La pugna por el talento digital, tan escaso como valioso, tan preciado como insuficiente, tan numinoso como difícil de encontrar, es una batalla que se viene librando profusamente en los últimos años.

El ingrediente básico para que la transformación tecnológica cale en el tejido productivo no cubre, en cantidad, la necesidad tan amplia y extendida que estamos viendo entre las propias compañías de la industria, pero también dentro de las empresas tradicionales que están introduciéndose en estos mundos...

La situación es crítica desde hace tiempo al respecto de esta brecha de habilidades digitales: el 87% de los directivos está sufriendo o espera sufrir sus efectos, según un estudio realizado por RAND. En Europa, el 64% de las grandes empresas y el 56% de las pequeñas y medianas están inmersas en esta desagradable espiral.

Esta escasez de perfiles profesionales está poniendo en solfa el éxito presente y futuro de la digitalización. Y, ya antes de la pandemia, las empresas estaban compitiendo por estos trabajadores de alta alcurnia en una espiral alocada de cheques en blanco, beneficios laborales y propuestas para ser atractivas a la hora de captar y -especialmente- retener este talento.

Pero lo vivido con la covid-19 ha puesto patas arriba, más si cabe, esta guerra soslayada por hacerse con el activo más estratégico de la digitalización. Sí, más incluso que la propia innovación o la tecnología que copa titulares. A raíz de esta gran disrupción en nuestras vidas, muchas personas se replantearon sus principios vitales, priorizando algunos aspectos -como la ética, la sostenibilidad o la flexibilidad- por encima del salario o de su propia proyección dentro de las anquilosadas corporaciones que conocíamos.

Este cambio -o, siendo precisos, intensificación en esta tendencia ha provocado lo que se ha tildado como 'The Great Resignation', algo así como 'la gran renuncia' en español: un tsunami de proporciones épicas en que miles de profesionales cambiaron de empleo de forma simultánea, sembrando el caos en un mercado del talento digital ya de por sí tremuloso.

No es una exageración ni mucho menos: 11,5 millones de trabajadores en EEUU -el país que comanda esta 'gran renuncia'- dejaron voluntariamente sus empleos en apenas tres meses de 2021. Es el 7,3% de toda la fuerza laboral del país (157 millones de profesionales).

Eso a nivel macro, pero la situación en el ámbito digital que nos ocupa no es mucho menor: apenas el 29 % de los trabajadores de TI tiene la intención de quedarse con su empleador actual. Según un informe de Gartner publicado esta semana, los profesionales digitales tienen un 10% más papeletas de abandonar sus compañías respecto al resto de trabajadores. Y es un fenómeno común a todos los países del globo, en todos los segmentos analizados.

Aunque Europa es la región que mejor está aguantando esta 'gran renuncia' en el ámbito digital (cuatro de cada diez profesionales tienen intención de quedarse en su actual empresa), hay zonas como Asia (19,6%) o América Latina (26,9%) con porcentajes mucho más bajos de retención de talento.

El desafío de la retención de talento digital varía según el grupo de edad y la región. Por ejemplo, los trabajadores de TI menores de 30 años reportan dos veces y media menos probabilidades de quedarse que los mayores de 50 años. Solo el 19,9% de los trabajadores tecnológicos que tienen entre 18 y 29 años tienen una alta probabilidad de quedarse, en comparación con el 48,1% de los que tienen entre 50 y 70 años.

Por si hacía falta más caos en la pugna por el talento, llega 'la gran renuncia' para complicarlo todo más. Una situación difícil en la que, como dijo Mario Benedetti, “el único consuelo es entrar en el caos, volverse caótico también”.