Isabel Inés Casasnovas, reciente ganadora del Premio Nacional de Innovación y Diseño. Foto: Julián Fallas.

Isabel Inés Casasnovas, reciente ganadora del Premio Nacional de Innovación y Diseño. Foto: Julián Fallas.

Innovadores

Isabel Inés Casasnovas: diseño “por un mundo mejor, más justo, más fácil y más bello"

Isa ‘Ludita’ es la primera persona en la historia del Premio Nacional de Innovación y Diseño que representa las disciplinas emergentes de esta profesión. Apunta a la importancia de la multidisciplinariedad, los valores, el pensamiento crítico y “humanizar la modernidad”.

9 junio, 2021 01:57

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En 25 años de historia, solo tres mujeres han ganado el Premio Nacional de Innovación y Diseño (PND) como profesionales. Una de ellas es Isabel Inés Casasnovas, que mañana recoge el galardón por “la apertura de caminos, la construcción de comunidades, la promoción del aprendizaje y la formación de nuevas generaciones de profesionales de las nuevas disciplinas del diseño”.

La diseñadora, conocida como ‘Ludita’, pasó de dedicarse al diseño gráfico en su propio estudio al diseño de productos digitales, interfaces e información con SG Software; luego al diseño de experiencia de usuario en Idealista y Secuoyas; al diseño de sistemas con Ilios y, ahora, al diseño de aprendizajes y de organizaciones como ‘capitana’ de La Nave Nodriza.

Tiene el honor de ser la primera receptora del premio que se dedica a las disciplinas emergentes del diseño. Es decir, a innovar en ese campo. Forma parte de un cada vez más nutrido colectivo que está escribiendo el capítulo más reciente de la historia del diseño en España, sobre una rama de la profesión que está dando forma a la realidad que experimentamos los millones de usuarios conectados a diario, diseñando las webs, aplicaciones y pantallas que median nuestra actividad online.

“Es una nueva disciplina del diseño integrada por profesionales que vienen tanto de las humanidades como de carreras técnicas y, como tal, pone de manifiesto la interdisciplinariedad intrínseca a la profesión”, asegura Ludita. Esa, la multidisciplinariedad, es una de las principales competencias que, en su opinión, son imprescindibles para esta nueva profesión (si no para todas).

En efecto, los productos y servicios digitales por definición son algo que no puede hacer una sola persona en un solo momento. “Los productos digitales están vivos: cuando los terminas es cuando comienza su vida real. Se desarrollan a lo largo del tiempo y por equipos muy diversos. Cuanto más diversos, mejor”, afirma la diseñadora.

Isabel Inés Casasnovas, reciente ganadora del Premio Nacional de Innovación y Diseño. Foto: Julián Fallas.

Isabel Inés Casasnovas, reciente ganadora del Premio Nacional de Innovación y Diseño. Foto: Julián Fallas.

Por eso, otra competencia fundamental es la del trabajo en equipo y que cada persona involucrada (desde el ámbito del negocio al contenido, el márquetin, el diseño o la programación) sea capaz de entender, valorar y hablar el lenguaje de los demás. Y no solo eso, sino involucrar a todos desde el principio -la definición del proyecto- de modo que puedan entender el por qué y el cómo se ha llegado a una conclusión o solución. Es clave, dice, para la cocreación.

A la multidisciplinariedad y el trabajo en equipo se suman las habilidades de comunicación clara y síntesis; la capacidad de pensamiento crítico y la educación en valores. Son algunas de las competencias que trata de desarrollar Ludita en La Nave Nodriza, donde diseñan experiencias de aprendizaje y enseñan a diseñar productos y servicios digitales con perspectiva humanista. Es el mismo objetivo que persigue Ilios, un colectivo al que pertenece, que busca “humanizar la modernidad” desde el diseño.

Contra el tecnodeterminismo

Eso lleva al tan repetido -y poco practicado- mantra de ‘poner a las personas en el centro’. Y conecta con el sentido de propósito. “Parece que todo es tecnológicamente posible y todo puede hacerse si responde a determinados criterios económicos, pero no debería ser así. Como dice Laurie Anderson: «La tecnología es la hoguera en torno a la cual nos contamos las historias. Lo importante no es el fuego, sino que nos contemos las historias»”, sostiene la diseñadora.

Es decir que, “no puede ser que la tecnología nos imponga sus normas”. “Tenemos un sistema educativo basado en el siglo XIX que usa la tecnología para seguir haciendo lo mismo”, señala. Como por ejemplo perpetuar el formato de clase magistral a través de zoom. “De igual modo, no solo porque la tecnología permita hacer vehículos más rápidos debemos llenar las ciudades de coches y hacerlas inhabitables. Tenemos que pensar en cómo usarla para mejorar cómo vivimos y ser más justos en el reparto de los recursos”, añade.

Isabel Inés Casasnovas, junto a su equipo. Foto: Julián Fallas.

Isabel Inés Casasnovas, junto a su equipo. Foto: Julián Fallas.

Ludita lleva la perspectiva humanista por bandera y cree que los fondos europeos que se planean invertir en transformación digital son una gran oportunidad para hacer las cosas bien “y no al tuntún como hasta ahora”. Empezando -dice- por la Administración Pública, que pese a que está prácticamente digitalizada es como si no lo estuviera. “No se ha tenido en cuenta a las personas, tal y como demuestran las dificultades para, por ejemplo, solicitar el Ingreso Mínimo Vital”. Un bucle infinito y “frustrante”, de clic en clic.

¿Pero cómo se hace eso de poner a las personas en el centro? “Hay que hacer mucha investigación en fases iniciales, tener una comprensión básica del problema, entender quiénes son los grupos de interés y cuál es su implicación en lo que se va a diseñar, y usar herramientas para sintetizar todas esas relaciones y visualizarlas. Y luego, involucrar a esas personas en la orientación hacia la definición de la solución o incluso en la propia definición de la solución”, explica Ludita.

La diseñadora aboga por las posibilidades del diseño "para hacer el mundo mejor, más justo, más fácil y más bello". Pone el ejemplo de cómo rediseñar un comedor escolar, que requiere saber cuál es la dinámica de colegio, entender su arquitectura física y conocer los menús, la normativa sanitaria para cocinas en colegios, el vínculo entre personal de cocina y cuidadores, cómo los niños y las niñas perciben el colegio. “A la hora de plantear una solución tiendes a pensar en objetivos como proporcionar comidas más ricas, más rápido y de forma económicamente más rentable pero, ¿y si diseñas pensando en que el sistema sea más feliz y memorable?".

Isabel Inés Casasnovas en La Nave Nodriza. Foto: Julián Fallas

Isabel Inés Casasnovas en La Nave Nodriza. Foto: Julián Fallas

Eso lo que hizo la diseñadora Alex Filiatreau -también parte del colectivo Ilios, aclara Ludita- que acabó diseñando un nuevo modelo de negocio rentable, pensado para la felicidad del sistema. “Creo que es el único camino posible. En cada uno de los ámbitos de nuestra vida tenemos la oportunidad de repensar y rediseñar para el bien, y hacerlo. Tenemos herramientas para construir los artefactos que el mundo necesita, es cuestión de voluntad”, asegura Ludita.

Respecto a las críticas sobre el diseño de aplicaciones y plataformas para mantener la atención del usuario a toda costa, reconoce que en el entorno de los diseñadores está surgiendo un debate ético sobre si se está haciendo lo mejor. En efecto, muchas voces hablan de la necesidad de contar con una especie de juramento hipocrático de la profesión, algo que la experta considera razonable.

Ludita incluso iría más allá: “Sería útil dar palancas accionables, como pedir un compromiso a los recién graduados ante su responsabilidad como agentes de cambio”. “Hay que promover, desde la formación y la práctica profesional, que esos compromisos surjan. Ser conscientes del impacto que nuestro trabajo tiene en la sociedad y en el planeta”, concluye.