Roberto Bermúdez de Castro (Huesca, 1971), secretario de Estado para las Administraciones Territoriales, ha sido el principal arquitecto del andamiaje legal y práctico del artículo 155. Las medidas que se están desplegando en Cataluña para gestionar la Administración autonómica desde el Gobierno han pasado este lunes una prueba de fuego. La incorporación de los funcionarios tras el cese del Govern y casi 200 altos cargos ha sido tranquila, los exconsejeros han accedido a sus despachos para recoger efectos personales y los Mossos han cumplido escrupulosamente las órdenes de Interior. En Moncloa están muy satisfechos.

Bermúdez de Castro ha coordinado el proceso desde Barcelona. Ha sido una presencia discreta. El Gobierno se inclina por un control remoto y poco invasivo de la Generalitat. La convocatoria de elecciones para el 21-D ha contribuido a minimizar el impacto del 155. La utilización de esta prerrogativa constitucional despertaba muchas dudas. De hecho, era el último de los escenarios de actuación previstos por el equipo de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría. Su puesta en marcha, que el Gobierno definió como la última bala ante el proceso separatista, está funcionando sin resistencias destacables.

Más de 20 borradores

Bermúdez de Castro ha pasado los últimos meses enfrascado en transformar un artículo teórico y conceptual de la Constitución en una serie de propuestas reales y efectivas. No se trataba sólo de cesar a Carles Puigdemont y su Govern, sino que cada Ministerio debía tener muy claro las competencias que le correspondía asumir. Sobre su mesa, ha llegado a tener más de 20 borradores diferentes. El secretario de Estado ha trabajado con su equipo aragonés de confianza y los abogados del Estado Juan Romero, Enrique Lasso y Paco Sanz, y el abogado General Eugenio López.

Una de las claves ha sido el pasado de Bermúdez de Castro como consejero de Presidencia, Justicia e Interior del Gobierno de Aragón (2011-2015). La experiencia que ha trasladado a los abogados del Estado ha influido en el diseño de las medidas. La Administración autonómica es muy diferente a la nacional. Las decisiones que se toman, o que no se toman, tienen un impacto directo en los ciudadanos. Si no se firma un papel, un hospital se puede quedar sin el material de Urgencias. 

Su opinión y la de los otros tres exconsejeros autonómicos de la Comisión de Secretarios de Estado y Subsecretarios, que centraliza la gestión diaria de la Generalitat, ha tenido un enorme peso en las decisiones de los últimos días. 

Bermúdez de Castro, durante una comparecencia en el Congreso. E.E.

Bermúdez de Castro es un hombre de la total confianza de Sáenz de Santamaría. Ella le trajo a Administraciones Territoriales después de asumir las competencias de Función Pública en el gabinete de Rajoy. Se conocieron en los años 2004 y 2005, cuando la vicepresidenta era secretaria ejecutiva de Política Autonómica y Local en el PP. Ambos comparten generación -tienen 46 años- y afición al esquí. Sus respectivas familias han coincidido varias veces en la estación de Formigal, en el Pirineo aragonés.

Gobierno y autonomías

Sáenz de Santamaría encomendó a Bermúdez de Castro reconducir las relaciones del Gobierno central con las autonomías. La interlocución quedó muy dañada en la anterior legislatura. Las competencias de Administraciones Públicas estaban entonces en manos de Cristóbal Montoro en Hacienda. La cumbre de Presidentes autonómicos de enero y las conferencias sectoriales han reconstruido algunos puentes. Bermúdez de Castro ha participado también en la negociación del cupo con el PNV y en la reforma del Estatuto de Canarias. Entre sus tareas, ahora congeladas por la crisis en Cataluña, está también la reforma de la financiación autonómica.

Casado y con dos hijas, Bermúdez de Castro es un acérrimo seguidor de la Sociedad Deportiva Huesca, que milita en Segunda División. Si puede, nunca se pierde un derbi contra el Real Zaragoza. Las personas que más le conocen aseguran que es tímido y familiar. Políticamente destacan su capacidad analítica. Dicen que no es pesimista, pero que es capaz de anticiparse a los peores escenarios imaginables. Y que eso le ayuda a tomar decisiones.

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