Uber, el paraíso socialista

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Uber, el paraíso socialista

Una cooperativa en el que el 75% del salario va a los trabajadores y que ofrece servicios a buen precio. ¿Es Uber el sueño de Marx?

11 octubre, 2015 13:44

Imaginad una cooperativa en el que distintos conductores se unieran para reducir el coste del transporte y en el que el 75% de los ingresos fuesen directamente a los bolsillos de sus trabajadores. Esa cooperativa reduciría el coste del transporte, de forma que otros trabajadores podrían ir a trabajar de forma más barata y además, al reducir el volumen de tráfico, se ayudaría al medio ambiente. Pues bien, este sueño socialista existe, más o menos, y se llama Uber.

En un artículo muy loco de esos que nos gustan tanto, Business Insider ha justificado las razones por las que Uber –que no deja de ser una empresa capitalista o ultracapitalista– podría ser considerado un paraíso socialista, aunque para ello tendría que adoptar un nombre que no pareciera un plan de dominación mundial de Nazis escondidos en la cara oculta de la luna. El Coche del Pueblo hubiera sido un buen nombre -Volkswagen-. Bueno, igual ahora tampoco es la mejor marca.

El artículo viene a raíz de las dificultades legales –más para la lista– a las que Uber se enfrenta en Londres, donde el ayuntamiento está estudiando una serie de regulaciones que parecen diseñadas específicamente contra Uber, como la prohibición de mostrar un mapa con la localización de los vehículos (algo delirante, esto mismo es una de las mejores características de apps como Hailo o MyTaxi).

Londres contra los Taxis

Estas leyes serían fruto de la presión ejercida por la LTDA (Licensed Taxi Drivers Association, el sindicato de taxistas), a los que Business Insider compara con un «grupo de capitalistas que actúa como un cartel». La situación que la LTDA quiere mantener -igual que ocurre con otros sindicatos de taxistas en España- defiende un modelo que obliga a mantener los precios altos. En particular, en Londres un taxista está obligado a pagar casi 1.500€ en tarifas para poder lograr una licencia en un proceso que se puede alargar cuatro años, además de adquirir un vehículo que puede superar los 58.000€.

Buena parte de la izquierda británica se ha apuntado a defender al gremio de taxistas, cuando en la práctica están defendiendo un sistema que hace que sólo los ricos puedan pagar taxis. Por otro lado, el peculiar alcalde de Londres, Boris Johnson -cuya rubia mata de pelo podría competir con la de Donald Trump- pertenece al partido conservador, y sin embargo busca introducir nuevas regulaciones para evitar la entrada de competencia en la ciudad. Un alcalde conservador contra la libre competencia. Todo de locos.

Uber con el puño en alto

Desde Business Insider nos proponen los siguientes argumentos para defender a Uber la próxima vez que comas con Pablo Iglesias:

  • Una gran parte del beneficio va al trabajador, hasta el 75%,
  • Es más seguro para las mujeres al quedar registradas las horas, conductor y trayecto.
  • Permite al trabajador organizar su horario como quiera. Perfecto para padres o trabajadores a media jornada.
  • Permite trabajar a personas con pocas cualificaciones ya que sólo exige el carnet de conducir.
  • Es bueno para las minorías. En Londres la mayoría de taxistas son blancos, mientras que en Uber hay una mayor diversidad.
  • No pone barreras ni tarifas a los nuevos trabajadores.
  • Es bueno para quienes viven fuera de la ciudad, reduciendo costes y evitando largas caminatas hasta el metro o autobús.
  • Uber es bueno para la gente con pocos ingresos ya que puede ser más rentable que un coche propio.
  • Respeta el medio ambiente al reducir el tráfico.

Es evidente que Uber está lejos de ser una empresa modélica, y todos estos efectos probablemente estaban bien lejos de la mente de Travis Kalanick cuando creo la empresa, que más bien querría nadar en dinero como el Tío Gilito, y es evidente que ha cometido errores y ha tenido actitudes más bien poco éticas y sin embargo como servicio puede hacer un buen servicio a la sociedad.

Es cierto que los taxistas se han encontrado con que no pueden competir en precio con Uber, pero seguramente la solución no sea la prohibición de la aplicación -y nada justifica las violentas protestas ni la quema de coches que vimos en Barcelona, por ejemplo-, sino más bien crear un marco en el que los taxistas pudieran competir -bajándoles impuestos y tarifas-, el resultado sería una reducción de precios del cual toda la sociedad saldría beneficiada.

Vía Business Insider