Bien se puede afirmar que desde su constitución en 1965 la mayoría de oficinas de Eurocaja Rural han contado en su inauguración con todos los sacramentos. El día del estreno, por sus dependencias acostumbra desfilar todo el escalafón jerárquico de la Iglesia.

Desde sacerdotes, párrocos, y capellanes hasta obispos y cardenales primados. También con todos los sacramentos, determinación, y medios la entidad financiera se dispone a afrontar su incursión definitiva en la comunidad de Castilla y León. Y lo hace, naturalmente, con una visita al cardenal arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez Fernández, donde el presidente de la entidad, Javier López, expuso al prelado los planes de desarrollo de la cooperativa de crédito para esta tierra.

Tras una primera exploración en Ávila con la apertura en 1997 de una sucursal en Candeleda –hoy ya cuenta con más de veinte oficinas en la provincia abulense-, Eurocaja Rural pretende dar el paso definitivo en la comunidad castellano-leonesa con un ambicioso plan de expansión comercial que abarca sus nueve provincias. El banderazo de salida de este proyecto se dará el próximo mes de agosto con la inauguración de la oficina principal en Valladolid y de inmediato en otras localidades de la Comunidad Autónoma.

Fija ahora su crecimiento Eurocaja Rural en Castilla y León tras su implantación cada vez mayor en Castilla-La Mancha, Madrid, Comunidad Valenciana y Murcia a través de 400 oficinas, más de un millar de trabajadores y cerca de 550.000 socios y clientes.

Un asentamiento imprescindible para tantos territorios de este país donde la despoblación del entorno rural se hace cada vez más evidente ante la pasividad de la Administración. Es el caso de Castilla y León, donde el 76 por ciento de su población se encuentra en esta situación, el mayor porcentaje del país, según la Red de Áreas Escasamente Pobladas de Sur de Europa.

Un abandono que afecta al desarrollo del territorio y de sus ciudadanos que ven como paulatinamente se ven impedidos de acceder a los servicios más elementales para su normal desenvolvimiento. Un escollo que entidades como Eurocaja Rural, con una activa y numerosa presencia en estas demarcaciones vaciadas, pretende aliviar aportando sus recursos humanos y financieros al desarrollo de la España vacía y a la prosperidad de sus ciudadanos. Gente dispersa, envejecida, y sin peso político pero tan real y con idénticas necesidades que las de cualquier otra gran ciudad.