Las propuestas disruptivas más avanzadas de la industria agroalimentaria han demostrado que el debate sobre el consumo de carne que recientemente ha saltado de nuevo a la opinión pública está obsoleto. Como mínimo, discurre por canales bien alejados a la realidad de los investigadores.

La biotecnología y la inteligencia artificial ya se han puesto a trabajar para solventar uno de los grandes problemas de nuestra sociedad como es la producción insostenible de alimentos, que obligará a adoptar planteamientos innovadores para garantizar el sustento del planeta sin acelerar a la vez el cambio climático.

La industria alimentaria tendrá que crecer alrededor del 60%, lo que requeriría 593 millones de hectáreas adicionales de tierras agrícolas, para abastecer a 9.800 millones de personas en 2050. El horizonte no es tan lejano como parece y urge de acciones inmediatas para no llegar tarde.

El CEO y fundador de MOA, Bosco Emparanza, pone el acento en otra clave para entender el escenario que se plantea a corto y medio plazo. "Existen otros problemas como el abuso de antibióticos. La OMS calcula que al año aparecen dos zoonosis, como el coronavirus, que son enfermedades que pasan de animales a humanos y las granjas intensivas son el principal foco".

La pandemia del Covid-19 ha sido determinante en la creación de esta empresa del sector foodtech que aspira a revolucionar la industria agroalimentaria con su superproteína alternativa a las de origen animal y vegetal con gran valor nutricional.

Materia prima de bajo coste

"A pesar de que la empresa se constituyó a mediados de septiembre de 2020, la idea surgió unos meses antes, en el confinamiento. "Trabajaba en un centro tecnológico y empecé a darle vueltas a qué supone para la sociedad nuestro sistema productivo y su repercusión en el medioambiente y la salud", afirma Bosco Emparanza.

Gracias a su labor en la industria agroalimentaria, Emparanza identificó "la ingente cantidad de subproductos y residuos que se generan en la industria agraria, a los que no se les da apenas valor y cuya principal salida es la alimentación animal". Era la oportunidad que la todavía non nata MOA necesitaba para desarrollar su idea.

En este punto de su génesis como startup, Emparanza llegó a la primera hipótesis: con "biotecnología e inteligencia artificial podríamos transformar esa materia prima de bajo coste, que muchas veces supone un problema para la industria, en un alimento proteico de alto valor"

Para abordar y desarrollar la idea, Bosco Emparanza decidió buscar un equipo que despuntase en sus materias, y así se unieron al proyecto Susana Sánchez (directora científica), antes directora de innovación de la empresa farmacéutica Bionanoplus y José María Elorza (director financiero), proveniente de estrategia y M&A del BBVA.

"A ambos les encantó la idea y empezamos a construir un plan tecnológico y de negocio. Nos presentamos y fuimos seleccionados en el programa de aceleración SpainFoodTech", explica el CEO de la compañía.

"Esto nos ayudó para desarrollar el plan y poder estar al nivel de empresas basadas en Israel o Singapur. Fueron clave los apoyos del equipo de Eatable Adventures y el soporte tecnológico del CNTA", añade.

Laboratorio de MOA donde se han realizado más de 400 ensayos hasta llegar al último prototipo.

De esta forma, MOA foodtech es hoy una empresa que combina biotecnología e inteligencia artificial para convertir los residuos y subproductos de la industria agroalimentaria en un producto nutricional de alto valor añadido.

"Empleamos dichas materias primas agrícolas para diseñar y desarrollar medios de cultivo sostenibles y de bajo coste. Después, con nuestro proceso de fermentación y nuestros microorganismos, transformamos esas materias en un ingrediente proteico de alto valor que introducimos de nuevo en la industria y en la sociedad", asevera Emparanza.

Para la empresa, es el momento de dar paso a una nueva generación de proteínas. "Desde el inicio nos fijamos en las carencias del mercado de las proteínas, vegetales y animales, y decidimos desarrollar una proteína de siguiente generación".

"Nuestro producto, aparte de tener un alto contenido de proteína, tiene un perfil completo de aminoácidos esenciales, betaglucanos (que mejoran el sistema inmunológico), omegas, y mayor digestibilidad que la mayoría de alternativas vegetales", indice el responsable.

Además, es una propuesta respetuosa con el planeta: "Aparte de no emplear pesticidas, hormonas o antibióticos, empleamos un 98% menos de agua y emitimos un 85% menos de CO2 que la proteína de vacuno".

Un ingrediente versátil para la industria

Sus aplicaciones en la industria agroalimentaria son múltiples y muy variadas gracias a la versatilidad de su ingrediente. "Nos ha permitido no solo desarrollar y enfocarnos en análogos cárnicos, sino también en aplicaciones de otros sectores como el de las bebidas vegetales, snacks, análogos lácteos entre otros, y también en alimentos mixtos con proteína animal".

Durante este tiempo desde su puesta en marcha, MOA se ha centrado en el desarrollo del ingrediente y del proceso, y el éxito de la experiencia les hace encarar en la actualidad la recta final hacia su salida al mercado.

"Hemos llevado a cabo más de 400 ensayos para llegar al último prototipo, del ingrediente y proceso. También estamos desarrollando aplicaciones como análogos cárnicos, análogos lácteos, snacks, entre otros", incide Emparanza.

"Una vez llegados a este punto, el siguiente paso es escalar el proceso, y eso es lo que estamos abordando en este momento y en los próximos meses".

La previsión de la empresa es abordar su salida al mercado en 2022, sin lugar a dudas, uno de los momento más especiales y decisivos para cualquier startup.

"Por eso, apostamos por un proceso 100% sostenible: un producto saludable para la sociedad y para el planeta. Y como decimos en MOA, esto no solo es una empresa, es nuestra forma de cambiar el mundo", sentencia Emparanza.

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