Si alguien esperaba una reacción a cajas destempladas de ERC a la comparecencia de Quim Torra y su anuncio de elecciones anticipadas es que no conoce la actual atmósfera política en Cataluña. Los sondeos electorales le conceden a ERC una relativamente cómoda mayoría sobre JxCAT –que podría perder su segunda posición en beneficio del PSC– y ese colchón de votos le permitió ayer miércoles a los republicanos ignorar las acusaciones de "deslealtad" del presidente de la Generalidad como si estas no hubieran sido pronunciadas jamás.

"Respetamos la posición del presidente y las decisiones que se derivan sobre el calendario electoral" dijeron de forma retórica los republicanos en un comunicado que no sólo no respondía a las insinuaciones del presidente sino que se mostraba de acuerdo en casi todo con él. "Compartimos sus conclusiones principales: el país necesita de forma urgente unos presupuestos que cuentan ya con un apoyo parlamentario amplio y hay que activar la vía política poniendo en marcha la mesa de negociación con el Estado".

Ese era, de hecho, el mal menor que los republicanos preveían la noche del martes, cuando Torra anunció una comparecencia sorpresa para las 12:00 del miércoles. ERC no desea elecciones inmediatas, pero el tiempo de margen que se ha concedido Torra para la convocatoria electoral definitiva, el hecho de que no haya anunciado una remodelación de su equipo de gobierno y el mantenimiento de los dos principales compromisos a los que ha llegado con los republicanos –presupuestos y mesa de negociación– dejó satisfechos a estos y evitó una ruptura brusca de la coalición que gobierna la Generalidad.  

Prueba, en cualquier caso, de que las relaciones entre ERC y JxCAT están no ya dañadas, sino devastadas de forma irreversible, es que el mismo vicepresidente de la Generalidad, el republicano Pere Aragonès, sólo conoció el contenido del anuncio que iba a hacer el presidente del Gobierno autonómico catalán unos pocos minutos antes que el resto de los ciudadanos catalanes

ERC se sabe ganadora

De las amenazas previas a la comparecencia de Torra –ERC había anunciado que su actitud no iba a ser la de "limitarse a escuchar y a reaccionar" si el presidente actuaba "unilateralmente"– no quedó ni rastro tras las varias reuniones de la cúpula republicana en su sede del número 166 de la calle Calabria de Barcelona en las que se pactó la respuesta al anuncio del presidente regional.

Unas reuniones en las que llevaron la voz cantante el vicepresidente autonómico Pere Aragonès y el presidente del Parlamento catalán, Roger Torrent. Junto a ellos estaban algunos de los consejeros republicanos del Gobierno y otros altos cargos del partido: Alba Vergés, Ester Capella, Teresa Jordà, Marta Vilalta y Alfred Bosch.

La sospecha ayer en Cataluña, o evidencia más bien, es que el anuncio de Torra ha sido calculado para eclipsar el impacto mediático de la comparecencia este martes de Oriol Junqueras en el Parlamento. Pero ni siquiera eso encendió los ánimos de una ERC que se sabe ganadora y que confía en un futuro gobierno de coalición tripartito junto a PSC y los comunes de Podemos

Usurpación de funciones

Que ERC haya ignorado de forma ostensible a Torra no significa, sin embargo, que los republicanos no hayan insinuado ya cuál será su estrategia electoral de cara a las futuras elecciones autonómicas catalanas: irredentismo y república. Porque sólo unas líneas más abajo de allí donde ERC se felicita por la convocatoria de la mesa de negociación con "el Estado" los republicanos afirman tener claro que su enemigo "no es otro que el Estado y la represión con la que castiga al conjunto del movimiento independentista".

Es la misma contradicción retórica, en cualquier caso, que la de un Quim Torra que confirmó que piensa reunirse con un Gobierno al que acusó durante su comparecencia de "dar un golpe de Estado" y que en sentido estricto no anunció elecciones, sino que anunció que las anunciará en un futuro próximo.

Torra continuará además gobernando con ERC hasta la aprobación definitiva de los presupuestos, probablemente en marzo o a principios de abril, como si nada de lo dicho ayer fuera a tener el más mínimo impacto en su acción política a corto plazo. "No ha cambiado nada" concluía el diputado del PP Santi Rodríguez en conversación con EL ESPAÑOL. "Torra sólo ha ganado tiempo". 

Quim Torra tiene previsto reunirse con Pedro Sánchez el jueves de la semana que viene, después de que el Gobierno haya confirmado que le sigue considerando el presidente autonómico legítimo a pesar de la pérdida de su escaño.

El PP, por su lado, ha anunciado por boca de Pablo Casado que va a presentar una querella contra Torra por usurpación de funciones públicas. También ha afirmado que "cualquier resolución que adopte", incluida la convocatoria de elecciones, "no tendrá valor jurídico"

Si los calendarios se cumplen razonablemente y los presupuestos se aprueban en marzo o abril, como sería lógico de acuerdo al calendario pactado por los partidos separatistas, las elecciones podrían convocarse para el mes de mayo o el de junio como muy tarde.

Torra ha cumplido de hecho, sin pretenderlo siquiera, los deseos del PSC y de los comunes de Podemos. Ambos partidos le pedían el pasado lunes, en plena trifulca separatista entre ERC y JxCAT a cuenta de la retirada de su escaño, que diera por acabada la legislatura y convocara elecciones anticipadas independientemente de la aprobación, o no, de los presupuestos de la Generalidad. Unos presupuestos que un Torra inhabilitado por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña no podrá aplicar ya jamás.

Sondeos no tan favorables

Pero no todos los sondeos son tan amables con ERC como los mencionados en el primer párrafo de este artículo. Otros más recientes dan una notable subida a JxCAT, a la que colocan en posición de empate técnico con ERC, así como también una fuerte subida al PSC y una debacle de Ciudadanos.

Para ERC, obtener la primera posición en las elecciones autonómicas es imperativo de cara a sus planes de presidir la Generalidad junto a PSC y Podemos. Porque si JxCAT queda por delante de los republicanos, algo que ya ocurrió para sorpresa de todos en diciembre de 2017, ERC tendrá muy difícil justificar un pacto con las izquierdas nacionales

Fechas en el aire

Todo lo explicado anteriormente en relación a la fecha de las elecciones queda sin embargo en suspenso a la espera de que se resuelva la situación jurídica de Quim Torra. Porque si este pierde la presidencia como consecuencia de la confirmación de su inhabilitación por parte del Tribunal Supremo, el vicepresidente Aragonès pasaría a convertirse en presidente interino.

Aragonès no podría sin embargo convocar o desconvocar elecciones, así que debería esperar a la propuesta de un nuevo candidato a la presidencia. Candidatura que con toda probabilidad no sería aprobada por el Parlamento catalán.

En ese caso, sin embargo, el resultado sería el mismo que sin la confirmación de la inhabilitación de Torra por parte del Tribunal Supremo: la convocatoria de elecciones automáticas, aunque en este caso en los 54 días posteriores al plazo de dos meses posterior a la hipotética investidura fallida.

La batalla de las próximas semanas, en fin, será la que libren JxCAT y ERC por la fecha electoral más conveniente a sus intereses. Y en esa batalla, JxCAT prevé que el Gobierno del PSOE jugará a favor de los republicanos

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