No corren buenos tiempos para los políticos negacionistas del cambio climático: “evidencia apabullante” son exactamente las dos palabras con las que comienza el artículo científico más compartido entre expertos de los últimos tiempos.

Publicado en la revista científica Nature Climate Change, las conclusiones del estudio realizado por  Callaghan, Schleussner, et al., un grupo de científicos con sede en un famoso instituto de Berlín, el Instituto de Investigación Mercator de Global Commons y Cambio Climático (MCC), dará bastante que hablar –y reflexionar– a los asistentes a la próxima cumbre del clima (COP 26) de Glasgow. 

Se trata de una investigación basada en registros de temperatura media y precipitaciones, además de más de 100.000 estudios publicados entre 1951 y 2018 sobre impactos climáticos. Estudios que crecen en número exponencialmente cada año, como aseguran desde Web of Science y Scopus.

Para el 80% de la superficie mundial (excluyendo la Antártida), los cambios de tendencia en temperatura y precipitación pueden atribuirse al cambio climático

Usando técnicas de machine learning, y concretamente, el lenguaje BERT, los científicos han llegado a cinco conclusiones fundamentales.

El impacto del cambio climático corresponde al 80% de la superficie terrestre del planeta. Es decir, para el 80% del terreno mundial (excluyendo la Antártida), los cambios de tendencia en temperatura y precipitación pueden atribuirse, al menos en parte, al cambio climático.

Esto equivale, en escala humana, al 85% de la población. Casi toda nuestra sociedad está afectada a día de hoy por el cambio climático, según este estudio.

Para el 48% de la Tierra, en la que habita el 74% de la humanidad, la evidencia es robusta o muy alta. Estos porcentajes corresponden a los países con ingresos altos. Por tanto, una parte de la esfera terrestre está ya muy estudiada y no admitiría ningún negacionismo.

En paralelo, el número de estudios serios en relación con África y Asia es muy inferior al del resto de continentes. Ahí es donde este informe ha encontrado un “ángulo muerto”: existe el doble de probabilidad de que un estudio de las últimas décadas se dedique a los continentes ricos que a los pobres.

Sin embargo, el artículo resalta la vulnerabilidad de determinadas zonas al cambio climático, como el África subsahariana.

Según este estudio, el 85% de la población está afectada a día de hoy por el cambio climático

Para Callaghan, autor de este estudio en el que España aparece en los niveles más altos de análisis y evidencia e investigador del MCC, ha sido una sorpresa encontrar esta brecha en el volumen de los estudios. Y su investigación, dice, debería servir para generar puentes a nivel internacional respecto a un problema que es común.

El objetivo 13 de Naciones Unidas (acción por el clima) nos recuerda que el cambio climático no es una cuestión social ni de nacionalidad, sino que está afectando a todos los países de todos los continentes, “alterando las economías nacionales y afectando a distintas vidas”.

Para António Guterres, secretario general de Naciones Unidas, la ya considerada por muchos –incluida la Unión Europea y países como España o Reino Unido– emergencia climática es el "mayor riesgo sistémico a nivel global para el futuro cercano".

Existe el doble de probabilidad de que un estudio de las últimas décadas se dedique a los continentes más ricos que a los pobres

Relacionando la meta 13.b con el informe de Callaghan queda al descubierto la necesidad de “promover mecanismos para aumentar la capacidad para la planificación y gestión eficaces en relación con el cambio climático en los países menos adelantados y los pequeños Estados insulares en desarrollo, haciendo particular hincapié en las mujeres, los jóvenes y las comunidades locales y marginadas”.

Si bien las emisiones de gases de efecto invernadero cayeron alrededor de un 6% en el año 2020, según Naciones Unidas, debido a las circunstancias especiales de la pandemia, se espera un aumento drástico este año.

El cambio climático necesita, de acuerdo al texto base del ODS 13, “medidas urgentes para abordar tanto la pandemia como la emergencia climática con el fin de salvar vidas”. Para ello hace falta una toma de conciencia intergubernamental global y una colaboración entre actores para destinar esfuerzos en estudiar el cambio climático en todos los países.

Estudios como el de Callaghan lo ponen de manifiesto: no sólo debe estudiarse el impacto en los lugares para los que ya existe evidencia o que cuentan con mayores presupuestos –públicos o privados– para la investigación, sino en todo el planeta, buscando, bajo el ODS 17, alianzas también en el conocimiento para lograr estos objetivos.