En mi infancia unos de los terrores que cercaba a nuestros padres era la meningitis. Cientos de veces, progenitores y médicos hacían la clásica comprobación de rigidez del cuello a los niños que vomitaban sin nauseas previas y decían sufrir fuertes dolores de cabeza. 

Recuerdo con mucha claridad una tarde-noche jovellanense en la que no paraba de vomitar, me dolía la cabeza y mis padres me miraban aterrados. Ya en el hospital, varios fueron los intentos de comprobar la rigidez de mi cuello, pero los continuos vómitos impedían realizar la prueba de manera fiable.

¡Meningitis! era el diagnóstico que flotaban en el húmedo ambiente de las Urgencias. Tocaba hacerme una punción lumbar para comprobarlo… 

¿Qué es? ¿Por qué se da? ¿Es tan grave?

La meningitis es la inflamación de la meninge, un tejido que rodea el cerebro y la médula espinal. La más común de las meningitis conocidas ocurre cuando un virus penetra en el organismo usando la nariz o la boca e invade el cerebro. 

Sin embargo, también puede tener origen bacteriano. En este caso debe tratarse de inmediato con antibióticos intravenosos y, en ocasiones, con corticoides. El tratamiento reduce el riesgo de tener complicaciones, tales como inflamación del cerebro, convulsiones e incluso la muerte. 

La meningitis bacteriana es grave y el fallecimiento puede ocurrir en apenas unas horas si no se actúa con precisión y rapidez. En los últimos tiempos se han reportado 2,5 millones de personas con esta enfermedad por año y se calcula que la mortalidad ronda el 30% de los afectados. Además, quienes sobreviven pueden padecer serias secuelas. 

¿Y por qué te escribo sobre esto hoy? 

Según un estudio muy reciente, hablo de tan sólo un par de días, ya vamos entendiendo cómo es que ocurre la meningitis. Recuerda que para vencer, hay que conocer

Según una serie de experimentos publicados por la revista Nature en ratones infectados con bacterias causantes de meningitis, los microbios 'aprovechan' una vía de comunicación entre las células nerviosas que detectan el dolor y las células del sistema de defensas para establecer la infección.  

Hasta hace poco pensábamos que la detección del dolor alertaba al sistema de defensa contra patógenos. Sin embargo, los datos publicados aseguran que si se suprimen las neuronas que detectan el dolor, los ratones se defienden mejor contra las bacterias que provocan la meningitis grave. 

De hecho, las bacterias 'secuestran' las neuronas del dolor cuando intentan invadir el cerebro. En palabras propias de uno de los autores del trabajo, el inmunólogo de Harvard Issac Chiu, “… en condiciones normales, cabría esperar que el dolor fuera un sistema de advertencia que nos obligara a detener las bacterias de alguna manera. Sin embargo, hemos descubierto lo contrario. La señal de dolor está siendo utilizada por las bacterias para obtener una ventaja".

Según los experimentos de los que te hablo, las bacterias inductoras de la meningitis secretan toxinas que son captadas por las neuronas detectoras del dolor y esto induce la producción de factores inmunosupresores. Es decir, sustancias que reducen sensiblemente la capacidad de las defensas para eliminar la infección.

Entre ellas está un péptido relacionado con el gen de la calcitonina conocido por las siglas en inglés CGRP. Además, cuando se inyecta CGRP a los ratones previamente infectados —aumentando la cantidad de este factor— la patología se favorece… y aquí está el contacto con la clínica. 

Si eres de los que sufres migrañas quizá sepas que el CGRP es un inductor de los dolores de cabeza. De hecho, es diana de algunos medicamentos para aliviar la migraña. 

Siguiendo esta lógica, a cinco ratones se les trató con un medicamento para la migraña que bloquea los efectos de CGRP, y luego los infectaron patógenos para que desarrollaran meningitis bacteriana.  Los resultados son ilusionantes: el grupo de animales medicados tenían menos bacterias en las meninges y el cerebro, tardaron más en mostrar síntomas, no perdieron tanto peso y sobrevivieron más tiempo que los ratones sin medicación.

Esto nos está diciendo que prevenir la liberación de CGRP o evitar que actúe sobre las defensas podría ayudar a retrasar la infección, lo cual amplía la ventana de acción para los médicos al tratar a una persona con meningitis. 

¿Se podrá trasladar a humanos? 

Unas cuantas preguntas están sobre la mesa, mas otro camino se ha abierto para poder evitar muertes debido a las meningitis bacterianas. 

Conversando con el neurólogo del Hospital La Paz e investigador del IdiPAZ, Javier Díaz de Teran, me confirma la existencia de varios medicamentos inhibidores de la CGRP que están ya en fase última de aprobación contra la migraña. Entre ellos están el Rimegepante, el Ubrogepante y el Atogepante. Todos podrían, además, ser usados en el futuro para tratar la meningitis bacteriana.  Hay motivos para la esperanza. 

Quizá te hayas quedado intrigado con mi episodio del principio. La verdad es más graciosa que trágica. 

Debido a mis vómitos incontenibles, la cefalea que estaba sufriendo y un alarmante aumento de meningitis bacteriana pediátrica en Jovellanos, mi pueblo, los médicos que me atendieron indicaron la realización de una punción lumbar. En palabras simples: un pinchazo con una aguja imponente en la parte baja de la espalda. Yo, consciente de lo que iba a suponer decidí contar la verdad

Horas antes de la aparición de los vómitos me había bebido algo más de tres litros de yogurt líquido en el espacio de treinta minutos. Sabía con precisión lo de la media hora porque era el tiempo que duraba un programa infantil que me sirvió de entretenimiento mientras ingería aquel volumen, salvaje, de líquido blanco endulzado con generosas cantidades de azúcar. 

A las preguntas iniciales sobre si había comido algo en grandes proporciones contesté con un rotundo NO para evitar las reprimendas familiares por mi gula. Sin embargo, ante la aguja confesé. 

La sospecha de meningitis se disolvió mientras mis padres buscaban la manera de calmar sus nervios aceptando que habían procreado un hijo glotón.