La segunda edición del congreso Wake Up, Spain! ha dejado el listón [aún más] alto. No sólo por el nivel de los participantes, sino sobre todo por la cantidad de propuestas y reflexiones de altura para una recuperación de la economía española que sea sostenible en el tiempo. Pudimos escuchar conversaciones y mesas redondas sobre prácticamente todos los sectores productivos en nuestro país, pero me gustaría detenerme en los debates sobre educación, formación y empleabilidad.

Todo, absolutamente todo, pasa por la formación. La empleabilidad de los jóvenes, las oportunidades de los mayores, la competitividad de las industrias… El origen de todas las grandes demandas de los actores económicos radica en la formación.

En Wake Up, educación y empleabilidad se abordaron de manera conjunta, lo que ya de por sí es un acierto porque el objetivo último de la formación debe ser aumentar la empleabilidad de las personas.

Pero aquí empieza lo complicado: a las personas no nos gusta cambiar. En ocasiones, hará falta desaprender para volver a aprender. Cisco estima que el 40% de las skills que tenemos ahora habrá que reaprenderlas antes de 2025. Y ese ejercicio habrá que repertirlo muchas veces a lo largo de nuestras vidas.

La formación continua, es evidente, tiene un coste de tiempo y dinero. No obstante, la gran barrera de la formación continua no radica tanto en la cuestión económica -existe gran cantidad de contenido gratuito; véase como ejemplo la plataforma 'Digitalízate' de Fundae-, sino en la aversión al cambio de personas y organizaciones. Lo dijo claramente María José Martín, directora general de Talent Solutions-Right Management de ManpowerGroup, en Wake Up, Spain!: "A las personas no nos gusta aprender".

Y es que, en ocasiones, seremos nosotros mismos quienes no seamos conscientes de habernos quedado obsoletos. El "siempre se ha hecho así" se confunde con frecuencia con el know-how.

La clave: motivar para aprender

El secreto, expuso Martín, está en motivar para aprender. Para conseguirlo, una de las mejores herramientas a nuestro alcance es la transformación digital de la formación. Pero no me refiero -o no sólo- a incorporar temas tecnológicos en los temarios. Se trata de modernizarlo todo, incluyendo las propias metodologías de enseñanza, la equipación de las aulas, etcétera.

Las tecnologías pueden contribuir de distintas maneras a resolver los grandes desafíos de la formación en España. La tasa de abandono de estudios, por ejemplo, se puede abordar a través de los contenidos inmersivos (realidad extendida), los itinerarios personalizados (inteligencia artificial) y el seguimiento de indicadores de calidad (big data).

Otro de los grandes retos es la evolución del rol del profesor hacia la orientación. Aquí pueden ayudar enormemente la realidad extendida, como una herramienta a través de la que mantener el vínculo educador-alumno que se produce de forma más natural en la formación presencial.

Las plataformas digitales, por otra parte, permiten maximizar el aprendizaje colaborativo dentro de las instituciones u organizaciones. Aquí también, la digitalización consigue mejorar la calidad final de la enseñanza.

Por último, la transformación digital del sector formativo no puede obviar otros dos grandes desafíos: la potenciación de las competencias más "humanas" o diferenciales de las máquinas (soft skills) y la formación continua de los educadores.

Estos son solo algunos ejemplos de lo que implica digitalizar la educación y de las oportunidades que ésta abre para motivar a más personas y organizaciones a seguir la senda de la formación continua. Llevamos muchos años hablando sobre lo importante que es seguir formándose, y sobre la relevancia estratégica para las empresas de retener al mejor talento a través del reskylling y del upskylling. Es hora de poner en práctica la teoría.

*** Elena Arrieta Palacio es directora de Comunicación en la asociación DigitalES