En la memoria de todos está, aún fresca, la imagen de hospitales colapsados, de enfermos separados de sus seres queridos, de féretros sin más acompañamiento que el de los militares. Por eso, y ante el avance de la segunda ola de la pandemia en nuestro país, las alarmas que ya sonaron en marzo vuelven a escucharse.

Ya no hablamos únicamente de un exceso de mortalidad recogida por el Sistema de Monitorización de la Mortalidad, MoMo, del Instituto de la Salud Carlos III (ISCIII) -que ya dibujó, con los datos actualizados a 24 de agosto, que en España vuelve a haber más muertos de los que debería en circunstancias normales-. Es que en la práctica totalidad de las provincias de España ya hay decesos que no deberían producirse. Tal y como pasó aquella primera vez.

Son, en total y del 6 de julio al 16 agosto, 3.369 españoles cuya muerte no tenía que haberse producido. Ya sea, claro, por muertes directas o indirectas: aquellas -como infartos, cánceres…- que no se han atendido correctamente por la saturación del sistema y que no tendrían por qué haber fenecido ahora.

Una alerta roja

Un estudio de la empresa internacional especializada en big data Inverence, consultado por EL ESPAÑOL, revela que, provincia a provincia, esta segunda oleada provocada por la Covid-19 comienza a notarse. Las cifras de decesos, claro, no son demasiado altas aún -afortunadamente-, porque la situación de la pandemia no es la que vivimos en el primer periodo. Pero sí sirve como alerta roja para prevenir de lo que está por venir.

La firma define dos grandes tramos de exceso de fallecimientos. Así también lo hace el ISCIII, pero sitúan las fechas en diferentes semanas. Inverence fija una primera oleada del 1 de marzo al 24 de mayo y una segunda del 6 de julio al 16 agosto. La fecha de fin se debe a que son los últimos datos disponibles en el Instituto Nacional de Estadística, no que el periodo, efectivamente, haya terminado.

Así, si tomamos como referencia, por ejemplo, la provincia de Ciudad Real, se observa que en la primera parte de la pandemia del coronavirus hubo 1.781 muertos de más, lo que otorga una media de algo más de 20 personas fallecidas cada día que, sin coronavirus de por medio, no tendrían que haber fenecido.

Ahora, en este segundo periodo, ha habido un exceso de mortalidad total de 105 ciudadanos, lo que significa que cada día, desde el 6 de julio al 16 de agosto, ha habido de dos a tres fallecimientos diarios que no tenían por qué, en circunstancias normales.

Reflejo hasta mitad de agosto

La fotografía que ofrece este estudio realizado por Inverence deja varias cuestiones claras: por ejemplo, y principalmente, que las áreas más azotadas en la primera oleada no están repitiendo -o, al menos, de momento: recordemos que los datos más actualizados son los de mediados de agosto, hace algo más de 15 días-.

También explica por qué regiones como Madrid y Barcelona, que están copando en los últimos días la actualidad informativa, aún no tienen exceso de mortalidad: el desarrollo de la Covid-19 es largo, y hasta la segunda o tercera semana no suele haber complicaciones que puedan derivar en el fallecimiento.

El exceso de mortalidad principal se situó, en la primera oleada, en las Castillas, principalmente, con la Comunidad de Madrid como epicentro de la pandemia. Ahora, la parte más azotada es el sur de la Península (Córdoba, Granada, Málaga, Sevilla, Badajoz), el Levante (Alicante, Valencia, Murcia) y Aragón (Zaragoza, principalmente).

Para muestra, un botón: la provincia de Valencia sufrió las consecuencias de la Covid-19 de manera notable. En el primer periodo fallecieron 1.079 personas de más, lo que arroja una media de 12 personas muertas cada día. Este segundo tramo no ha sido tan considerable, pero sigue dejando unas cifras bastante relevantes: en julio y agosto morían 6 personas diariamente que no tendrían que haberlo hecho.

Los muertos que cuentan... o no

EL ESPAÑOL, de la mano de Inverence, ya denunció durante los primeros momentos de la pandemia el descuadre en la contabilidad de los fallecidos. También reclamó un recuento veraz que incluyera a todos los muertos, no sólo aquellos que sí reconocía el Ministerio de Sanidad por haberse hecho una PCR -algo que no cuadra con la definición de caso de la Organización Mundial de la Salud (OMS)-.

“Esto pasa porque el Ministerio no sigue la definición de muerte de la OMS, que decía que si tenía el fallecido una clínica compatible por covid, se interpretaba así aunque no hubiera PCR”, explicaba en conversación con EL ESPAÑOL el portavoz de la Sociedad Española de Epidemiología Joan Caylà. Así, y a sus ojos, la cifra real es muy superior a las que se admite.

En la actualidad, en España se están llevando a cabo dos procesos paralelos: el recuento que hace el Ministerio de Sanidad -a través de los datos de las comunidades autónomas- y el conteo de los fallecimientos globales, por cualquier causa, que registra el Instituto Carlos III a través de MoMo -que bebe de los registros civiles-.

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