España considera que puede haber hallado una pequeña rendija por la que colar sus reivindicaciones históricas sobre Gibraltar. No ya sólo de palabra -como lleva haciendo desde 1713, al día siguiente de la firma del Tratado de Utrecht, y como hizo el pasado viernes Pedro Sánchez en la Asamblea General de la ONU-, sino de manera efectiva.

Si los 32.000 gibraltareños no quieren tener el aeropuerto como única salida y verse un poco más encerrados a partir del 1 de enero de 2021, esperando colas más largas para entrar y salir de su pequeño territorio, Londres deberá ofrecer contrapartidas.

El 23 de junio de 2016, el 96% de los gibraltareños votó remain (permanecer en la UE) en el referéndum del brexit. Y ahora quedan poco más de tres meses para que, si no hay acuerdo entre Reino Unido y la Unión Europea, la cosa se ponga fea.

Este año se están negociando las relaciones entre el viejo socio y el club de los 27. Y después, sólo después de que este pacto se cierre, España dirá qué le parece la cosa respecto al apéndice británico que le sale, verja de por medio, en la provincia de Cádiz.

"Tenemos derecho de veto sobre cualquier aspecto relacionado con la Roca", explica una fuente de Exteriores. "No tenemos prisa, si Reino Unido prolonga la negociación, a quien le presiona el tiempo no es a España".

En el departamento de Arancha González Laya no dan detalles, pero ya se sopesa que si este 2020 de transición no se cumple con un acuerdo general y, luego, con uno específico entre Madrid y Londres, el pasaporte pase a ser obligatorio para entrar y salir de Gibraltar... o quizás incluso un visado.

Tercera renta per cápita 

Gibraltar es, hoy por hoy, el tercer territorio de la UE en renta per cápita, una situación "insostenible", tal como la diagnosticó Josep Borrell en junio de 2018, en el Congreso, cuando compareció como recién estrenado ministro de Exteriores del primer Gobierno Sánchez.

El hoy Alto Representante de la Unión para la Política Exterior y la Seguridad Común ya no tiene cartas en el asunto. Pero lo cierto es que él fue el primer jefe de la diplomacia española en 300 años que se citó a solas con el gobierno de la Roca.

Fue a los pocos días de lanzar esa velada amenaza en la Cámara Baja: y en aquella ocasión no hubo ni anuncio ni fotos. Pero se inauguraba una nueva política con la colonia de Reino Unido, muy alejada de la de los últimos ministros del PP, José Manuel García Margallo y Alfonso Dastis, con un approach mucho más agresivo al conflicto. 

Y es que los ministros de Sánchez prefieren trabajar por "una zona de prosperidad compartida" en la región, que incluya a la Roca: es "la diplomacia económica" para la que el presidente nombró a González Laya -experta en comercio internacional- aplicada al objetivo -aún lejano- de lograr la cosoberanía sobre Gibraltar.

Acercarse a España

Cuando el pasado 23 de julio, la titular de Exteriores se dejó fotografiar en una cumbre a solas con Fabian Picardo, ministro principal de Gibraltar, todos los medios de comunicación sacaron la noticia a portada y se incendiaron los líderes de la oposición. Pero no los alcaldes del Campo de Gibraltar. ¿Por qué? Por dos motivos: el primero, porque ya sabían lo que iba a ocurrir, que un ministro de Exteriores de España se reuniría con el jefe del Gobierno de la Roca, y de manera oficial, por primera vez en la Historia. Y segundo, porque "ellos mismos lo habían pedido".

Arancha González Laya y el ministro principal de la colonia de Gibraltar, en Algeciras. Efe

Lo explica así una fuente autorizada del Ministerio en conversación con este periódico. Aquella semana, la titular de Exteriores estaba de visita en la comarca. Su misión declarada era hablar con las autoridades autonómicas, provinciales y municipales para "analizar la situación del Campo y buscar soluciones para la prosperidad de la región".

Hay que recordar que, pese a ser territorio español, la región suele estar bajo la influencia de Exteriores precisamente "por la competencia desleal de tener un territorio de fiscalidad tan especial ahí abajo".

A Gibraltar ya no se le puede llamar "paraíso fiscal", desde que España firmó, el pasado 11 de marzo, el Acuerdo Internacional en materia de fiscalidad y protección de los intereses financieros entre el Reino de España y el Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte en relación con Gibraltar [consúltelo aquí en PDF].

Y aunque los ministros socialistas no se envuelvan públicamente en la bandera española cada vez que sale el tema de la Roca, su estrategia podría ser acertada. Para empezar, ya ha puesto nervioso al ministro principal gibraltareño.

En aquella cita se habló de que "la zona de prosperidad compartida" que se quiere construir tras el brexit en la región depende, y mucho, de las intenciones de Picardo. Si éste quiere que el territorio permanezca en la Unión Europea, él mismo debe dar pasos.

Laya con Picardo, reunidos en Algeciras.

Fuentes conocedoras de la reunión han confirmado a este periódico que Laya emplazó a Picardo a buscar el paraguas de España si el de Reino Unido no le sirve, ahora que en 2021 se consuma, definitivamente, el brexit. Y con él, el cambio de toda la relación a un lado y al otro de la verja... que se convertiría en una frontera en caso contario.

"Territorio en descolonización"

Y es que no sólo los alcaldes de la zona pidieron la reunión. Las fuentes citadas del Ministerio confirman a este periódico que también Picardo mandó señuelos de que estaba deseando esa cita.

Un brexit duro significaría levantar una frontera en lo que hoy no es más que una verja que se puede cruzar en apenas cinco minutos, exhibiendo simplemente el DNI. Una frontera con aduanas y aranceles; una frontera entre la residencia de lunes a viernes en la Roca y el chalé de fin de semana en Sotogrande... pero también una frontera con permisos de trabajo y condición de expatriados para los empleados españoles en la colonia.

"A nadie le conviene esa situación", admiten en Exteriores, "pero quien peor lo pasaría es Gibraltar, son ellos los que tienen interés ahora en mejorar relaciones". Reino Unido nunca formó parte del espacio Schengen, pero la vigencia -como miembro de la UE- de la libre circulación de ciudadanos, mercancías y servicios termina el 31 de diciembre con el fin del año de transición desde la aplicación del brexit, en el que aún rigen las normas previas. 

Y hay tres opciones: o brexit duro, o acuerdo de relaciones a última hora, o que ese pacto llegue pronto y dé tiempo a una negociación bilateral Londres-Madrid para la relación con Gibraltar. "Es un territorio sometido a proceso de descolonización, según la ONU, tal como recordó el viernes el presidente Sánchez en la Asamblea de Naciones Unidas", explica un portavoz del Ministerio español, "y la UE nos ha reconocido el derecho de decisión sobre la relación con la Roca... los británicos verán qué ofrecen si quieren mantener el statu quo".

Noticias relacionadas