¿Se imaginan que la crisis de la covid hubiera pasado hace tan solo cinco años, cuando no teníamos la infraestructura de telecomunicaciones que tenemos actualmente, ni todas las facilidades que nos proporciona el nivel de digitalización actual?

Qué habría sido de nosotros sin videoconferencias, ya fueran para trabajar, aprender o contactar con nuestros familiares y amigos, o sin el entretenimiento de las plataformas de contenidos. La pandemia y especialmente el confinamiento, han sido una prueba de fuego para demostrar el alto nivel de nuestras redes, que han soportado un uso intensivo sin afectar a la calidad del servicio.

España es uno de los países líderes en conectividad, el estudio de la UE DESI 2020 nos sitúa en el quinto puesto de los 28 países analizados. Este estudio resalta entre otros datos que “las redes de muy alta capacidad abarcan el 89% de los hogares, 12 puntos porcentuales más que el año anterior y muy superior a la media de la UE (44%)”.

La foto de hoy es buena, pero tenemos que prepararnos para la próxima pantalla: la 5G.

De una forma sencilla, se podría decir que, la digitalización se basa en contar con datos de buena calidad, abundantes y en tiempo real y en el tratamiento de estos datos para ejecutar acciones. Hasta aquí parece fácil, pero todo esto se complica, primero por la cantidad de datos existentes, que es ingente. Por ejemplo, el avión Airbus 350 cuenta con más de 250.000 sensores. Y segundo, porque el tratamiento es complejo y tiene que hacerse en tiempo real, sin retardos, con la máxima seguridad y fiabilidad, y entre miles de dispositivos. Es entonces, cuando se hace necesaria e imprescindible la red 5G.

El 5G nos permite la comunicación de una cantidad inmensa de datos, sin retardo (latencia menor a 1ms) entre miles/millones de dispositivos, con la máxima seguridad.
Por ello, es una de las tecnologías claves para garantizar la digitalización del país. Sin 5G no habrá coche autónomo, no seremos competitivos en industria 4.0 y no podremos aplicar todas las soluciones que las ciudades inteligentes necesitan hoy. La 5G está ligado directamente al desarrollo del país, a su digitalización y a su sostenibilidad.

Si actualmente se dice que los datos son el petróleo del siglo XXI, la 5G es la autopista para que circulen esos datos y el país necesita mantener el liderazgo en conectividad, sin olvidar que liderazgos pasados no garantizan liderazgos futuros.

Todos, la Administración y las empresas, somos conscientes de la importancia de contar con una infraestructura 5G que cubra todas las necesidades de las diferentes industrias a nivel nacional, incluyendo las zonas rurales para eliminar las posibles brechas territoriales. No es una tarea fácil, pero nos jugamos mucho en ello, no podemos dejar a nadie fuera.

Además, tenemos la suerte de contar en nuestro país con el evento mundial de referencia, el Mobile World Congress, que se celebró recientemente y donde la 5G fue de nuevo la gran protagonista. Pudimos conocer nuevos casos de uso a nivel mundial, entre los que, los pilotos que se han implementado en España mostrando casos de uso y aplicaciones de la tecnología 5G en distintos sectores. No hay que olvidar que, según la última evaluación realizada por el Observatorio 5G de la UE, en septiembre de 2020, España lideraba el ranking de experiencias piloto 5G, contando con 32 de las 245 experiencias piloto precomerciales de la UE.

Ahora es el momento de aprovechar todo lo que tenemos y sabemos de conectividad para aplicarlo al desarrollo de la 5G, con el objetivo de desarrollar aplicaciones industriales, ya sean de Industria 4.0, Movilidad, Smart Agro, Smart Cities o Salud. Por ello, es importante garantizar que la autopista al futuro que ofrece el 5G, llegue a todos los rincones del país.

Para ello, sería muy conveniente y necesario que se creara un entorno regulatorio adecuado que, sin perjuicio del espectro asignado a los agentes tradicionales, permitiera el uso de espectro compartido para despliegues privados, habilitando de este modo la entrada de nuevos actores económicos, lo que contribuiría a dinamizar el ecosistema, generar puestos de trabajo basados en el conocimiento y dar oportunidad a nuevas empresas start-up de base tecnológica.

*** Francisco Hortigüela es director general de AMETIC.