"La creatividad es contagiosa. Pásala". Esta frase, atribuida a Albert Einstein, bien sirve a modo de lema de vida, de guion ideal para iluminar el camino de la tan necesaria innovación en eras de disrupción exponencial. Ya en los últimos lustros hemos asistido a esta particular simbiosis, la de la innovación y la creatividad, como motor del crecimiento económico y del desarrollo social.

Pero llegó la pandemia y, con ella, la inevitable crisis. A diferencia de otros frenazos en nuestra endiablada velocidad de crucero, ésta se ha afectado excepcionalmente a todos los países del globo justo cuando todos ellos -sus empresas y gobiernos- estaban pendientes de esa transformación digital. Ante esta disyuntiva caben dos opciones: que el frenazo se replique a estos procesos evolutivos o que, por el contrario, los acelere y consolide al máximo.

Ha sucedido esto último, por suerte, para suerte de los países cuyo modelo productivo estaba débil incluso antes de la pandemia. Es el caso de España, sin duda, y también de naciones como Colombia. Aquellos que no hemos hecho los suficientes deberes o no habíamos conseguido asentar la innovación como emblema y epicentro de su esquema de competitividad empresarial.

"Era una muerte que nos venía lenta, silenciosa. La covid nos puso contra la barrera, nos imprimió un sentido de urgencia", explicaba Juanita Rodríguez, vicerrectora de innovación de la Universidad EAN en un webinar organizado por Invest in Bogotá. "Y la salida es, sin duda, la innovación entendida como la creatividad que es capaz de llegar al mercado".

Poniendo el ejemplo de Bogotá, en palabras de Rodríguez, "hace diez años apenas había ecosistema de innovación" en la capital colombiana. La ciudad ha avanzado notablemente desde entonces, hasta el punto de convertirse en un hub latinoamericano pujante como ya contamos en este otro artículo, pero siempre hay camino por recorrer.

Imagen de grupo de la mesa redonda organizada por Invest in Bogotá.

Imagen de grupo de la mesa redonda organizada por Invest in Bogotá.

Así lo entiende también Santiago Amador, coordinador de iBO (Laboratorio de innovación pública de Bogotá): "La innovación parte de la necesidad de adaptarse a los cambios. Y en ello vemos que el sector público no está listo ni para el cambio, ni para la incertidumbre ni para la complejidad". Al poco éxito de la compra pública innovadora en Colombia se remite, una asignatura pendiente también en España.

Una clase de darwinismo empresarial con la innovación como factor discriminatorio en el que la creatividad, volviendo a la conexión inicial de este artículo, debe pasar por su propia reinvención. Ampliando fronteras incluso, tal y como detalla el reconocido creativo Juan José Posada, presidente creativo de GREY Colombia: "Hemos visto como se ha ampliado el concepto de creatividad". En su propio caso, llevando la publicidad de los meros soportes comerciales al propio diseño e innovación de producto.

Las empresas no son ni pueden estar ajenas a estos cambios, a esta fortaleza inusitada de la innovación y la creatividad como ejes tractores de su propio porvenir. Y, como convienen todos los intervinientes en esta sesión, las personas son el verdadero germen de esa magia revolucionaria.

"La innovación surge en las personas, en las culturas ágiles y abiertas. Y la pandemia ha permitido romper con muchas barreras invisibles en las empresas, por medio del trabajo remoto", añadió Antoine El Khouri, vicepresidente de Innovación en Novartis Colombia.