Otoño y puchero son dos conceptos irremediablemente conectados entre sí y a la tranquilidad, al abrigo. El verano acaba, los días se acortan y la mente busca reconfortarse en torno a una mesa con cuchara y una copa de vino. Busca calor, terapia tradicional y lo encuentra en la Ruta del Vino de La Mancha, el lugar donde rebañar las gachas con un buen trozo de pan y entrar en calor.



Cerca de 300.000 hectáreas de viñedos llenan la copa de tinto, blanco o rosado a cada sorbo. Unas cuñas de queso manchego, un chorrito de aceite de oliva y el recuerdo del azafrán en el paladar. La vendimia se recoge en esta ruta y cede el testigo al hambre, que se calma con cuatro planes de gastronomía y patrimonio que saciarán tus ganas de otoño.

Entre plato y plato, una visita guiada bajo las estrellas entre los molinos de Don Quijote y una cata. De fondo, la Semana de Zarzuela y, como escenario, los campos pintados de morado. De postre, un espectáculo para vivir y saborear.

1. Degusta Tomelloso

Quizá sea una de las paradas más inspiradoras de la Ruta del Vino de La Mancha. A las puertas del Parque Natural de las Lagunas de Ruidera, un oasis en mitad de la llanura manchega, Tomelloso es un destino perfecto para románticos, amantes del vino y el buen comer y admiradores de la cultura vitivinícola. Del 20 al 23 de octubre, este rincón de Ciudad Real celebra Degusta Tomelloso, una cita gastronómica en la que es obligatorio darse un homenaje. Calderetas de cordero, conejo, embutidos, aceites, quesos manchegos y dulces típicos, como el pan de Cruz, son solo el aperitivo de esta feria en la que todo se marida con los mejores vinos de la tierra manchega: ¡el mayor viñedo del mundo!

2. Fiesta de la Vendimia de Argamasilla de Alba

La última oportunidad de vivir la vendimia en el mayor viñedo del mundo está en este lugar de cuyo nombre Cervantes no quería acordarse. Si eres de los que disfruta catando vino a pie de calle, Argamasilla de Alba es tu parada. El 8 y 9 de octubre celebra su XXI Fiesta de la Vendimia, que arranca con una cata de vinos a las 19 horas en la Casa de Medrano, cueva donde nuestro escritor más afamado estuvo preso y donde encontró inspiración para comenzar a escribir la que sería la obra más universal de nuestra literatura: Don Quijote de La Mancha. ¡No podría haber mejor lugar para una cata de vinos manchegos! Además, el hambre se calma en la clausura de la vendimia, pues el día 9 tiene lugar un concurso de migas. Tradición, gastronomía y patrimonio en un solo fin de semana de vendimia.

3. Azafrán: Villarrobledo y La Solana

El azafrán es motivo de orgullo en dos paradas ineludibles: Villarrobledo y La Solana, cuyas tierras se tiñen de morado a finales de octubre con la floración de esta valiosa especia. ¡Un espectáculo de extraordinaria y efímera belleza que merece la pena observar! La recogida del azafrán es una tradición ancestral que preservar y de la que empaparse en Villarrobledo, donde además de poder mancharte los dedos de amarillo arrancando los pistilos de la flor, podrás sentarte a degustar las delicias que los restaurantes de la zona preparan con este ‘oro rojo’. Apuesta segura es el Restaurante Azafrán de la laureada chef Teresa Gutiérrez, categoría Bib Gourmand en la Guía Michelin y cuya carta es medicina para el otoño.



La Solana celebra el nacimiento de la Rosa del Azafrán con otro tipo de arte, también de categoría. Del 14 al 23 de octubre en el Teatro Tomás Barrera de la localidad, se celebra la 39ª Semana de Zarzuela, fiesta declarada de Interés Turístico Nacional y una excusa perfecta para acercarse a la Ruta del Vino de La Mancha y darse un homenaje de zarzuela, vino y gastronomía manchega.

4. Campo de Criptana: molienda, gastronomía y estrellas

La Sierra de los Molinos de este municipio atrapa la luz del otoño desde el alba hasta el anochecer y cuando cae el sol, la magia se multiplica. Todos los viernes de octubre y el primero de noviembre, cuando empieza la noche, surge la oportunidad de conocer el corazón criptanense bajo la luz de la Luna. Es ‘Criptana bajo las estrellas’, un paseo mágico entre los molinos iluminados. Además, se puede disfrutar de una gastronomía única. Un pisto, unas migas de pastor, un arroz de otoño recién hecho… Un alto en el camino para maridarlo con una buena copa de vino y a pasear por la Plaza Mayor. Hasta el 16 de octubre acoge la exposición ‘Un patrimonio de todos’. Finalmente, el primer domingo de cada mes te espera una molienda tradicional en uno de los ‘gigantes’, declarados Bien de Interés Cultural.