El empresario mexicano Carlos Slim coge el toro por los cuernos en FCC.

El empresario mexicano Carlos Slim coge el toro por los cuernos en FCC. EFE

Empresas

Slim tira de FCC metiéndola en las grandes obras de su holding mexicano

La constructora recibirá 800 millones por su aportación a las obras del nuevo aeropuerto de México y 200 por una carretera en Panamá.

28 noviembre, 2017 02:17

Desde que el empresario mexicano Carlos Slim entrara hace tres años en el capital de FCC, el grupo constructor -hasta entonces controlado por Esther Koplowitz y sus hijas- no ha parado de reducir ingresos y menguar su cartera de pedidos.

Al cierre de 2014, con el inversor azteca recién aterrizado en la constructora española, la facturación del grupo alcanzaba los 6.334 millones de euros (un 6% menos), en 2015 aguantaba el tipo -con 100 millones más-, pero en 2016 el retroceso fue considerable, cayendo por debajo del umbral de los 6.000 millones. Y, lo que es peor, en esos tres años, la cartera de pedidos retrocedía un 10%, de 33.000 millones en 2014 a 30.590 millones en 2016.

Además de los cerca de 1.000 millones con los que Slim ha salido en apoyo financiero de FCC a través de su banco Inbursa, el azteca ha invertido otros tantos millones para controlar el 81% del grupo constructor-incluida la prenda del 20% de la participación de Esther Koplowitz-, el 78% de Portland y el 71% de la inmobiliaria Realia. Así que a principios de año el empresario mexicano decidía dar un puñetazo encima de la mesa. Y, poco a poco, la tendencia está cambiando.

Reconocido cambio de tendencia

Aunque, hasta el pasado mes de septiembre, la llegada de nuevos contratos había seguido siendo menor que la liquidación de nuevas obras, la caída del portfolio está controlada.

Un cambio que los analistas empiezan a valorar. “El negocio de construcción confirma el punto de inflexión iniciado a principios de año y registra crecimientos tanto en ingresos como en ebitda, en este caso de casi el 50%”, apunta a EL ESPAÑOL uno de estos analistas.

A Slim no le quedó otra que apartar de FCC a Jarque

El giro de la estrategia corporativa comportaba, a principios de septiembre, que su amigo y persona de confianza Carlos M. Jarque se apartase de la dirección del grupo, dejando el control ejecutivo a Pablo Colio, hombre que conoce, como nadie, los intríngulis de la casa tras 23 años de pertenencia.

Fuentes próximas a la empresa daban por hecho este cambio desde hace tiempo, debido a la escasa sintonía de Jarque con el resto de directivos de FCC durante los dos años que estuvo al frente del mando ejecutivo del grupo constructor, al que llegaba, en agosto de 2015, para sustituir a Juan Béjar.

Ahondar en los objetivos incumplidos por Jarque

A partir de aquí, una de las vías por las que Slim quiere transitar para que FCC incremente su cartera es la de incorporar a la empresa española como socio de algunos de los grandes proyectos liderados por Grupo Carso, la matriz de su holding de infraestructuras y construcción. Y también ahondar en los objetivos que Jarque no fue capaz de cumplir, como reforzar el negocio internacional de sus divisiones de agua y servicios medioambientales.

Con esa idea, en enero pasado metía Slim a FCC en el grupo encargado de construir la terminal del Nuevo Aeropuerto Internacional Ciudad de México (NAICM). Una de las grandes obras que están en marcha en Latinoamérica, presupuestada en casi 4.000 millones de euros, de los que FCC, por su 14,3% de participación en el consorcio, ingresará unos 560 millones entre 2017 y 2020. Cantidad que prácticamente representa el 10% de lo que facturó en 2016.

No era la primera obra que FCC, de la mano del holding que capitanea Slim, se adjudicaba en el macroproyecto del nuevo aeropuerto. En octubre de 2016, este grupo también se había hecho con la construcción de una de las seis pistas del nuevo aeródromo por casi 400 millones de euros.

De México a Panamá 

Y tampoco la última. Hace unos días no fue en México, sino en Panamá, donde el consorcio formado por CICSA -la división de infraestructuras y construcción del Grupo Carso-, y FCC Construcción resultaba ganador del concurso para ampliar el primer tramo de la carretera Interamericana. Un proyecto en el que ambas empresas se repartirán cerca de 500 millones de euros entre 2018 y 2019.

Con este nuevo contrato, FCC refuerza su presencia en Panamá. Ejecutó la primera línea de metro de la capital, actualmente construye la segunda -gracias al apoyo financiero de Inbursa, el banco de Slim- y compite por la tercera, en este caso también junto con CICSA, la filial de infraestructuras del Grupo Carso.

Contratos de FCC en México, sin Slim   

En otros casos, el grupo de construcción español no ha necesitado ir de la mano de Slim para llevarse alguna licitación en México, aunque la impronta del empresario en el país centroamericano siempre ayuda a la hora de cerrar los contratos.

Así, en octubre de 2016 Aqualia, la filial de obras hidráulicas de FCC, se adjudicaba, por 115 millones de pesos (5,6 millones de euros), un contrato ligado al nuevo aeropuerto. La reconstrucción de la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales (PTAR) del aeródromo, la acometida de un sistema terciario para procesar un caudal mínimo de 120 litros por segundo y una línea de conexión que llevará el agua tratada a las instalaciones del nuevo complejo aeroportuario de la Ciudad de México.

El papel relevante de Aqualia

En este cambio de la estrategia, Aqualia está jugando un papel esencial en el futuro de FCC. El grupo constructor presidido por Esther Alcocer Koplowtiz vehiculaba el proceso de refinanciación de la deuda cerrado el pasado mes de junio, con la emisión, por parte de la filial gestora del negocio de agua, de dos bonos corporativos, de 700 y 650 millones de euros, con vencimientos en 2022 y 2027, y una remuneración anual del 1,413% y 2,629%, respectivamente.

Y la semana pasada, Aqualia recompraba a la japonesa Mitsui, por 92,5 millones de euros, el 49% del negocio de agua en la República Checa, recuperando así la titularidad del 100% de dicho negocio e indirectamente de la filial checa SmVak. En julio de 2013, en pleno proceso de desinversiones para afrontar la refinanciación de deuda que por entonces FCC negociaba, Aqualia vendía esta participación a la empresa nipona por 97 millones.

Una operación que veían bien desde Bankinter, cuyos analistas aprecian el fortalecimiento de FCC en el negocio de agua en Europa Central que, en los nueve primeros meses de 2017, registraba un crecimiento de ingresos de casi el 6%.