Sin entrar en los matices ni en las críticas de la oposición regional, el Gobierno de Castilla-La Mancha, que preside el socialista Emiliano García-Page, está realizando una buena gestión económica y cumpliendo los objetivos marcados por el Ministerio de Hacienda. Tal como ha confirmando en un informe el propio departamento de Cristóbal Montoro, la Junta de Comunidades cumplió sin desviaciones el objetivo de déficit del 0,7 por ciento en 2016 y se está ajustando a la regla de gasto y el objetivo de deuda.

Se trata de datos oficiales de Hacienda a los que se supone rigurosos y limpios de sesgos políticos, de manera que todo apunta a que la Consejería de Hacienda y Administraciones Públicas de Castilla-La Mancha, que dirige Juan Alfonso Ruiz Molina, está llevando a cabo un trabajo serio de equilibrio de las cuentas públicas de la región, con los menores índices de desviación posibles, igual que han hecho buena parte de las comunidades autónomas.

Eso no quiere decir que no haya que salir trabajando en esta misma línea y de forma rigurosa, aunque la tendencia de Castilla-La Mancha es claramente cumplidora y positiva con los objetivos nacionales. En todo caso, al cierre del año pasado Castilla-La Mancha soportaba una deuda pública de 14.055 millones de euros, el 37 por ciento del PIB regional, una cifra absolutamente insoportable que es urgente reducir y que exige que nuestra comunidad se mantenga dentro de los límites marcados por el Estado.