Después de la ceremonia de filtraciones y triquiñuelas que frustraron la posible coalición de gobierno entre el PSOE y Podemos tras las elecciones del 28-A, Pablo Iglesias y Pedro Sánchez se conjuraron para que lo del 10-N saliera mejor. La campaña fue de guante blanco entre ellos, sin  ataques directos. Así se construyó un clima de confianza que cristalizó en el abrazo del 12 de noviembre.

Después, la negociación se llevó con discreción. Y con los dirigentes de Unidas Podemos advirtiendo a sus militantes de que habría que "hacer muchas cesiones" y cabalgar "contradicciones". Eso sí, de puertas adentro, fuentes internas del partido explicaban que "Pablo estará calladito hasta que se sustancie la investidura" ¿Y luego? "Luego volverá a ser Pablo".

Y a fe que aquí está Iglesias: el que prometió su cargo con un pin antifascista en la solapa. El que invadió competencias de Agricultura y cabreó a las asociaciones agrarias para desviar la bronca en el campo por la (nueva) subida del Salario Mínimo. El que reservó sus dos primeras comparecencias públicas para dos actos que cuestionaban la Transición y exigían juicios a los "criminales" del franquismo y el postfranquismo. El que llama "machista frustrado" al ministro de Justicia cuando le pone pegas a la ley de Irene Montero.

Carmen Calvo e Irene Montero se abrazan de lejos en la toma de posesión de la ministra de Igualdad. ADP

Y precisamente ahí está el quid de la cuestión, en el terreno de juego de la vicepresidenta primera, Carmen Calvo, que está viendo cómo el vicepresidente segundo le ha comido la tostada.

Una persona del entorno más cercano de Pablo Iglesias lo describe así a este periódico: "Los celos de Calvo son enormes, Irene se ha quedado con su coto privado del feminismo y Pablo tiene línea directa con el presidente".

Fuentes de la facción morada del Gobierno lo confirman, eso sí, tratando de quitarle hierro y de centrarlo todo en la número dos de Moncloa, para evitar alimentar más las tensiones: "En general, hay muy buena sintonía entre las dos partes del Ejecutivo, incluso buen rollo", dicen. Pero de inmediato reconocen que con quien más difícil es el trato es con el entorno de la vicepresidenta.

"Tres grandes noticias" 

"La semana se cierra con tres grandes noticias", explica este portavoz del entorno de Iglesias. "La primera y principal, que el anteproyecto de la ley del sólo sí es sí está aprobado", y es que en Podemos hay un empeño enfermizo en huir de los ruidos internos, dada su experiencia desde el nacimiento como partido: siempre ha habido más purgas, traiciones, expedientes en la comisión de garantías y navajazos que trabajo en equipo.

Desde el entorno de Iglesias, EL ESPAÑOL ha podido saber que en el Ministerio de Igualdad aún están esperando la llamada de la Vicepresidencia Primera y del Ministerio de Justicia para las reuniones de coordinación que solicitaron durante el mes de febrero. "Nos suspendían los encuentros", explica este asesor externo del vicepresidente, "han tratado a Irene de niñata, y ella ha respetado mucho a Calvo... hasta que ha acabado harta".

Juan Carlos Campo, ministro de Justicia. PSOE

"La segunda noticia es que la relación entre Pedro y Pablo ha salido reforzada", detallan sobre la resolución de la crisis más grave en el Ejecutivo. "Los titulares del martes, con la ley de Igualdad camino al Consejo de Ministros, eran una pataleta más de Calvo", inciden.

"Las excusas técnicas de Justicia se podían discutir internamente, pero retrasaron las reuniones una y otra vez", desvela esa otra fuente del entorno de Iglesias, "para que la ley no llegara a tiempo del 8-M".

Las acusaciones cruzadas

Las acusaciones cruzadas en este punto son numerosas, pero no contradictorias. Del lado socialista y del morado se admite que ha habido discrepancias, que habría sido preferible no airearlas y que no se ha trabajado con la coordinación deseable.

Pero desde Podemos se atribuye al ministro Juan Carlos Campo el empeño en proteger a su jefe, Pedro Sánchez, metiendo la reforma penal del sólo sí es sí en el mismo paquete que la de la sedición "para que una polémica mate a la otra", la feminista a la separatista y viceversa.

Desde el PSOE, simplemente señalan que el texto era "una chapuza jurídica" y que había que cepillarlo para no hacer el ridículo una vez se someta a información pública... trámite que, además, se está retrasando.

"Pero la tercera noticia reseñable", apuntan las fuentes, "es que Calvo ha salido muy debilitada". ¿Más? "Antes no lo estaba, simplemente no se hacía a su nuevo rol, en el que ya no lleva Igualdad". Pero ahora es una realidad que su posición ante el presidente es más débil.

"Es verdad que la relación entre Pedro Sánchez e Iglesias es de confianza, y que se consultan y hablan de todo, y eso ponía muy nerviosa a Calvo, acostumbrada a ser la única importante ahí dentro", añaden las fuentes moradas del Ejecutivo, cantando victoria, "pero no pasaba de ser un ataque de cuernos... ahora ha perdido puntos de verdad".

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