“You can go your own way, you can call it another lonely day”, Lindsey Buckingham

Este fin de semana hemos asistido a uno de los debates más típicos en el mercado. “Los Estados Unidos dependen de China porque es el mayor tenedor de su deuda”. ¿Sí o no?

No. Ese argumento es incorrecto. China no sólo no es el mayor acreedor de EEUU, es que ni siquiera es el mayor acreedor extranjero.

La deuda de Estados Unidos es de 19,9 billones de dólares. China tiene alrededor de 1,1 billones de dólares de la misma. El primer acreedor extranjero de EEUU es Japón, que ha ido aumentando su colección de bonos norteamericanos a medida que el Banco Central de Japón intensificaba su represión financiera.

El primer acreedor de EEUU, con mucha diferencia, es... EEUU. La Seguridad Social, los fondos de pensiones públicos, Medicare, etc (lean la lista completa).

A 31 de diciembre, más de 5 billones de dólares los tiene la Seguridad Social y pensiones públicas, es decir, los norteamericanos. De los más de 14 billones de dólares restantes, sólo la mitad se encuentran en manos de entes extranjeros.

China ha reducido su exposición a bonos norteamericanos durante 2016 en unos 41.300 millones de dólares, llegando a la acumulación de deuda norteamericana más baja, para China, desde 2010. Esa venta se ha dado sin ningún impacto en la demanda ni en el mercado secundario de bonos de EEUU.

¿Por qué vende? Por un lado, necesita generar dólares en activos que le hayan dado un beneficio, y los bonos de EEUU se han apreciado desde que empezaron a acumular, además de la rentabilidad conseguida en cupones. Pero, además, ante una devaluación constante del yuan, y las salidas de capital que se han dado durante todo este año, para China es esencial vender bonos y sostener sus reservas en moneda extranjera líquidas. De no ser así, se encontraría con una mayor devaluación y peor situación de reservas. No olvidemos que, debido a esos efectos, China ha perdido casi un 30% de sus reservas en moneda extranjera.

Esto nos lleva a un análisis muy relevante. Por qué a EEUU le parece “interesar esta situación.

Por un lado, Japón absorbe todo el stock de deuda que se ponga en el mercado. Al fin y al cabo, para un fondo de pensiones japonés, un bono norteamericano es un “chollo” al 2,4% a diez años comparado con los bonos del gobierno japonés a casi cero.

Por otro lado, la fortaleza relativa del dólar y el efecto aspirador que hemos explicado en esta columna, hacen que la deuda norteamericana sea un activo de mayor atractivo para los inversores, sobre todo los que buscan poco riesgo relativo a otros bonos de, por ejemplo, mercados emergentes, que pierden por la moneda local o por el aumento del riesgo de impago.

De hecho, hace un par de años analizamos el impacto si China decidiera vender todos sus bonos norteamericanos. Los mayores fondos de EEUU la absorberían en tres días.
Todo ello, por supuesto, si la confianza y la solvencia de EEUU se mantiene, y su posición como moneda de reserva global, permanece intacta.

Es por ello que en la administración Trump, muchos ven un beneficio claro si se entra en una guerra comercial con China. China perdería por el enorme superávit comercial que tiene con EEUU, el mayor del mundo, que se desplomaría. A la vez, perdería por la devaluación del yuan y la aceleración de salidas de capitales. Y, finalmente, su stock de deuda norteamericana lo absorberían rápidamente entre Japón, los fondos norteamericanos y otros.

Pero esto no es todo fantástico. Puede que China sufra mucho más, debido a sus desequilibrios, pero los efectos de una crisis en el gigante asiático tienen impacto directo en Japón, el país con mayor sensibilidad a un shock de China, el resto de Asia y, por supuesto, todos los países latinoamericanos que dependen del apoyo chino para financiarse. Desde Ecuador a Venezuela, hay muchos países cuyos problemas evidentes se acentuarían con una crisis china. Eso, por supuesto, sin contar con el impacto en el crecimiento global y el dominó de quiebras de empresas instaladas o dependientes del crecimiento chino para continuar. Recordemos que casi el 40% de ese superávit de China con EEUU viene de empresas norteamericanas basadas en China que venden al resto del mundo. Muchas de esas compañías simplemente caerían.

Pero no, la posición de China con respecto a Estados Unidos no es de fortaleza. Pero eso no significa tampoco que Estados Unidos no sufriría de manera muy relevante ante una crisis asiática.

Estemos atentos a esta situación, porque puede ser uno de los mayores eventos geopolíticos y económicos de los últimos treinta años.