Primero Londres, ahora Tokio. Por segunda vez en un mes, Zarzuela se ha visto obligada a aparcar otro viaje de Estado histórico debido a la incierta situación política que reina en España desde el 20D. La Política, con mayúsculas, está impidiendo a la monarquía española sacar brillo a su Corona en el exterior.

“No parece adecuado que el rey esté fuera de España una semana entera en el mes de abril”, explican fuentes oficiales de Zarzuela, que este viernes han informado de que también se ha caído del calendario un viaje de menor trascendencia a Corea del Sur en torno al 12 de abril, que es cuando estaba previsto el de Japón.

La decisión de este viernes ha sido adoptada junto con el Gobierno, que es quien refrenda los viajes del rey. Desde Moncloa se esgrime el mismo argumento que ya utilizó en febrero para cancelar la visita a Isabel II: “La presencia debida de don Felipe en España por si tiene que ejercer sus funciones constitucionales”.

UNA SEMANA EN EL LEJANO ORIENTE

De haber un último intento de investidura, éste se produciría en la semana del 25 al 29 de abril como límite. Las rondas de consultas, si las hubiera, tendrían que celebrarse las semanas anteriores. Todo son hipótesis. Posibilidades de fechas y escenarios que hacen imposible enviar al rey al Lejano Oriente durante una semana entera. En España, cada día es ahora una eternidad.

Lo único que ha podido hacer el rey es aprovechar- a salto de mata- el tiempo que le ha dejado su decisión de no convocar de manera inmediata una tercera ronda de consultas. Esa ventana de oportunidad le ha permitido ir unas horas a Lisboa este miércoles y le permitirá volar a Puerto Rico durante apenas un día la semana que viene para asistir al Congreso de la Lengua Española. La ocasión lo exige de manera especial en este año de celebración cervantina, según fuentes diplomáticas.

“Se hace lo que se puede, pero la política interna es ahora la prioridad”, señalan desde el ministerio de Exteriores, donde el ministro en funciones, José Manuel García-Margallo exhibe este viernes con profusión lo que considera un gran logro diplomático: la invitación de Rusia a España (junto a Holanda, Australia y Japón, precisamente) para participar con los grandes actores internacionales en el grupo de trabajo que intenta acabar con la guerra de Siria.

ACUERDO UE-TURQUÍA

El entusiasmo mostrado por Margallo por la invitación rusa tiene un anverso: el Gobierno está en funciones, y no todos los grupos parlamentarios (ni todos los aliados) comparten la posición del Ejecutivo español hacia Bashar el-Asad, el presidente sirio. Madrid defiende que Asad debe de formar parte del gobierno de Transición sirio (si es que algún día lo hay). Londres, por ejemplo, mantiene que hay demasiada sangre en sus manos como para permitir que se mantenga en el poder ni un día más.

Del mismo modo, la mayoría del Parlamento español no está de acuerdo con el Gobierno en funciones en el acuerdo UE-Turquía que Mariano Rajoy ha suscrito este lunes en Bruselas. La decisión del Gobierno en funciones amenaza con crear un conflicto jurídico entre los poderes legislativo y ejecutivo: Rajoy no quiere dejarse controlar por el Parlamento precisamente porque está en funciones, y el Congreso responde que el Ejecutivo no puede tomar decisiones de ese ámbito precisamente porque está en funciones.

Mientras todo esto ocurre en nuestro país, el mundo toma nota. La realidad es que, de cara al exterior, España está “cerrada” hasta nuevo aviso. Aquí, de momento, reina la Política con mayúsculas.

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