Al primer miembro de la banda que detuvo la Guardia Civil le atraparon cuando transportaba un coche sobre una grúa. Simulaba ejercer esa profesión, e inmediatamente sospecharon de él cuando le localizaron en Valtierra (Navarra). Le dieron el alto y le incautaron 10 kilogramos de “speed” en el maletero del vehículo.

Fue solo el principio, relatan fuentes cercanas a la investigación. Aquel primer arresto destaparía, meses después, la mayor organización de producción de esta sustancia en toda España. Una banda formada por al menos 25 personas, y cuya base de operaciones era la Ribera de Navarra. Desde ahí, al sur de la Comunidad Foral, esta banda formada mayormente por ciudadanos de nacionalidad española, gestionaban todas las operaciones.

La segunda de las detenciones, que hizo modificar la forma de transporte y obtención de materias primas de esta organización, tuvo lugar en Sabiñánigo (Huesca). Dos de los miembros del grupo transportaban 93 kilogramos de marihuana en un compartimento de una autocaravana.

Los detenidos fingían ir en ruta con el automóvil por la carretera durante sus vacaciones. En realidad lo que hacían era viajar al Norte de Europa. La operación desarrollada por la Guardia Civil descubriría ya entonces que su objetivo era intercambiar marihuana por materiales químicos con los que fabricar el speed en sus laboratorios de Orio(Guipúzcoa) y Arguedas (Navarra).

17 de las detenciones se produjeron en distintos municipios de la Ribera Navarra, 2 en Guipúzcoa, 3 en La Rioja, 2 en Sabiñánigo (Huesca) y 1 en Virsac (Francia). La operación se ha gestionado desde el Juzgado de Instrucción nº 4 de Pamplona. La trama fue bautizada como 'operación Beltza' y fue dirigida tanto por el Instituto Armado como por la Agencia Tributaria. 

114 kilos de speed

La operación, resuelta hace unos meses pero que se ha dado a conocer ahora, se ha saldado con la incautación de 114 kilos de Speed, más de 100.000 euros, 104 kilos de marihuana, 26 kg de anfetamina líquida y otras sustancias estupefacientes.

Los agentes lograron desmantelar dos laboratorios en los que la banda elaboraba todos los productos que luego lanzaba al mercado y distribuía por España y Europa. Allí tenían todo lo necesario para cocinar el producto que a ellos les parecía oportuno.

En los registros se halló, cómo no, alguna que otra arma de fuego: en concreto, 1 revólver calibre 38 de fuego real, 2 armas cortas de aire comprimido, un revólver detonador. También varios coches de alta gama.

No eran unos cualquiera. Por ello, habían desarrollado un sistema para comunicarse a través de llamadas encriptadas, en principio imposibles de detectar. También las caravanas resultaban cruciales en todo el plan de transporte del material.

La estrategia siempre era la misma: simular un viaje turístico para llevar la anfetamina líquida desde Holanda o Alemania hasta la guarida en el sur de Navarra.

La gran dificultad de detenerlos a todos residió, principalmente, en lo esparcida que estaba la banda. Los detenidos se repartían entre La Rioja, Guipúzcoa, Navarra.

Trabajaban con mucha cautela y relacionándose poco entre ellos. Por eso ya cuando desarticularon por completo la organización tuvieron que registrar hasta 11 casas diferentes. Nueve de ellas estaban en la Comunidad Foral, y otra en las provincias vecinas.

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