Si hay unas fechas señaladas para reunirse con la familia durante el año son las cenas navideñas. Es el gran momento para aprovechar y ver a aquellos familiares que no solemos ver a lo largo del año. Navidad y familia son dos palabras que a menudo van de la mano.

El problema es que no siempre sale como uno espera. A veces salen a relucir las rencillas, ya sea por temas polémicos o por preocupaciones que ya arrastramos de antes. ¿A quién no le ha pasado? 

La toxicidad, señalan los psicólogos, no sólo se encuentra en las parejas. Las familias también pueden ser tóxicas. Como explican en Mundo Psicólogos, cuando nos encontramos en nuestro camino a este tipo de personas, podemos simplemente dejar de relacionarnos con ellas, pero con la familia tenemos un vínculo que en muchas ocasiones es muy difícil desprendernos de ella. 

Según explica la psicóloga y psicoterapeuta sanitaria Encarni Muñoz, una familia se puede “considerar tóxica cuando existen patrones de comportamiento que provocan problemas emocionales en uno o en ambos miembros del sistema o cuando los roles en la familia son diferentes de como deberían ser”. Y cuando llegan las cenas navideñas, estos problemas pueden volver a surgir. 

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Así, para que no se nos atragante el turrón o el mazapán, Guillermo Fouce, profesor de psicología de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y presidente de Psicología sin Fronteras, recomienda “intentar estar preparado y saber a lo que se va a exponer uno”. 

En este sentido, lo importante durante las conversaciones navideñas es intentar “no entrar en temas polémicos que nos vayan a enfrentar o que vayan a generar conflicto”. Esto es, explica, evitar sacar los “conflictos que vienen heredados de la familia, de las propias relaciones con quien vamos a quedar o, si es una empresa, los conflictos laborales que pueda haber”. 

A evitar también son los temas de conversación clásicos en Navidad para romper el hielo como la política, la religión o el fútbol. A veces el remedio es peor que la solución. El silencio —aunque sea incómodo— puede evitar que surjan rencillas entre los miembros de la familia. 

En definitiva, eludir aquellos “elementos que puedan generar mayor tensión y dificultad, porque son los que van a propiciar que se compliquen las cosas”, resume el experto. 

Dejar los problemas para después  

A lo largo del año se pueden acumular ciertas tensiones entre los miembros de la familia, pero la Navidad no es el momento propicio para solucionar esas rencillas, según indica el psicólogo. 

Para muchos, la solución más fácil pasa directamente por declinar la invitación de reunión familiar. Sin embargo, para Fouce, “a veces no ir significa un mayor nivel de tensión”. “Evitar o negar un problema no supone resolverlo”, recuerda. Por ello, es mejor no eludir estas festividades y pasar el mal trago de la mejor forma posible.

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De esta forma, durante las cenas, lo deseable es aplazar el problema o darse una tregua. Dejar de lado todas aquellas cosas y no entrar en aquello que más nos divide. “Por ejemplo, si tenemos una ideología totalmente distinta, una idea diferente o incluso diferencias a nivel económico”, enumera Fouce.

En conclusión, si vamos a alguna cena navideña con rencillas con algún familiar sin resolver, mejor dejarlo para después de las celebraciones.