Situada en la "ciudad dorada" de la India, en la que la tasa de alfabetización es la más baja del país, la escuela femenina Rajkumari Ratnavati constituye un oasis de libertad, gracias al cual más de 400 niñas por debajo del umbral de pobreza podrán tener acceso a la educación.

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Con forma ovalada, como guiño a los símbolos universales de fuerza femenina, este colegio constituye el corazón del desierto Thar, en el que las temperaturas suelen rozar los 50ºC en verano y en el que los periodos de sequía se viven cada vez de forma más larga e intensa.

En Jaisalmer, la tradición arquitectónica busca adaptarse al calor para hacer la vida en el desierto medianamente soportable. Y por este motivo, la arquitecta neoyorquina Diana Kellogg, la mente detrás de la escuela, se inspiró en ella para el proyecto.

La piedra arenisca amarilla, que se utiliza en la mayoría de los edificios de la región —de ahí el nombre 'ciudad dorada'— es el principal material de esta escuela. Está tallada por los artesanos locales y su uso ayudó a reducir las emisiones de carbono del proyecto. 

Para la arquitecta era fundamental integrar a la comunidad de alguna manera en la escuela"Es muy abundante en esta zona. Es muy razonable (en precio) y los canteros de gran talento hacen magia con la piedra", confiesa Kellogg. "Realmente mantiene el calor y también el frescor por la noche".

La escuela a Rajkumari Ratnavati, construida a base de piedra arenisca

Una escuela revestida de tradición

La decisión de adoptar mecanismos de refrigeración naturales, a los que las estudiantes ya están acostumbradas, no solo supuso un acierto en el diseño, sino también a nivel de inclusión. La arquitecta afirma, según CNN, que ha notado cómo la confianza de las niñas respecto al entorno ha crecido.

"Yo misma lo he visto en los últimos tres o cuatro meses", declara. "El cambio en las chicas, de ser bastante tímidas a ser estas luces brillantes que devoran cualquier tipo de información que les pongas delante".

Dos niñas jugando en la escuela de Jaisalmer

La estructura de forma elíptica, a la que Diana Kellogg ha decidido bautizar como "un abrazo grande y apretado", está inclinada teniendo en cuenta los vientos dominantes, lo que le permite captar y hacer circular el aire fresco.

Asimismo, el muro jali en forma de rejilla que encontramos en la zona superior, ayuda a que el viento se acelere gracias a un fenómeno conocido como 'efecto venturi'. 

Además de la utilización del material 'dorado', Kellogg cubrió las paredes interiores con yeso de cal, cuya porosidad ayuda a refrescar las habitaciones y a liberar la humedad atrapada.

No es sorpresa que esta escuela también esté dotada de un dosel de paneles solares situados en el techo. Con la energía que estos recaban, se encienden los ventiladores y la iluminación.

Dado que el aire acondicionado no se utiliza en ningún rincón del edificio, las placas ejercen como sistema de enfriamiento, y su labor se ve potenciada por los altos techos y las ventanas, que ayudan a liberar el calor ascendente en las aulas. 

Al igual que la luz, el agua también se recolecta de manera sostenible. La lluvia y las aguas grises se aprovechan gracias a instalaciones y a antiguas técnicas de acopio.

Además, este proyecto incluye la construcción de aulas, un centro de computación y una amplia terraza. A sus servicios también se le suma el almuerzo y un autobús, que deja a las niñas en los pueblos cercanos al centro.

Igualdad, sostenibilidad y tradición constituyen los pilares de este proyecto, que ladrillo a ladrillo, ha ayudado a construir un futuro para las niñas de Jaisalmer.