Vox quiere firmar un documento a tres bandas con PP y Ciudadanos. Génova dice que sí, pero Rivera ordena justo lo contrario -postura aprobada por unanimidad en su Ejecutiva-. Un autógrafo, por favor. No, gracias. Así durante 38 minutos, lo que duró la primera reunión mantenida entre Isabel Díaz Ayuso, Ignacio Aguado y Rocío Monasterio.

El encuentro, que empezó a las 19h, se antojaba largo y enjundioso. Por lo menos para el PP. La presidenciable canceló la entrevista que iba a conceder a la televisión pública en uno de sus informativos nocturnos.

Ayuso, en cierto modo árbitro de la contienda, no hizo declaraciones al acabar el diálogo de sordos. Sí hablaron Aguado y Monasterio. El primero acusó a Vox de "bloquear" la formación de Gobierno. La segunda habló de normalización y celebró la foto con Ciudadanos.

Vox dice 'no' a la investidura de Díaz Ayuso.

Este miércoles, tras el fracaso de las conversaciones, la Asamblea de Madrid acoge una especie de pleno fantasma. Un pleno sin candidato. La sesión servirá para poner el cronómetro en marcha. Si el pacto no prospera, el 11 de septiembre volverán a celebrarse nuevas elecciones.

Según un portavoz autorizado de Ciudadanos, el "bloqueo" de Vox no empujará a su partido a abstenerse en la intentona de Ángel Gabilondo. "Ese camino no lo vamos a explorar", confiesa este miembro de la Ejecutiva liberal.

Los deberes, a septiembre

Ignacio Aguado, según admiten a este diario fuentes de Cs y Vox, espetó a Monasterio durante el encuentro: "Rocío, estás ayudando a Gabilondo". Ella trasladó la culpa al compañero de Rivera y se mantuvo en sus trece: o una firma a tres o no hay Gobierno.

Tanto en público como en privado, la líder de Vox en la Comunidad de Madrid lleva tiempo mencionando la posibilidad de septiembre. La derecha radical no ve con malos ojos que el Ejecutivo prospere sobre la bocina. De este modo, seguiría capitalizando buena parte de la actualidad informativa.

PP y Ciudadanos, que se han concedido mutuamente la condición de "socio preferente", creen que Abascal acabará cediendo. "Lo contrario sería un suicidio. Su votante no lo entendería", arguye un dirigente liberal. "Al final, lo que pesa es el voto. Se visualizará que quienes se postulan en contra de un Gobierno de centro derecha serán ellos", sintetiza.

Los populares se encuentran más cómodos. Al margen de la agria disputa que enfrenta a Vox y Ciudadanos, explotan su condición de árbitro y temperamento relajado. "Hemos conseguido que se sienten, que empiecen a hablar. Con más taquígrafos y menos despachos se desbloqueará todo", señala un alto cargo del PP.

Casado, en conversación con sus asesores, celebra haber auspiciado el deshielo de Ciudadanos respecto a Vox. Es cierto que, hace meses, los primeros no querían ni oír hablar de sentarse con los segundos. Abascal, desde las autonómicas y municipales, ha ido reduciendo sus exigencias. Primero quería consejerías y concejalías, ahora se conforma con un pacto firmado a tres bandas.

Apelando a su "vieja amistad", el presidente de la derecha radical pidió reeditar la foto de Colón en los despachos del Congreso. Rivera, por medio de un mensaje telefónico, rechazó la propuesta: que negocien "nuestros equipos autonómicos". Casado sí le visitó. Alabó la "buena disposición" de Vox y lo catalogó como un interlocutor "perfectamente válido".

La pelota, coinciden Rivera y Casado, "está en el tejado de Vox". Ambos confían en que las reuniones y las fotografías como la de este miércoles suavicen las exigencias de Abascal.

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