Marcelo Fondacaro es el director de Operaciones de Veritran.

Marcelo Fondacaro es el director de Operaciones de Veritran.

Argentina

La pandemia impulsa la inclusión financiera de los más pobres con tecnología móvil

Las personas no bancarizadas se han visto imposibilitadas para comprar muchos productos. La 'scaleup' argentina Veritran ofrece una solución.

8 diciembre, 2020 00:08

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Veritran es una empresa argentina que nació hace 15 años, cuando nadie hablaba todavía de mobile banking. Se distinguieron rápidamente por desarrollar aplicaciones con muy poco código y que pudieran usarse en teléfonos de todos los tipos y categorías, y hasta en espacios con mala cobertura móvil. Desarrollaban tecnología, en definitiva, para la inclusión y democratización de los servicios financieros.

Hoy, su plataforma low-code la usan 50 bancos y organizaciones de todo el mundo. Están presentes en prácticamente toda Latinoamérica, el año pasado dieron el salto a Estados Unidos y este 2020, en plena pandemia, han abierto su primera oficina en Brasil (São Paulo) y en España (Barcelona)

“El confinamiento o el miedo a los contagios ha favorecido el avance del open banking”, expone a D+I Marcelo Fondacaro, director de Operaciones de Veritran. “Para algunas personas que no estaban todavía bancarizadas, ésta ha sido su primera experiencia. En Argentina, por ejemplo, trabajamos con Banco Provincia, que consiguió 2,5 millones de nuevas altas al anunciar un servicio digital de distribución de subsidios. Es el canal que más creció en la historia de este banco”. 

Fondacaro explica que, a diferencia con España, donde más del 98% de la población tiene algún servicio financiero, en Latinoamérica la tasa de bancarización es muy inferior y desigual entre los diferentes países. “Hay países donde el 40% o 50% de la gente no tiene una cuenta corriente o de ahorro”. “En Argentina, por ejemplo, muchos comercios no aceptan tarjetas de crédito porque los bancos siguen cobrando una tasa del 7% por el datáfono. Este tipo de gravámenes perjudica a los comercios más humildes, donde los márgenes son muy pequeños y no se pueden permitir reducirlo otro 7%”, comenta. También la introducción de elementos innovadores en las propias tarjetas de crédito (bandas electromagnéticas, chips, NFC…) tiene un coste para los bancos, “que acaba siendo repercutido al ciudadano”. Para aquellos colectivos que no se lo pueden permitir, Veritran propone incentivar la inclusión financiera a través de tarjeteros digitales. “Mucha gente no tiene tarjeta de crédito, pero casi todo el mundo tiene un teléfono móvil”, observa Fondacaro. 

Incluso en Chile, que lidera en Latinoamérica con un 74,3% de bancarización de su población total, según Minsait, aún existe una porción importante de personas que se están viendo imposibilitadas para comprar bienes y servicios a distancia. Para este tipo de personas, entre las que encontramos también personas mayores o neófitos de la digitalización, Veritran sugiere “posibilitar el acceso a aplicaciones digitales para dar de alta cuentas gratuitas solo con su RUT (número único tributario que aparece en las cédulas chilenas) y con biometría, y sin necesidad de asistir personalmente a una oficina o una sucursal bancaria”. 

Así, sus esfuerzos de inclusión financiera se han reforzado durante la pandemia. En estos meses, esta scaleup se ha constituido como el socio tecnológico de distintas instituciones en el desarrollo de billeteras digitales, como la ‘Cuenta DNI’ de Banco de la Provincia de Buenos Aires, ‘BNA+’ de Banco de La Nación de Argentina y ‘YOLO’ de Banco de los Trabajadores de Guatemala. Además, proyecta cerrar el año con un incremento del 50% en su facturación, producto de la adquisición de nuevos clientes y del creciente uso de canales digitales a raíz del Covid-19. 

Veritran ha puesto foco especial en las entidades financieras medianas y pequeñas. “Los grandes bancos mundiales pueden contratar a todos los desarrolladores que quieran, particularmente a los mejores, pero los pequeños no tienen esa capacidad. Para ellos, una plataforma low-code como la nuestra resulta muy interesante porque además de no requerir programación, precisamente por ser llave-en-mano, resulta muy rápida de implementar”, asegura Fondacaro. Así, para una empresa con una solución low-code, es posible crear aplicaciones en días o semanas para, por ejemplo, manejar cambios en la gestión de su cadena de suministro, o para sus operaciones de trabajo remoto. 

España, la puerta a Europa

El último país al que ha llegado Veritran en España, el pasado mes de mayo. Un país, como decíamos, altamente bancarizado y que cuenta con una penetración de smartphones de gamas media y media-alta muy elevada y una mayor familiaridad hacia las aplicaciones digitales avanzadas. Pese a ser un mercado a priori más pequeño para las soluciones low-code, Veritran puede aprovecharse del idioma común y de sinergias: “Ya trabajábamos con bancos españoles que operan en Latinoamérica (como BBVA en Colombia)”, explica Fondacaro. Asimismo, recuerda, “España es la puerta de entrada al resto de Europa”.