Bienvenido Chen Irene Asiaín

No está claro cuándo fue la primera vez que se habló de cambio climático. Algunas referencias datan de finales del siglo XIX. Es cierto que entonces no alertaban sobre los peligros que planteaba para la salud humana y del planeta, pero sí de que algo comenzaba a cambiar. Los efectos de una economía basada en el carbón se empezaban a notar en el clima. No fue hasta un siglo después cuando el aviso se convirtió en alerta roja. El mundo se estaba calentando a niveles nunca vistos.

La sequía extrema y las inundaciones que sufren ahora, de manera simultánea, amplias zonas del planeta nos están despertando de un largo letargo en el que el cambio climático parecía haber quedado relegado a las advertencias de los expertos y de las investigaciones científicas. Pero los peores efectos de la crisis climática ya han traspasado el papel para volverse una realidad que está afectando directamente a nuestras vidas.

Es precisamente esto lo que estudian científicos de todo el mundo: qué parte de responsabilidad tenemos en la variabilidad cada vez más acusada del clima. Un estudio publicado en la revista Nature Geoscience alertaba de la expansión sin precedentes en los últimos 1.200 años del anticiclón de las Azores y responsabilizaba de ello a los humanos, por el aumento de las emisiones de gases a la atmósfera.

Las conclusiones del estudio apuntan a que la expansión de este anticiclón está creando este año condiciones más secas, especialmente en zonas como la Península Ibérica, pero también en Europa. Sobre todo, en los últimos 200 años, cuando las emisiones derivadas de la actividad económica aumentaron sustancialmente.

"Se han sufrido olas de calor en los dos hemisferios, en los dos polos… El último año está muy relacionado con las olas de calor y estas están a su vez relacionadas, tanto entre sí como con el calentamiento global", comenta Fernando Valladares, doctor en Ciencias Biológicas y profesor de investigación del CSIC. 

El experto asegura que "forma parte del conjunto de anomalías climáticas que se asocian al calentamiento de la atmósfera". Lo que quiere decir que es probable que haya años con temperaturas menos extremas, pero también que, cada menos tiempo, habrá más años como este 2022: de pocas lluvias, sequías, inundaciones y fenómenos meteorológicos extremos.

Los tipos de negacionistas del clima

Los fenómenos extremos que han ocurrido este año han impactado en la vida de muchas personas. Sin embargo, muchos siguen obviando, negando o simplemente evitando enfrentarse a la realidad que se presenta ante sus ojos. 

De acuerdo con Valladares, existen tres tipos de negacionistas. En primer lugar, los que lo son por falta de conocimiento. A ellos, señala, “les explicaría lo que está pasando y las conexiones de fenómenos como las olas de calor con el cambio climático”. Aunque reconoce que cada vez quedan menos de este tipo, porque “más o menos ya todo el mundo sabe del cambio climático”. 

El segundo tipo es aquel que actúa por egoísmo. “En este tipo podemos caer todos en cierto modo”, reconoce Valladares. “Aprovechan la complejidad del fenómeno y la incertidumbre científica. No queremos cambiar nuestro modo de vida, porque nos da miedo, porque no queremos sufrir o por las razones que sean, pero en el fondo es egoísmo”. Y añade: “Ante este tipo de negacionista, tolerancia cero, ya que el egoísmo de uno no puede comprometer la seguridad de todos”. 

Finalmente, para Valladares, existe un tercer tipo de negacionista, que es la gente que “directamente tiene trastornos de la realidad”. En este sentido, el científico subraya que estas personas sufren “alejamientos patológicos en la percepción de lo que ocurre”. 

Ante esto, Francisco J. Doblas Reyes, uno de los 234 expertos seleccionados para la redacción del último informe sobre cambio climático de Naciones Unidas, insiste en que “hay que seguir comunicando”. Explica que “hay que asumir que la sociedad es compleja y hay que poner el mayor conocimiento a su disposición utilizando el lenguaje más accesible posible y poniendo ejemplos que tengan un significado para las poblaciones vulnerables al cambio climático”.

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