Glasgow, tenemos un problema... o varios; entre ellos el déficit de circularidad. Ciertamente, no hace falta ser astronauta para ver con claridad que tenemos múltiples problemas aquí, en el planeta Tierra.

Si estás leyendo mi columna, seguramente leíste la última que escribí: (La sostenibilidad no es un coste: es una ventaja competitiva), si no es así, te lo recomiendo. Resulta que mi apreciado Luis Pardo la compartió en LinkedIn con el siguiente comentario: “Nuestro planeta necesita una transformación sostenible donde todos, absolutamente todos, aportemos nuestro granito de arena…” y a partir de ahí empecé a pensar en escribir una secuela de esa columna, una en la que mencionase algunos ejemplos de empresas que están haciendo las cosas de otra manera en el mundo de la moda.

Sabemos que las empresas que mejor funcionan son las que persiguen el beneficio económico, pero también sabemos que no es el único beneficio aceptable hoy en día y que hay otros, como los relacionados con la sostenibilidad y el impacto medioambiental, que deben tenerse muy en cuenta. Siguiendo el hilo del post de mi tocayo, pregunté por alguna empresa que fuese un referente y me dijeron la archiconocida Ecoalf. Sin duda, Javier Goyeneche y su equipo fueron pioneros en moda sostenible desarrollando múltiples tejidos reciclados desde 2009; afortunadamente cada vez hay más empresas atacando este problema.

Me centro en la industria de la moda porque es la segunda industria más contaminante del mundo. Hay muchas razones para ostentar este dudoso honor, entre ellas la cantidad de agua que se usa en el proceso de fabricación y los dañinos tintes; sin olvidarnos de la importancia de los materiales y del sitio en el que se fabrican, de los excedentes de producción, de los diseños poco pensados para el reciclaje, de la durabilidad de las distintas prendas o del packaging.

Antes de reciclar tenemos que pensar en reducir y en reutilizar. Hablando con una lectora, me decía que una prenda es sostenible si se usa por lo menos doscientas veces y que eso implica que hay que fabricar productos de calidad y lavar la ropa cuando es realmente necesario. Dicho de otro modo, mantener la ropa en uso durante el mayor tiempo posible es una estrategia central de una economía circular para la moda.

Uno de los beneficiados de todo ello es el mercado de ropa de segunda mano; mas aún si tenemos en cuenta las nuevas normas que prohibirán que la industria textil destruya las prendas que no vende, además de tener que sufragar el sistema de reciclado de la ropa que se tira a la basura (de igual manera que se reciclan los envases, el vidrio, el papel…).

Al final siempre acabamos en lo mismo y de ahí viene el título de esta columna: estamos dando pasos en la buena dirección, pero tenemos que plantearnos seriamente nuevos enfoques para reducir otro de los varios problemas que tenemos, el gran déficit de circularidad existente. Tenemos que repatriar la fabricación y se me ocurre que una fórmula a explorar es la de que las empresas creen marcas y diseños, y que tengan fábricas (propias o licenciadas) en distintas zonas geográficas para reducir la huella de carbono. Lógicamente, esto debe ir aderezado con el uso de materias primas mucho más sostenibles que no vengan desde la otra punta del planeta, aunque no sean vírgenes.

Por suerte, cada vez hay más presión de los consumidores y más concienciación de las empresas y de los gobiernos, y esto está incentivando que busquemos soluciones innovadoras a los problemas globales. Por ejemplo, una empresa americana llamada Circ ha desarrollado una tecnología que permite reciclar los tejidos sin degradar las mezclas de poliéster y algodón, el tejido más común producido por la industria mundial de la moda. Ellos estaban buscando una forma de reciclar los tallos fibrosos del cultivo de tabaco utilizando presión hidrotermal para convertirlos en pulpa para papel, cuando unos suecos les preguntaron si podían meter una camiseta en su máquina y funcionó. Otra empresa interesante es Unifi y su fibra Repreve, una fibra reciclada (preferible a la fibra virgen, ya que esta última proviene del petróleo) que certifica el origen de su materia prima, con lo que consiguen lo que denominan sostenibilidad confiable.

Avanzando en el proceso productivo, nos encontramos con otra empresa súper interesante, Nextil, la empresa española que logra teñir tejidos sin contaminar con Greendyes, un proceso de tinte no contaminante, sin prácticamente agua y con un consumo energético 75 veces menor que las técnicas clásicas. Al llegar a la confección de las prendas pienso en la fabricación de proximidad, entre ellas tenemos a Scotta 1985, una compañía de moda masculina que apuesta por la slow fashion y por el 'made in Spain' (y Portugal); a Yuccs, que presumen de fabricar las zapatillas más cómodas del mundo y que lo hace en España con la más fina y suave lana merina; por citar un par de ejemplos.

Para rematar la cadena de valor, se está poniendo de moda la ropa de segunda mano, con el objetivo de mantener la ropa en uso más tiempo para reducir el desperdicio. Desde empresas como Patagonia que venden su ropa de segunda mano en su web (al lado de la nueva) y que se atreven a ir más lejos con su colección recrafted (reelaborado), hasta plataformas para facilitar la compra-venta online y vía App, tipo thredUP o Vinted.

Volviendo al principio de la columna, al déficit de circularidad, comentar que hace tiempo que parece que nos dé vergüenza poner bien visible dónde se ha fabricado un producto. Tenemos vecinos cercanos que siempre han sabido poner en valor la marca país, es hora de volver a poner bien grande 'made in Spain' o dónde sea, porque a la hora de comprar ese es otro factor de decisión importante. Saber dónde se ha fabricado algo, desde dónde viene, también es parte de la “prima ESG”.

Es hora de marcar la diferencia, es necesario reducir el consumo de productos con una vida útil muy corta y un impacto medioambiental muy grande. Debemos adoptar una postura más firme al abordar este problema, hoy en día ya tenemos muchas alternativas para cambiar y más que irán apareciendo. Como dice el eslogan de otra empresa nacional responsable, miller & marc, ¡compra menos, elige bien y haz que dure!