En Hellín andan con la mosca en la oreja con la decisión de suspender el servicio de trenes convencionales con Murcia mientras se realizan las obras de soterramiento de la línea de AVE. No tienen garantías de cuánto durará la suspensión ni tampoco si no se convertirá en permanente el día en que el AVE esté en pleno funcionamiento. Como ocurre desde años en Talavera, en Hellín se han dado cuenta de que tener AVE a costa de acabar el servicio convencional de toda la vida puede ser un mal negocio.

La alta velocidad se vendió como el paradigma de la modernidad y no va a ser este cura el que lleve la contraria. El AVE es un gran adelanto para superar grandes y medias distancias que la mayoría de los expertos colocan a partir de los doscientos trescientos kilómetros. Por debajo de esas distancias, cuando lo que se necesita ante todo es desplazarse diariamente, el AVE es un invento para ricos.

Uno de los factores que ha hecho de Madrid lo que hoy es ha sido la articulación de su territorio por una red de cercanías cada vez más amplia y conectada con la red de metro. El que la frecuencia de los trenes convencionales en la red asegure al ciudadano una hora de partida y de llegada es más importante que la velocidad a la que se produce el desplazamiento.

Por eso el sueño de Talavera, como de otras ciudades que están en torno a Madrid en un círculo de ciento y pocos kilómetros es integrarse con garantías en esa red. El ciudadano de Hellín que trabaja en Murcia también lo tiene claro. De nada le sirve tener el tren bala japonés a la puerta de su casa si no le asegura la viabilidad económica de cogerlo diariamente por mucho que corra echando leches, como decía un alcalde de Talavera cuando hablaba en 2010 de la velocidad en que sus ciudadanos iban a gozar por fin de una modernidad que para el oeste de España llega con treinta año de retraso.

En Hellín, en Talavera y en tantos sitios de España se ha caído en la cuenta de que es un mal negocio cambiar un tren moderno convencional con altas frecuencias de paso al estilo de los cercanías de Madrid, por un tren de alta velocidad y altas prestaciones que solo usarás en momentos puntuales del año o de tu vida.

Ese AVE que algunos llevan vendiendo desde hace ya tres décadas es una solución que no cuadra a la gente que después de una generación sigue viviendo de la misma manera y cree muy poco en la propaganda y las novelas de ciencia ficción.