollar perfiles seguros y privados en sus ecosistemas actuales. Sólo entonces los usuarios estarán donde deben estar: en el asiento del conductor, decidiendo qué información quieren vender sobre sus vidas, comportamientos y preferencias, cuándo, por cuánto y a quién.