Universidad de Castilla-La Mancha, que acoge ahora a algunos de los participantes en el programa de retorno de talento.

Universidad de Castilla-La Mancha, que acoge ahora a algunos de los participantes en el programa de retorno de talento.

Castilla La Mancha

Tres investigadores y un destino: regresar a casa para desarrollar lo aprendido fuera

Gema, David y Mª Dolores son tres de los beneficiados por el programa de retorno de talento de Castilla-La Mancha. Así afrontan su regreso y su futuro.

8 febrero, 2021 04:01

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Cuando hablamos de La Mancha y de emprender ilusionantes viajes se nos viene automáticamente a la cabeza la figura de Don Quijote. Su locura y sus ensoñaciones eran su aliento a la ida. El regreso a casa, en cambio, siempre venía salpicado de melancolía y amargura.

La realidad, en ocasiones, se asemeja a aquella ficción, pero no siempre tiene por qué. Aunque es verdad que el viaje de ida, como el del ingenioso hidalgo, siempre suele realizarse con alforjas llenas de ilusión, también es cierto que no todos los caminos de vuelta son un fracaso. Al menos, ya no en La Mancha, cada vez más preparada para el futuro.

Asienten orgullosos María Dolores, Gema y David, tres manchegos que aún no son tan famosos como su paisano cervantino, pero que quizá algún día lo sean gracias a su brillantez en el campo de la química o de la farmacia.

Ellos también emprendieron un viaje de ida rebosante de expectativas. Y, después de cumplirlas, han vuelto a casa. Pero que nadie se precipite. No vuelven a casa ni de visita, ni tras un frenazo en sus carreras. Vuelven a su tierra a seguir la progresión que iniciaron fuera.

Vuelven a investigar a un lugar de La Mancha de cuyo nombre sí quieren acordarse, porque cada uno de los brillantes proyectos en los que suelen trabajar contribuirá a situar la región en el mapa mundial de la ciencia.

Ese es precisamente el objetivo que busca un programa de retorno de talento auspiciado por la Junta de Castilla-La Mancha

Un total de 12 investigadores que anteriormente estaban trabajando en distintos centros de fuera de España han vuelto a tierras manchegas en los últimos tres años tras la implantación de esta iniciativa.

Gracias a este programa, dotado con 1,3 millones de euros, y según señala la consejera de Educación, Cultura y Deportes, Rosa Ana Rodríguez, "ha sido posible que investigadores, que desarrollaban sus tareas en centros de prestigio de Francia, República Checa, Inglaterra o incluso de Australia, hayan podido volver a nuestra tierra a poner en marcha proyectos de investigación punteros en materias como la biomedicina, la química o la ingeniería agrónoma en distintos centros de investigación de la región".

La consejera atiende a D+I y admite que "la crisis de 2010 y los recortes en investigación y ciencia, que estratégicamente fueron un error y que llegaron al 40%, fue algo que obligó a muchos de nuestros jóvenes a buscar otros lugares dónde desarrollar sus carreras profesionales".

La Junta busca ahora revertir la tendencia y que aquellos jóvenes regresen para seguir desarrollando sus carreras.

Tres de los cuatro investigadores que se beneficiaron de este programa de ayudas en 2020 han atendido estos días a D+I para contar por qué se fueron, qué esperan encontrar a su regreso, qué perdieron, qué han recuperado...

David: "Más que irme, me obligaron"

De las palabras de David Elorriaga (35 años y de Guadalajara) se deduce que le hubiera gustado desarrollar su carrera en casa. Llegado el momento partió con ilusión pero con cierto sabor agridulce.

"En su día, tuve una oportunidad al acabar mi tesis doctoral. Me iban a contratar con el dinero de un proyecto que la Junta nos concedió, pero pillo el cambio de color en el gobierno regional y estatal y decidieron no darnos el dinero pese a tenerlo concedido... otro de los muchos daños que causo nuestra querida Cospedal [en referencia a María Dolores de Cospedal, ex presidenta de la Junta, ex ministra...]", resume. En definitiva, "más que irme yo, me obligaron". 

David ha estado cuatro años en Reino Unido desempeñando su trabajo, "enfocado en la Química Inorgánica". En estos momentos, "diseño reacciones catalíticas para la obtención de productos de alto valor añadido empleando condiciones sostenibles, es decir, reemplazando atmósferas protectoras, sustancias tóxicas y medioambientalmente dañinas y disminuyendo el consumo energético necesario".

David Elorriaga, durante una prueba.

David Elorriaga, durante una prueba.

Y lo hace en su tierra. Considera que proyectos como el suyo son de vital importancia, y más "en una región con tanta dedicación a la agricultura y ganadería".

Irse fue un reto, "una revolución". Y más si, como él, tienes el privilegio de "desarrollar un proyecto de investigación en el acelerador de partículas de Oxford". ¿Y volver? "Después de siete años fuera, poder volver a casa y haciendo lo que realmente te apasiona no tiene precio".

Gema: "Nada que envidiar a otras regiones"

También de Reino Unido regresa Gema Durá (36 años y de Almagro -Ciudad Real-), quien tuvo claro siempre que si salía de su tierra era para trabajar en las islas británicas. "La situación en España no era nada optimista, había muy poca inversión en investigación y lo mejor era emigrar. Y quería que fuese Reino Unido, donde había grupos de investigación muy importantes a los que había seguido durante mi tesis doctoral y veía una oportunidad para poder aprender de ellos", explica.

De nuevo en casa, y tras seis años de exilio investigador, acomete interesantes proyectos en la Universidad de Castilla-La Mancha. 

"Participo en varios proyectos en colaboración con grupos a nivel nacional e internacional, que persiguen la mejora de las terapias actuales contra el cáncer, disminuyendo los efectos nocivos. Estos nuevos fármacos con aplicación en quimioterapia se activan con luz, las cuales pueden ser tremendamente selectivas, uniéndose a las células tumorales, y sólo siendo letales cuando se irradia con luz, dejando intactas a las células sanas", recita orgullosa de poder hacerlo aquí.

Gema Durá, trabajando en el fotorreactor.

Gema Durá, trabajando en el fotorreactor.

Y es que ella tiene muy claro que gracias a este tipo de proyectos, "la gente de la región puede ver que se hace investigación y de calidad, que no tenemos nada que envidiar a otras regiones o incluso a países en cuanto a la calidad de las investigaciones". Aunque hay un pero, "igual sí tenemos algo que envidiar en cuanto a la inversión recibida".

Más allá de disquisiciones sobre sus campos de actuación, oportunidades de futuro y un prestigio siempre en el punto de mira, no siempre es fácil tomar la decisión de dejar tu casa y tu vida para buscar un porvenir lejos. Gema pone mucho énfasis en explicar los pros y los contras.

"Investigar fuera me supuso renunciar a muchas cosas a nivel personal. Mi pareja tenía trabajo en España lo que nos obligó a tener una relación a distancia durante 6 años;  además, el no poder estar con mi familia o amigos se hizo duro en muchos momentos. Me he perdido muchas cosas", explica como punto negativo.

Ahora bien, "salir fuera me ha permitido ponerme a prueba y superar dificultades y me ha ayudado a no idealizar a otros países, ver que en todos los sitios hay problemas". Y también se ha dado cuenta Gema de que "en España nos infravaloramos, parece que si se investiga fuera es mucho mejor que en casa y no es así… sólo tenemos que tener más apoyo institucional y de la sociedad".

María Dolores: "Fuera, como en casa"

El apoyo institucional que reclama Gema es precisamente el que les ha permitido ahora volver a casa, de ahí que el agradecimiento sea total. "Te permite empezar a construir tu carrera como investigador independiente", indica. Y recoge el guante María Dolores Pérez (37 años y de Fuentealbilla -Albacete-), que ve ante sus ojos la posibilidad de "contribuir al desarrollo de nuevas terapias que mejorarían la calidad de vida de los pacientes de Parkinson y de sus cuidadores en la región".

Y es que esta manchega ha vuelto con el objetivo de embarcarse en un proyecto cuyo objetivo es "conocer y describir los mecanismos celulares patológicos implicados en el deterioro de las neuronas, asociados con estas formas aberrantes de la proteína y ensayar posibles estrategias para revertir el daño".

Pero como sus compañeros, salir fuera fue en su día la mejor opción y sus argumentos son similares: "Irse era lo más práctico, porque la etapa postdoctoral podría ser mucho más enriquecedora que si continuaba en España. Fuera podría innovar en muchos aspectos diferentes a la vez: conocer una nueva línea de investigación, un nuevo grupo, nuevos enfoques experimentales y formas de hacer las cosas, en un nuevo idioma", concreta.

María Dolores Pérez, durante una prueba de laboratorio.

María Dolores Pérez, durante una prueba de laboratorio.

Un año en Texas (EEUU), cuatro en Italia (primero en Milán y después en Trento)... Muchas etapas diferentes que en estos momentos le hacen tener una visión un tanto diferente a la de sus compañeros sobre lo que significa volver.

Lo explica de una manera muy gráfica: "Investigar fuera es muy duro al principio porque absolutamente todo es nuevo. Sin embargo, llega un momento en el que vivir en el extranjero lo consideras estar en casa. Incluso te cuesta hablar tu propia lengua o te resultan extrañas las costumbres de tus amigos y tu familia. En ese momento lo difícil es volver al lugar desde el que partiste... Pero cuando lo haces parece que nunca te fuiste".

Y en ese punto está ahora. Ha vuelto para continuar su carrera, con la ventaja añadida, según explica, de que "tengo muchas conexiones fuera tanto a nivel personal como profesional".  

Como dice la consejera, orgullosa de conocer las historias de los protagonistas de este programa de retorno de talento, ahora se trata de que no se repita aquel "error estratégico" de recortar en investigación. Así, según revela, "trabajamos para ofrecer otro tipo de programas complementarios que permitan no sólo que el talento que esté fuera retorne, sino que el que esté dentro no se marche".  

Castilla-La Mancha fue la comunidad autónoma que más creció en inversión en I+D+i en 2019, con un 15% de incremento. "Y queremos seguir en esta senda", concluye Rosa Ana Rodríguez.