¿Qué necesitan las mujeres independientes si se plantean una relación de pareja?
¿Qué necesitan las mujeres independientes si se plantean una relación de pareja?
En un contexto donde las relaciones afectivas, de pareja, tienen multitud de variantes —ahora sí, ahora a medias, ahora jamás—, condiciones, toxicidad normalizada, sufrimiento, pérdida de autonomía, excesiva independencia o, por el contrario, dependencia, celos, indiferencia, control encubierto… yo tendría mucho que decir sobre cuántas de esas relaciones que he mencionado son de pena y sin remedio, pero vamos a empezar de cero. Esta vez con una mujer soltera, de mediana edad, que es independiente a todos los niveles y vive sola.
¿Qué necesita, a nivel de pareja, esta persona? En general, se le presupone una madurez emocional que ha tenido que adquirir con ese hacerse cargo de todo: lo habitual y lo problemático.
Necesitar, no necesita nada, porque está acostumbrada a gestionarlo todo ella. Y, en general —de nuevo—, a los hombres suele darles miedo este tipo de mujeres, y yo les diría que al contrario. Los miedos vienen de los propios problemas psicológicos del que se plantea estar con una de estas mujeres. Se pueden sentir inferiores, juzgados (por ellos mismos), con miedo a ser anulados o manipulados… En fin, otra lista de posibilidades que tienen que ver con la personalidad del que se hace estos planteamientos.
Ojo: las personas independientes también tienen diferentes personalidades que van a hacer posible o no una convivencia.
Básicamente, lo que una mujer independiente necesita, cuando decide querer tener pareja, es la parte de las emociones. No necesitamos a un manitas, a alguien que cocine o planche. Preferimos que tenga cuantas más cualidades mejor, pero lo que necesitamos es un complemento a nivel emocional, para expresar emociones y recibirlas.
Y lo más importante para que todo esto funcione es, como siempre, la comunicación. No interpretar ni dar por hecho nada. El vínculo con otra persona no es algo necesario; es preferido y es una elección consciente, sin ningún tipo de ataduras ni intereses. Es puramente amor y compartir. La relación más bonita.
Necesita respeto en sus tiempos —y también el otro—, respeto en sus decisiones, espacio personal y su proyecto de vida, sobre todo en lo laboral. Una relación sana no debe vivirse como una renuncia a la identidad propia, a lo que a uno le gusta tener, hacer…
Cuando la pareja entiende esto, el vínculo se fortalece en lugar de volverse una fuente de conflicto.
Suele pensarse que una mujer independiente es fría, y para nada. No son frías, son claras. Suelen valorar la comunicación directa, la coherencia y la estabilidad emocional, precisamente por tener un buen manejo de sus emociones. Evitan relaciones de ambigüedad, con conflicto constante, o los juegos afectivos de dar celos y otras estrategias que confunden al otro. Buscan vínculos donde haya diálogo y responsabilidad emocional, transparencia, sentir seguridad mutua de teneros incondicionalmente el uno al otro. Eso es la confianza.
¿Qué es lo peor que puedes hacer con una de estas mujeres? Intentar competir con ella por cuestiones de tu ego, menospreciarla por la misma razón, exhibirla como un trofeo, traicionarla…
Ten en cuenta que ya estamos hablando de una madurez, y que si ella te elige y se entrega es porque realmente está segura de quererte, y es puro amor el que te va a dar. Y repito, no obstante, que siempre hay una personalidad detrás de todos, por descubrir en la convivencia.
Estamos hablando de una relación basada en la admiración mutua, el respeto, la lealtad, la comunicación honesta y un proyecto compartido, en lo que cada uno decida que quiera que sea, y sin perder la identidad individual. No se trata de fusionarse, sino de caminar juntos, "sonriendo" y riendo —claro—, muy, muy importante.
Cuando una mujer independiente ama, lo hace desde la libertad, no desde la necesidad, y eso suele dar lugar a vínculos más conscientes y estables.
Ana M. Ángel Esteban es psicóloga con consulta en Toledo.